Anatomía de un prejuicio contra el latino

En Estados Unidos, las campañas electorales activan el sentir latino. Los políticos quieren los votos y tienen que ingeniárselas para obtenerlos. ¿Qué es entonces lo que puede seducir al latino que no sea lo que nos importa a todos por igual? Porque tener un salario justo, por ejemplo, es una aspiración universal que nos afecta a todos.

Inmigración en la identidad latina

El voto latino en este caso pasaría a ser un voto diluido en el crisol estadounidense general.

El presidente Joe Biden durante su discurso sobre el estado de la Unión, el 7 de marzo de 2024. Detrás de él la vicepresidenta Kamala Harris y el presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson.,

Solo cuando en igualdad de condiciones haya una disparidad entre lo percibido por latinos y no latinos será cuando el tema sea de incumbencia particular del latino.  

La tendencia habitual en nuestro país es relacionar la reforma migratoria con las aspiraciones de los hispanos. De ahí que piensen que es la forma más directa de llegar al voto latino.

Lo vimos en el discurso a la nación de Biden a principios de mes y en los medios de comunicación con intereses latinos. Sin ir más lejos, a la hora de reforzar el equipo de campaña demócrata, se recurre a Michelle Villegas, beneficiaria de DACA y a Fabiola Rodríguez, hija de migrantes mexicanos.

Por su parte, las réplicas republicanas al discurso de Biden, leídas por los congresistas Juan Ciscomani (R-Az) y Mónica de la Cruz (R-Tx), se fundamentaron en su familia migrante. Ciscomani mencionó la experiencia de sus padres. La representante texana, el origen mexicano de su abuelo.

No debería sorprender entonces que en el inconsciente de la ciudadanía que oye estos discursos se refuerce la idea de que hay una asociación inseparable entre ser latino y ser inmigrante. 

El perjuicio del estereotipo del latino

Los propios hispanos creen que el número de indocumentados latinos es mucho mayor del que realmente es, como veremos más adelante.

Una reflexión extrema, pero digna de consideración, nos empuja a reconsiderar lo adecuado de representar lo hispano a través de personajes públicos que tienen la emigración tan a flor de piel en sus vidas. Hay latinos, tanto inmigrantes como no inmigrantes, cuyas vidas han ido por otros derroteros y que podrían expresar sus puntos de vista desde una óptica diferente.

La emigración es el problema nacional más importante para el 28% de los ciudadanos consultados por Gallup a comienzos de año 2024. En consecuencia, resulta que el problema que más inquieta a la población estadounidense y el interés principal con el que se identifica públicamente a los latinos se solapan.

Esto nos acarrea consecuencias. Todos los latinos salen señalados en esta perversa ecuación. 

Además, las noticias sobre los latinos remiten casi sin excepción a la inmigración, sobre todo la indocumentada. Esta percepción a la larga configura un estereotipo que adquiere la forma de prejuicio y provee carnaza para la desinformación.

Ni son todos latinos ni son todos inmigrantes

Podríamos decir abundando en lo anterior que cuando se habla de emigrantes indocumentados se tiende a pensar que todos son hispanos, cuando hay millones de ellos (chinos, indios de la India, africanos, canadienses, antillanos…) que no lo son. Una vez más, el inconsciente social adopta viciosamente un prejuicio, que repercute en su percepción sesgada sobre la minoría hispana.

Volviendo al discurso a la nación de Biden, encontramos que al hablar de los latinos nos dice que él no los va a demonizar ni va a separar a padres de hijos. El periodo electoral lo pide. Obsérvese una vez más que está hablando de inmigrantes indocumentados en la frontera. ¿Pero dónde están los latinos que no son inmigrantes, y sus intereses? Cuando se habla de otros grupos minoritarios y sus justas demandas nunca se destaca la emigración de forma tan dominante.

