Sobre la naturaleza del odio y su carácter expansivo
Si Biden gana o si Trump gana
Cada grupo víctima del odio puede señalar un momento histórico – o varios – que aceleraron la hostilidad, desencadenando una reacción xenófoba, activa y violenta.
El odio y sus marcas en la historia
Aprovechando el incendio, en 1933, del Reichstag – el parlamento alemán – un Adolf Hitler recién llegado al poder liquidó por la fuerza al partido Comunista alemán y consolidó la mayoría del partido Nazi. Pasaron los años y resulta que el incendio lo provocaron los nazis.
En el ataque a las torres gemelas, el 9/11 de 2001, se abrieron las compuertas del odio contra los musulmanes y árabes en Estados Unidos en general y el Islam como religión y cultura en particular.
La creación del movimiento Black Lives Matter, a su vez resultado del asesinato de George Floyd por policías, lanzó generó disparó una ola de odio contra los afroamericanos, mucho menos que contra los policías, aunque aquí también se hizo una generalización de todos ellos.
Millones usaron el COVID en 2019 y 2020 como una excusa y falsa justificación para odiar a los asiáticos americanos. El ex presidente Donald Trump les ayudó gentilmente, desde la Casa Blanca, llamando la enfermedad “la gripe china” o peor, “el virus chino”.
La masacre desencadenada por Hamas el 7 de octubre pasado, la invasión subsiguiente de la Franja de Gaza por Israel y la hecatombe que aún impera allí, despertaron el monstruo dormido del antisemitismo, ligado al sionismo, y dirigido a quienes siquiera aceptación que Israel tiene “derecho” a existir, una determinación que se reservan a ellos quienes odian.
No menos que ello, quienes odian a los musulmanes, quienes justifican la matanza en Gaza, son aceleradores del odio y no tienen lugar.
Y así, una y otra vez, en innumerables ocasiones.
El invento del mal
Toda la carrera política de Donald Trump ha sido un incesante catalizador de odio y resentimiento contra quien piense distinto, y la invasión del Capitolio por parte de un gentío de miles para prevenir la confirmación de la victoria de Biden, el 6 de enero de 2021, fue su resultado.
Es difícil encontrarlo. Pero algo hay. Una creación, un invento maligno.
Con una constancia admirable, con una disciplina férrea, los personeros republicanos y en general la extrema derecha en nuestro país se las pasa anunciando a gritos que hay una invasión, una invasión en términos militares – y muchos de los activistas son o han sido militares – de violentos criminales en la frontera, lo que utilizan para cercenar una ola migratoria de familias que vienen huyendo de la desgracia, la muerte y la desolación. Y para planificar y llevar a cabo ataques contra ese grupo indefenso.
En el camino ese odio se extiende a los inmigrantes que ya están viviendo aquí y a los latinos en general.
Y si, si nos basáramos en los modelos históricos enumerados, alguien piensa que la incitación al odio pasaría desapercibida, que no haría mella en la relación de la población en general con los latinos, se equivoca.
Por el contrario. La retórica trumpiana – por concederle una categoría de discurso de odio – se ha ido colando y expandiendo. Como una verdadera peste que es, se ha ido contagiando.
Cuando la hostilidad se expande de esta manera salvaje, no se sabe dónde se detendrá. El odio que inicialmente fue dirigido a los indocumentados ya florece contra los inmigrantes legales, residentes permanentes y nuevos ciudadanos, contra quienes hablan español en público. Contra los de piel morena. Contra los que son de otra religión: musulmanes, judíos, pero en especial contra los latinos.
Los latinos en el ojo del odio
La incitación constante de Trump en sus mítines de campaña contra los latinos se filtra hasta llegar a la calle.
Los perpetradores de crímenes de odio, cuando aparecen, cuando emergen de sus guaridas, encuentran una satisfacción indecible en las palabras de apoyo de su líder máximo y las mentiras en la constante victimización del poderoso.
Si él, que es según ellos infalible, determina que los inmigrantes están “envenenando nuestra sangre”, pues qué más lógico y justo que asentar con la cabeza, observar a su alrededor cómo todos los demás lo aceptan y a continuación alejar si es necesario por la fuerza a esas “serpientes”: los inmigrantes.
En el umbral de la oscuridad
Alcanza con una frase de Trump que señale su propio odio, su desprecio e infinita sed de venganza contra quien sea, un enemigo político, una cantante que podría criticarlo, un ex servidor en su gobierno que ahora lo repudia, para que los miembros de la secta le amenacen de muerte con mensajes de todo tipo, llenen el firmamento con publicaciones en Truth, Gabe y otros medios a su servicio en donde encuentran gente como ellos. Para que se presenten amenazadoramente por su casa, lo inunden de llamadas telefónicas hostiles.
Esto llega hasta el hostigamiento en el lugar de trabajo, luego en el de su cónyuge y la escuela de sus hijos, si es que tiene, para culminar en ataques a golpes.
Estamos en vísperas de elecciones. Un momento peligroso. Si Biden gana la reelección, Trump no lo aceptará y desatará la violencia criminal. Si Trump gana… oh, si Trump gana, estaremos en el umbral de una era de oscuridad y violencia en este glorioso país.
Por todo esto.
Este recurso cuenta con el apoyo total o parcial de fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la California State Library en asociación con el California Department of Social Services y la California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs como parte del programa Stop the Hate . Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener ayuda, visite CA vs Hate.