No olvidaremos a Joe Biden

Los resultados de las elecciones del 5 de noviembre que dieron la impresionante victoria al presidente electo Donald Trump fueron sorpresivos para el bando perdedor: los demócratas y los encuestadores y expertos políticos, que vaticinaban una probable victoria de Kamala Harris. Pero no fue así. Trump ganó en todos los siete estados clave, los republicanos recuperaron el Senado y mantienen la Cámara de Representantes, además de una mayoría militante y reaccionaria en la Corte Suprema. 

Desde que se supo que Trump había ganado, comenzó en su bando un proceso frenético de preparativos y nombramientos cuyas características indican que el magnate se propone iniciar su mandato con una intensidad dramática. Un proceso no exento de desastres, como el nombramiento de Matt Gaetz para secretario de Justicia, quien tuvo que renunciar en medio de escándalos; de de Pete Hegseth para secretario de Defensa, que no se rinde y que podría perder la votación en el Senado a menos que Trump lo eche al basurero de la historia y prefiera al gobernador de Florida Ron De Santis; el de Kash Patel de director de la FBI, que parece camino a la confirmación y otros.

Entre los demócratas cunde el fenómeno de acusaciones mutuas y de búsqueda de los motivos de la derrota. 

En medio de estos momentos de reajuste histórico del país no se puede dejar de lado la apreciación del periplo cumplido por el presidente actual, Joe Biden, quien ha estado en el timón de Estados Unidos también durante los ochos años de Barak Obama cuando fue vicepresidente, además de ejercer como senador federal durante 36 años – desde 1972. 

Es indistinto para los demócratas seguir rumiando las posibilidades si Biden hubiera seguido en su candidatura en lugar de relegar y retirarse, o si hubiese retirado a su reelección desde el vamos y dado lugar para un proceso de elecciones primarias que podría producir un candidato ganador. Esto, tomando en cuenta las debilidades de Kamala Harris – una candidata por otra parte capaz y merecedora del cargo –  para los votantes indecisos que finalmente prefirieron a Trump: es mujer, es afroamericana, es hindú, es californiana, es de San Francisco, es liberal. Todos epítetos descalificatorios para milllones de votantes. 

De la misma manera no tiene sentido a esta altura seguir insistiendo en el estado físico y cognitivo del Presidente. A los 81 años de edad, ha ejercido como el líder del país más poderoso del mundo con dedicación y responsabilidad, dentro de los parámetros de la clase política estadounidense. 

Porque el hecho histórico es que Biden fue el único candidato que venció a Trump. Lo hizo en 2020, se reivindicó en las elecciones de medio término en 2022 y él creía que sería capaz de derrotarlo en 2024. No se le dió la oportunidad.

Biden ha logrado durante su mandato estabilizar nuestra economía después de años de COVID y el desbalance que los gastos desenfrenados y recortes de impuestos de Trump que benefician a los más ricos causaron a la balanza de pagos nacional. La desocupación bajó a sus niveles históricos. Los precios, que aumentaron notablemente en los años del coronavirus, se estabilizaron en los últimos 18 meses, pese a lo cual el público sigue considerando la inflación como el mayor problema del país. 

Claro, en el plano migratorio, ha mantenido la política represiva, esquivado su promesa de reforma y ciudadanía, pero también mantenido un semblante de normalidad en una situación anormal, cuando millones de personas que buscan su destino fuera de su país piensan en «América» como su destino. Podría haber sido mejor, pero corregió los excesos de crueldad criminal de su antecesor y ahora, el próximo presidente.

Ya es tarde para recapacitar o especular. A estas horas Biden retorna de otro viaje al exterior y Trump ya reclama victoria por logros aún inexistentes, sin mover un dedo, o mejor dicho, los dos dedos para escribir un post en su sitio social en el que, por ejemplo, amenaza a Hamas con misteriosos castigos si no liberan a los rehenes israelíes antes de su toma de posesión. Más claro imposible: si las negociaciones intensivas que acelera actualmente la administración a través del secretario de estado Blinken tienen éxito, pues ese éxito es de Trump en virtud de la intimidación que supuestamente su amenaza ejerció, dejando a los militares en ambos bando tiritando de miedo… y si fracasan, pues culpa de ellos.

Este truco, uno de miles, serán los que, en los próximos cuatro (o más) años, nos harán extrañar a Biden, quien no fue Trump. Ya lo estamos extrañando.

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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