El odio elegante de Nikki Haley contra los migrantes

En la primera parte de este trabajo presenté una introducción al tema del odio expresado por los políticos republicanos contra los inmigrantes, que en este ciclo electoral llega a nuevas cimas. También expliqué el trasfondo que desembocó en las insólitas declaraciones con que ahora tanto candidatos presidenciales como los que se postulan a puestos de poca importancia hacen gala. 

Nikki Haley, una de los tres candidatos presidenciales que quedaron en la palestra después de los caucus en Iowa en los que salió precisamente tercera, apunta a ser diferente. 

Haley, hija de inmigrantes de una etnia que sufre el racismo, siendo una de las portavoces del partido republicano tradicionalmente antiinmigrante, se aleja de los estereotipos y las caracterizaciones demoníacas con las que sus adversarios y en general toda la línea oficial republicana llaman a los inmigrantes, y de epítetos como “vermin” (alimañas, carroña) que les regala el maestro de los insultos y quizás el próximo presidente estadounidense, Donald Trump

Los inmigrantes no son criminales, dijo en una ocasión, lo que le ha valido una serie de críticas dentro de su partido, por parte de sus oponentes y en un video de tan sólo 30 segundos particularmente… sí, venenoso.

Es el publicado por una campaña que apoya a Trump y la ataca en nombre del grupo “MAGA War Room”. Haley, dicen, “mima” a los criminales

Sí, son “narcotraficantes, violadores, envenenand a nuestro país. Pero Nikki Haley se negó a llamar ‘criminales’ a los ilegales”.

En el video vemos y oímos a Haley indultar a los inmigrantes de ser criminales. Pero la gente de MAGA que la acosa afirma que simplemente “si son ilegales, son criminales”.

El aviso se refiere al término de inmigrantes ilegales usado por la gente de MAGA entre muchos otros, ignorando el de “inmigrantes indocumentados”. 

Aquí cabe recordar que la inmigración sin autorización no es un crimen, sino una violación de la ley civil, a menos que la persona aprehendida haya sido deportada anteriormente y esté tratando de volver. Los indocumentados, en suma, no son criminales. 

Como casi todo lo que dice Trump y los suyos, este aviso está basado en mentiras. Como prueba, este es el video original de la entrevista en la que Haley se refirió al tema.

 

Haley da esa declaración en el minuto 34:05.

En el video, la entonces gobernadora dice que lo que nos caracteriza más que nada es que “somos un país de leyes”.  Al mismo tiempo (“having said that”), dijo en 2015, “somos un país de inmigrantes”, señalándose con el dedo. “Aquellos de los que estamos hablando no son criminales… tienen niños, tienen una vida… están desesperados por llegar aquí”. 

“No podemos seguir hablando de este tema con el corazón frío”. 

Pero recordemos que la declaración de Haley es de hace ocho años, cuando no era candidata presidencial sino gobernadora de un estado sureño, y antes de que Trump destrozara al partido Republicano y lo transformara en el Partido Trump. 

Decir lo que dijo todavía no la descalificaba. 

Parecería que Haley trata de decir algo que sea lo más parecido posible al dogma del partido, definido por Trump, pero de manera elegante. Esto la acerca a las posiciones esgrimidas contra los inmigrantes de otro candidato presidencial, el senador Mitt Romney. Como se recordará, en 2012, antes de perder la presidencia a Barak Obama, en una entrevista Romney prometió que su política sería hacerles a los indocumentados la vida tan imposible que se “auto deportarían”, es decir, dejarían el país en cuanto pudiesen. De esa manera trataba, con su propia elegancia, de rehuir al espectáculo de fuerzas militares arreando familias en las calles camino a la deportación. «Y por eso, nosotros, no vamos a arrestar a la gente», dijo Romney.

La idea de Romney recibió su buena dosis de burlas y la “autodeportación” pasó a enriquecer el acervo político estadounidense. Pero Nikki Haley se abstuvo de entrar en la trampa y ha evitado en lo posible el lenguaje violento y chauvinista de los otros candidatos. 

Desde entonces, Haley cambió su retórica y en la actualidad, entre ella y Trump/DeSantis la diferencia es semántica. Pega con una sonrisa. El odio ahí está. 

Acciones como gobernadora

Haley tiene credenciales antiinmigrantes, aunque no tan estridentes y abiertamente crueles como las de DeSantis. Cuando las impuso – durante su periplo como gobernadora de South Carolina – no era candidata presidencial. 

En junio de 2011, Haley aprobó con su firma y promulgó un proyecto de ley por el cual la policía en cualquier jurisdicción estatal debía verificar el estatus migratorio de cualquier detenido o arrestado y de quien sospechaban que residía en el país ilegalmente. 

Asimismo, hacía obligatorio para los empleadores verificar en una base de datos federal el estado migratorio tanto de sus empleados actuales como de los nuevos solicitantes de empleo. 

Demás está decir que la ley daba lugar a la aplicación de normas racistas por parte de las distintas policías. Los sospechosos lo eran principalmente por el color de su piel, su apariencia física, su idioma si no hablaban inglés, o su acento si lo hablaban. 

De todos modos, esta acción le sirvió a Haley para que su portavoz Nachama Soloveichik reafirmara sus credenciales antiinmigrantes y  dijera: «Cuando Donald Trump todavía era un liberal que apoyaba a Hillary Clinton, Nikki Haley aprobó una de las leyes contra la inmigración ilegal más estrictas del país.

No es soft on illegals

“No confíen en Nikki Haley la inmigración ilegal. Eso es como tener al zorro cuidando el gallinero”, dijo de ella su contrincante el gobernador de Florida, Ron DeSantis. Pese a su dureza en aquel entonces, hay algo que lleva a que sus rivales la acusen de ser “soft on illegals”. 