 Hay otra cita en el discurso a la nación en que se nombra a un latino: el caso del asesinato de una ciudadana estadounidense a manos de un extranjero hispano sin documentos. Los medios mencionan su nombre y su país de origen de forma un tanto irresponsable por inculpar perversamente a todos los nacionales de ese país. Algunos políticos se apresuran a tomar este dato aislado para fantasear con generalizaciones aberrantes. En el refranero español decimos: una golondrina no hace verano. 

¿Cómo puede ser que el valor de un dato, uno solo, pueda generalizarse a todo un conjunto poblacional? Censuramos que algunos políticos lo tomen al pie de la letra y digan: “No podemos ponernos del lado del que llega aquí para cometer delitos” (Jaime Flórez, director para medios hispanos del Comité Nacional Republicano, NCR). 

¿Es que acaso podemos ponernos a favor de alguien que comete delitos, dicho de cualquier otra situación posible? Salen sobrando estos comentarios. Se llega a hablar de forma injusta también de “ilegales”, presuponiéndose que puede haber seres humanos ilegales. La ilegalidad no es una propiedad de los seres humanos. Hasta la primera dama tuvo que retractarse por ese preciso resbalón. Pero tanto se llega a abusar de este lenguaje que hasta se puede escuchar en boca de los propios inmigrantes, a los que oímos decir: “estoy de ilegal” (Cadena SER, abril 2024). 

La cultura hispana de Estados Unidos

La cultura hispana de Estados Unidos es anterior a la anglosajona que domina hoy en más de cien años. La llegada de una inmigración hispana reciente no va a alterar la historia, por más que ocurra que los latinos que hablan en política se refieran de forma miope, y exclusivamente, a la historia de su generación o, como mucho, a la anterior de sus padres y abuelos.

Así, se pierde la pantalla gigante de nuestra historia. Esto afecta incluso a la percepción del latino de sí mismo. El resultado es la falta de consciencia del papel de la cultura hispana en Estados Unidos. Y que no se malentienda que es obligatorio venir al país educado en ello. No se acude al Servicio de Ciudadanía e Inmigración para pedir estudiar historia. Pero desconocer la historia empequeñece al latino. 

Los mismos hispanos difunden, consciente o inconscientemente, el prejuicio del hispano “siempre y solo inmigrante”. Según una encuesta llevada a cabo por The Latino Donor Collaborative, the Latino Corporate Directors Association, Friends of the American Latino Museum, and UnidosUS (agosto 2021), los ciudadanos estadounidenses de origen europeo creían que 32% de los hispanos son indocumentados. Los latinos, por su parte, hicieron una estimación del 36%. Los asiáticos proporcionaron los números más bajos: el 30%, y los afroamericanos el más alto, 39%.

Todos los grupos se equivocaron por más del 20 %, incluido el grupo latino. Los datos reales no engañan. De acuerdo con los datos del Censo de 2021, los latinos eran el 18.5% de la población, y solo el 13% de la cantidad representada por este 18.5% eran indocumentados. 

Percepciones erróneas muestran desconexión

En cuanto al número de ciudadanos latinos nacidos en el país, la cantidad registrada en 2021 era del 67%. Los latinos respondieron que en su opinión la cantidad era del 40%. Es una percepción preocupante, porque trasciende, no solo un error, sino la desconexión del latino con la presencia social de su propio grupo. 

El cine profundiza en esta percepción. Las empleadas del hogar en las películas americanas son habitualmente latinas que abren la puerta y le hablan en español al recién llegado. Se ha consumado, hay que decirlo, la sustitución histórica de las empleadas afroamericanas del pasado por las latinas actuales. Hasta se comercializa para entretenimiento en series de televisión (Devious Maids, TV series 2013-2016).

Cabe concluir que el estereotipo del latino como inmigrante debe diversificarse de forma que no acapare todo el espectro de la identidad latina. De lo contrario, una vez transformado en prejuicio puede hacerse crónico y comprometer el porvenir de nuestros hijos. Las encuestas futuras deben poner un ojo en ello.


Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.

This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.

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