Los 40 años de la vida de Roque Dalton son casi perfectos... por la descripción que ha hecho de él Cortázar, de su talante poético, de su vida y de su obra.
Mi jefe: ¿no podría encargarme yo, por favor, de escribir la necrológica de Cortázar, para el programa de esa noche? La escribí, sí, la escribí doliéndome cada palabra que escribía.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
Mi jefe: ¿no podría encargarme yo, por favor, de escribir la necrológica de Cortázar, para el programa de esa noche? La escribí, sí, la escribí doliéndome cada palabra que escribía. Y sin que sepa de dónde me vino la idea, de repente me vi escribiendo este final: «Ya no vendrá. Ya no volveremos a escuchar su voz en el contestador automático, cuando llamábamos a su apartamento de París»
Public health officials say the supply is growing and will meet demand in several months, but, for now, readers’ experiences show how access is limited.
Con respeto, con emoción, con tristeza, nos unimos al presidente Biden y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en recordar a nuestros caídos en los embates del COVID-19
Es hora de volver a trabajar en un plan para la reapertura de las escuelas y asegurarnos que el proceso proteja la salud de estudiantes y maestros, por sobre todas las cosas
Los 40 años de la vida de Roque Dalton son casi perfectos... por la descripción que ha hecho de él Cortázar, de su talante poético, de su vida y de su obra.
Mi jefe: ¿no podría encargarme yo, por favor, de escribir la necrológica de Cortázar, para el programa de esa noche? La escribí, sí, la escribí doliéndome cada palabra que escribía.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
Mi jefe: ¿no podría encargarme yo, por favor, de escribir la necrológica de Cortázar, para el programa de esa noche? La escribí, sí, la escribí doliéndome cada palabra que escribía. Y sin que sepa de dónde me vino la idea, de repente me vi escribiendo este final: «Ya no vendrá. Ya no volveremos a escuchar su voz en el contestador automático, cuando llamábamos a su apartamento de París»