¡Ganó Lula! Pero la derrota de Bolsonaro no es el fin del bolsonarismo
Con la derrota del presidente Jair Bolsonaro en los comicios del domingo se abre para Brasil la oportunidad de dejar atrás su desastroso gobierno de confrontación e inestabilidad. Hay esperanzas de que no solo los votantes del ganador Luiz Inácio Lula da Silva (Lula) sino también muchos de los de su rival reconozcan que es un momento de crisis y apoyen una pacífica transferencia del poder.
Bolsonaro, un agente del caos
Este domingo, ganó la democracia y la unidad del Brasil. En sus cuatro años de gobierno, Bolsonaro ha sido un agente del caos, cuyas políticas de extrema derecha negaron el cambio climático, y llevaron a una gran deforestación de la selva amazónica. Rehusó luchar contra el Covid-19, calificándolo de «gripecita». Sembró desconfianza en las vacunas. Así, el virus mató a 700,000 brasileños, más que cualquier otro país después de Estados Unidos.
Bolsonaro alentó la división del Brasil, asumió actitudes autoritarias y amenazó a los otros poderes del estado.
Como Trump, a quien admira abiertamente, dedicó enormes esfuerzos en desacreditar el sistema electoral, para poder eventualmente desafiar el resultado.
Su gobierno finalmente derivó en aumento de la inflación, crecimiento de la pobreza y el estancamiento económico.
La incitación de Trump
Trump intervino en el proceso brasileño al escribir el domingo “Para el Pueblo de Brasil, este es su gran día, y también, un gran día para el Mundo. Su GRAN y Respetado Presidente, Jair Bolsonaro, necesita que salgas y Votes, HOY, para que tu País pueda continuar en su increíble camino de éxito”.
Por su parte, el presidente Joe Biden envió muy temprano una felicitación, con el claro propósito de establecer una corriente creciente de aprobación que dificulte todo pensamiento de un autogolpe de estado del aún presidente Bolsonaro.
Lula, de 77 años, ocupó la presidencia entre 2003 y 2010. Terminó su mandato con casi el 90% de aprobación. Guió a Brasil durante el auge de las materias primas que ayudó a los programas de bienestar social y sacó a millones de personas de la pobreza, pero luego fue envuelto en un gigantesco escándalo de corrupción y pasó 20 meses en la cárcel antes de que se anulara su condena, reconociéndose que en gran parte fue una cacería de brujas de los rivales políticos del líder de los trabajadores.
Ganó por tercera vez gracias a la nostalgia del votante brasileño por los buenos tiempos. También como producto de una alianza pro democrática sin precedentes, que incluye grupos de centro y centro derecha.
Ganó Lula pero Bolsonaro no desaparece
Pero las elecciones del domingo se pueden ver principalmente como un referendo del gobierno extremista de Bolsonaro. Brasil, aunque por el márgen mínimo, rechazó el extremismo de derecha.
Hasta el momento, Bolsonaro no ha concedido, posible señal de que esté buscando apoyos para retener el poder, quizás entre los medios castrenses. O, al menos de que no cooperará con la transferencia del mando, que debe suceder el 1 de enero.
Lula tendrá que luchar para pasar su agenda en el congreso, controlado por el bolsonarismo, y solo 10 de los 27 gobernadores estatales lo apoyan. El gobernador del estado de San Pablo, el más importante, es un aliado de Bolsonaro.
Sin embargo, con el fanatismo y las tendencias autoritarias de Bolsonaro alejadas, esperamos que los brasileños puedan volver a discutir pacíficamente temas más urgentes, como la inflación y cesantía, el déficit de vivienda, la educación pública, y otros.
En su tercer término presidencial, Lula tiene el apoyo de las fuerzas democráticas en toda América.