Cortázar y los mecanismos de la traducción poética

Poemas de Gilbert Keith Chesterton y de Francis Thompson en versión de Cortázar

Escribe el investigador y autor mexicano Antonio Cajero en su introducción a la presentación de estos poemas y sus traducciones en La Jornada que «son apenas una probadita de las múltiples y abundantes que hizo Cortázar, quien como Borges parece haber convertido este ejercicio en todo un género personal». Y sí: Cortázar es quizás la excepción a la regla del «traduttore traditore«- ese lugar donde se detienen las traducciones porque las palabras correctas no existen – porque le agrega de sí mismo a los poemas sin restarles. Y si no, véase aquí.

Cajero es un especialista en la edición crítica de obras de narrativa y poesía hispanoamericana del siglo XX, con enfoque en Borges, y profundiza en la relación entre los dos argentinos.

Cortázar era de profesión traductor. Pero interesa su elección de estos dos poemas de fuerte corte religioso, tomando en cuenta que él era, no ateo, pero sí agnóstico: reconocía su falta de certeza sobre el tema y se deshacía de toda identificación con alguna religión específica. A no ser la del amor.

Aquí juego como recopilador de información sobre estos dos poemas y estas dos traducciones.

Gilbert Keith Chesterton

Escribe Emma Baldwin en un atento análisis de los recursos poéticos, que «The Donkey», de G.K. Chesterton, se narra desde la perspectiva del burro autodespreciativo que Cristo montó en Jerusalén el Domingo de Ramos. En las primeras líneas, el narrador comienza afirmando que, al nacer, se convirtió en algo horrible.

«El poema concluye con el burro describiendo cómo finalmente fue reconocido por las masas. Fue cuando Cristo lo montó en Jerusalén el Domingo de Ramos. De repente, todos amaron a los burros, pues quedaron ligados para siempre a esta historia.»

Se entiende la elección del personaje porque Chesterton, que vivió en Inglaterra entre 1874 y 1936 fue no solo autor de 63 breves cuentos policiales cuyo protagonista es el Padre Brown como detective, sino un defensor del cristianismo a lo largo de toda su obra.

Es notable la intersección de la obra de Chesterton con la de Borges, quien lo ha citado repetidamente, lo que quizás de manera oblicua sea una referencia a la predilección de Cajero por este poema traducido por, en fin, Cortázar.

 

The donkey

Donkey at Heaton Park, Manchester / WikiMedia This file is licensed under the Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

When fishes flew and forests walked
And figs grew upon thorn
Some moment when de moon was blood
Then surely I was born.

With monstrous head and sickening cry
And ear like errant wings
The devil’s walking parody
On all four-footed thins.

The tattered outlaw of the earth
Of ancient crooked will
Starve, scourge, deride me; I am dumb
I keep my secret still.

Fools! for I also had my hour,
One far fierce hour and sweet
There was a shout about my ears
And palms before my feet.

El burro
 

Cuando peces volaban y andaban las florestas
y los higos crecían entre espinas,
cuando la luna era de sangre, entonces
fue que vine a la vida.

Con monstruosa cabeza, repelente rebuzno
y las orejas como errantes alas,
parodia andante del demonio, en medio
de la restante grey de cuatro patas.

Descastado harapiento de la tierra,
viejo, maligno y terco.
azotadme, burlaos; yo estoy callado,
yo guardo mi secreto.

¡Tontos! sabed que tuve alguna vez mi hora,
una lejana y dulce hora de rapto;
hubo clamores junto a mis oídos
y palmas a mi paso!

Francis Thompson

Después de muerto, Francis Thompson fue catalogado de escritor genial y por un tiempo comparado con Shakespeare. Pero en vida fue un homeless, un adicto al opio que murió en 1907 a los 48 años, después de haber sido rechazado por su familia – profundamente católica, eso sí – después de que abandonó, primero sus estudios de seminarista y luego de medicina, para la cual no tenía ni inclinación ni talento. Pero escribía. Luego de ser «rescatado» de las calles por un editor, pasó a escribir críticas y ensayos, y publicó tres libros de poesía. Cuando murió de tuberculosis era un ferviente católico.

«El Reino de Dios» es el último poema de Thompson, publicado tras su muerte. El poema tiene un título alternativo: En ninguna tierra extranjera, que es precisamente el que utiliza Cortázar para su traducción.

Dice del poema el editor anónimo del sitio de la Catedral católica de San James en Seattle: «Thompson nos recuerda que la presencia divina está en todas partes. El poema refleja las palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas: «La venida del reino de Dios no se puede observar, y nadie anunciará: ‘Miren, aquí está’ o ‘Allí está’. Porque he aquí, el reino de Dios está entre ustedes».»

Y explica la profesora  Thummapudi Bharathi del Departamento de Inglés en la Universidad S.P.Mahila University en la ciudad de Tirupati, India:

El poeta se refiere a la realidad espiritual invisible como la fuente del mundo concreto. Comienza el poema hablando de ese mundo espiritual que sustenta e impregna el mundo humano. La idea del reino de Dios en la tierra no es un concepto nuevo. Jesucristo habla del reino de Dios en su predicación.

«Amán reconoce su destino» (realizada entre 1648 y 1665) por el holandés Rembrandt o por su taller. / Wikimedia Commons

The Kingdom of God

O WORLD invisible, we view thee,
O world intangible, we touch thee,
O world unknowable, we know thee,
Inapprehensible, we clutch thee!

Does the fish soar to find the ocean,
The eagle plunge to find the air–
That we ask of the stars in motion
If they have rumor of thee there?

Not where the wheeling systems darken,
And our benumbed conceiving soars!–
The drift of pinions, would we hearken,
Beats at our own clay-shuttered doors.

The angels keep their ancient places–
Turn but a stone and start a wing!
‘Tis ye, ‘tis your estranged faces,
That miss the many-splendored thing.

But (when so sad thou canst not sadder)
Cry –and upon thy so sore loss
Shall shine the traffic of Jacob’s ladder
Pitched betwixt Heaven and Charing Cross.

Yea, in the night, my Soul, my daughter,
Cry –clinging to Heaven by the hems;
And lo, Christ walking on the water,
Not of Genesareth, but Thames!

En ninguna tierra extranjera…

¡Oh mundo invisible, te vemos,
oh mundo intangible, te tocamos,
oh mundo incognoscible, te conocemos,
inaprensible, te alcanzamos!

¿Asciende el pez para encontrar el mar,
se sumerge el águila para hallar el aire?
¿Necesitamos preguntar a los móviles astros
si tienen allá noticias tuyas?

No donde las ruedas celestes se diluyen
y nuestro torpe entendimiento bucea:
el rumor de alas –si escucháramos–
bate ante nuestras puertas clausuradas.

Los ángeles permanecen en sus antiguos sitios;
¡mueve tú una piedra y asomará un ala!
Sois vosotros, vuestros rostros enajenados
que no ven una cosa tan radiante!

Pero, cuando estés triste hasta el límite,
calma –y sobre tu angustia
brillará el tráfico de la escala de Jacob
tendida entre el Cielo y Charing Cross.

Sí, en la noche, mi alma, hija mía,
clama –suspéndete del borde del cielo…
¡Y mira a Cristo andar sobre las aguas,
no las de Genezareth, las del Támesis!

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