Desde entonces, busca desenterrar ese secreto y contrarrestar las acusaciones. Dijo el 5 de enero: «los ocho millones que han entrado ilegalmente, tenemos que devolverlos porque hay que tener en cuenta el hecho de que cada vez que les permitimos entrar, estamos incentivando a que vengan más».

Haley agregó que es absurdo que durante la presidencia de Biden se hayan deportado solo a 142,000 de esos ocho millones. Ese último número, por supuesto, que indica la cantidad de indocumentados que entraron al país desde que asumió el actual presidente, es totalmente fantasioso. Haley misma luego disminuyó el número a cuatro millones. 

¿Cuál es entonces su plan?

Entre su pasado como gobernadora, su imagen de alcance y moderación y sus posiciones duras contra los inmigrantes indocumentados, ¿cuál es su plan? 

Aunque es difícil encontrar detalles en sus sitios de internet, varios medios han recopilado esta información.  Aquí está lo principal.

¿Deportar a todos los indocumentados?  No está claro si la Presidenta Haley deportará o si promete deportar a todos los indocumentados del país, como se comprometen Trump y DeSantis a cada hora del día. 

Sí, anuncia va a dar fin a la práctica de “capturar y liberar” que han ejercido los agentes de inmigración millones de veces, citando a los indocumentados a sesiones con jueces de inmigración que decidan su caso o directamente anunciando que serían deportados, pero antes dejándolos ir para que puedan comenzar su vida aquí. 

Eso significa que quien entre sin papeles volverá a su punto de partida. Para llevar a cabo esta tarea gigantesca se comprometió en el programa Face the Nation de CBS en mayo pasado a asignar para ello a miles de agentes de inmigración. Y reiteró, tal como lo hizo como gobernadora en 2011, su confianza de que el uso de la base de datos federal podrá detectar la presencia de inmigrantes que estén trabajando ilegalmente. 

La ruta hacia la ciudadanía 

Cuando la candidata ha sido sincera y abierta en sus respuestas al respecto, aclaró que esa ruta prácticamente no existe para los que han estado viviendo aquí ilegalmente. Tampoco tienen el derecho a seguir trabajando. Más aún, Haley se acopló a los más extremistas, a quienes, como el asesor de Trump Stephan Miller, quieren anular la concesión de la ciudadanía a los hijos de indocumentados nacidos aquí, mediante una nueva interpretación de la Enmienda 14 de la Constitución que así lo consta claramente. Es decir: es más una aspiración política y de alcances electorales que un  plan concreto.

Separación de familias

En los últimos dos años de la tristemente célebre presidencia de Donald Trump la separación de familias – de hecho, el secuestro de los hijos menores de las familias migrantes arrestadas, fue un supuesto deterrente (que no funcionó) contra los indocumentados. Este acto de crueldad causó que miles de niños fuesen separados de sus padres y que sus huellas se perdieron ya que por definición en esta acción las autoridades no se preocupaban por la reunificación familiar. Hasta el día de hoy hay un número indeterminado – varios centenares – de niños todavía alejados de sus padres. Afortunadamente, Haley se desdijo de esta acción violenta y dijo en mayo de 2023 que «nunca debería llegar a ese punto». «No, no deberíamos separar familias, pero no deberíamos llevarnos a familias sobre las que no tenemos ningún control».

Refugiados y solicitantes de asilo

En el último par de años la tendencia imperante en el flujo migratorio es que los migrantes se entregan a las autoridades ni bien pisan suelo estadounidense y piden asilo, ya que han salido de sus tierras originales expulsados por la violencia de maras, la pobreza extrema o la violencia interna. Esto reemplaza la práctica común de evadir a la “Migra” y circular por senderos más peligrosos. 

Como corolario, a pesar de ello, el número de muertes en la frontera parece no haber mermado del récord de 560 establecido en 2022, aunque todavía no hay números finales. 

El título 42 

Obedeciendo la ley internacional, Estados Unidos ha recibido a los solicitantes de asilo, permitiéndoles la estadía mientras se decide su caso en tribunales. Esto llevó a un aumento en las solicitudes. Para detener este flujo, el gobierno de Trump utilizó el inciso legal llamado Título 42, que declara que por razones de salud pública – la pandemia del COVID-19 en este caso – no se permite el ingreso de estas personas, sospechosas de portar el virus. Excusa o no, el gambito sirvió para aminorar el ritmo migratorio, pero llevó al hacinamiento de los migrantes en campamentos improvisados en México. 

¿Cuál es la posición de Nikki Haley frente a este cuadro complicado y aún sin solución?  

Haley restauraría la política de “Quédate en México” también establecida por Trump, según la cual incluso los indocumentados a quien se aceptó la presentación de solicitudes de asilo deben esperar en México durante sus procedimientos de inmigración. 

Haley también imitará, de llegar a la presidencia, la severamente restrictiva política de Trump de prohibir la entrada al país de oriundos de países musulmanes, eso s[i,  reemplazandolo por países de actividades terroristas, en lugar del parámetro de la religión.  Ha llamado al gobierno a “cerrar” la frontera y a retirar fondos federales de las ciudades santuario, repitiendo una amenaza que cuenta entre las favoritas de Trump al azuzar a sus tropas. 

En algunos momentos, como en el ya tristemente famoso video de 2015, Nikki Haley parece tener sentido común y una virtud que desapareció en los anaqueles de los actuales líderes del partido Republicano: la caridad. La misericordia. La solidaridad. En otros barre firmemente cualquier vestigio de debilidad y sale disparando a mansalva. 

Segunda de tres partes. En la tercera: Ron DeSAntis, orgullosamente agresivo 

Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California. 

Autor

  • Gabriel Lerner

    Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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