Los secretos al aire de una administración inepta
Más caos y más mentiras de ministros incapaces de reconocer errores
Los principales personeros de la administración Trump participaron hace 10 días en un chat en línea donde debatieron planes de acción del gobierno e intercambiaron opiniones e impresiones.
El hecho sería banal, pero algunas diferencias lo convierten en una debacle para el gabinete federal y en un escándalo que muestra el bajo nivel de estos funcionarios.
El tema fue el ataque aéreo contra los emplazamientos de los rebeldes Houthis en Yemen. Se barajaron datos militares ultrasecretos. Se detalló la estrategia detrás de las acciones bélicas y políticas de este gobierno. Salió a la luz su desprecio por nuestros aliados europeos.
Y su indiferencia por las vidas de los soldados estadounidenses emplazados en Oriente Medio.
Todo al descubierto, al alcance de cualquier hacker en internet.
Para colmo, los organizadores invitaron por error nada menos que a Jeffrey Goldberg, el editor en jefe de The Atlantic. Un periodista, que sin revelar el contenido de los secretos militares allí descubiertos, publicó el hecho.
Sin la intervención del periodista, nadie se habría enterado que la administración Trump desprecia tanto los secretos militares como la democracia y los derechos de las minorías.
La charla tuvo lugar en Signal, una plataforma comercial y de limitada seguridad, en lugar de la plataforma militar a prueba de intrusiones facilitada por el Pentágono. Y usaron sus celulares.
Y los participantes no eran funcionarios de segundo o tercer nivel. No.
El organizador fue Mike Waltz, Asesor de Seguridad del gobierno, y participaron el vicepresidente J.D. Vance, el secretario de defensa Pete Hegseth, la directora Nacional de Inteligencia Tulsi Gabbard, el Secretario de Estado Marco Rubio, la jefa de gabinete de la Casa Blanca Susie Wiles, John Ratcliffe, el director de la CIA, Scott Bessent, el secretario del Tesoro, Steve Witkoff – enviado especial y personal del presidente Trump a Medio Oriente y Stephen Miller, Asesor de seguridad nacional de Estados Unidos.
Ni siquiera se percataron que quien estaba allí leyendo lo que escribían, era un periodista.
Afortunadamente para los planes bélicos del Pentágono, los secretos no se filtraron, y el ataque transcurrió sin contratiempos.
Después del bombardeo, los participantes se enfilaron a la mansión de Trump en Mar-A-Lago para una cena de gala en la que se congratularon mutuamente.
Los participantes podrían haber cometido un crimen. En todo caso, mostraron un alto nivel de imprudencia. Pero lo más grave es que en lugar de asumir la responsabilidad, disculparse con el país entero, tratan de encubrir sus acciones.
El Presidente Trump pretendió no saber de qué le estaba hablando el reportero que le preguntó al respecto.
Sus funcionarios intentan minimizar la gravedad del hecho.
Hegseth dijo que estaba enterado de “lo que había hecho Waltz”.
La portavoz de la Casa Blanca insinuó que el culpable era el periodista.
El Presidente publicó su apoyo irrestricto a sus funcionarios, porque “aprendieron la lección”.
La línea oficial es que no se dio a conocer información secreta.
Una excusa débil, ya que claramente se barajaron las opciones bélicas de la operación militar. Dieron no solo los detalles de la operación sino también la hora exacta en la que iba a empezar.
Ahora, los implicados podrían estar buscando la renuncia o el despido de Waltz, como chivo expiatorio.
Pero su salida no solucionará nada si el resto sigue mintiendo al público. Además, quien proporcionó la información secreta fue Helseth.
Y quien cerró la sesión fue Miller, lo que revela quien es la eminencia gris detrás de este gobierno.
Este gobierno no es capaz de actuar de otra manera, porque el mantra que ha guiado a Trump por décadas es jamás reconocer un error, arrepentirse o disculparse. Esto ha inculcado a su equipo.
Organizado su gabinete como en el programa El Aprendiz, según su servilismo y adulación, según el grado de provecho que le pueden proveer a él personalmente.
Por él, estamos a merced de un gobierno que en la cuestión de seguridad es incompetente, descuidado, desinteresado en la acción misma de gobernar.
Es una situación peligrosa en la que se revela la incapacidad de quienes tienen en sus manos asuntos de vida o muerte para la población.
Es imperativo que el Congreso, a través de sus comités de asuntos de seguridad, investigue lo sucedido, prevenga el encubrimiento y busque soluciones.
De lo contrario nos esperan casi cuatro años más de sobresaltos, decepciones y catástrofes causados por los propios gobernantes. De más caos y más mentiras.