Estados Unidos y su irrenunciable sustrato hispano

Si elimináramos los nombres geográficos de origen no anglosajón de un mapa de EE.UU., quedaría desnudo

Estados Unidos no se entiende sin el mundo hispano; decir esto no es ser antiamericano, es ceñirse a la historia.

Las ciudades de mayor antigüedad del país son hispanas; tanto, que anteceden a la independencia. Las primeras catedrales también, o la primera comida de Acción de Gracias. La primera moneda estadounidense fue el “real de a ocho” español, que le da nombre al dólar: pronunciación deformada de la moneda española “taler”, nombre que proviene de la mina europea de la que se extraía el metal. El símbolo actual del dólar es el reverso de la moneda española. Recuérdese que la primera fábrica de la moneda de Estados Unidos o ceca no se construyó hasta 1792 (con la aprobación del Coinage Act).

Y dicho sea de paso, China usaba también para su comercio en Asia la moneda española, personalizándola con un símbolo marcado en chino.

Mapa de Florida (Estados Unidos), 1584. Foto: Biblioteca Nacional de España.

Hoy se quiere anglificar el mundo estadounidense, o así lo parece por el cambio de denominación del monte Denali en Alaska, que pasaría a ser McKinley. Esto implica pasar de un nombre tradicional aleutiano que antecede a la compra de Alaska a Rusia por Estados Unidos al nombre de un presidente que nunca vio ni pisó Alaska.

¿No habría por coherencia que cambiar el nombre mismo de Alaska que también es aleutiano?

Si elimináramos los nombres geográficos de origen no anglosajón de un mapa de Estados Unidos, quedaría desnudo, porque lo que la Historia deja inscrito en la geografía es su auténtico ropaje, no el inventado.

Alcanzar el Pacífico es añadir a la historia del país el sustrato hispano. Los nativos americanos hablaban entre ellos español cuando no había ninguna lengua (nativa) en común, que era lo habitual. Se llamaban Gerónimo, Vitorio o Mangas Rojas. También hablaban con los europeos de habla inglesa en español, que era la lengua que tenían para comunicarse con todos los foráneos. No sabían que había otras. El libro de Gerónimo “Soy apache” se escribió en traducción del español al inglés.

Cazaban los bisontes a pie

Los códices aztecas no contienen indígenas a caballo ni consumiendo cítricos. Decía una estudiante de una clase nada antiamericana sobre lengua y cultura del suroeste que, de ser así, ¿por qué salían siempre los “indios” a caballo cazando bisontes o atacando diligencias? Lo decía, claro, por las películas del Lejano Oeste. La verdad es que los cazaban a pie. Cuesta darse cuenta de la distancia abismal que hay entre dos estratos históricos tan distanciados en el tiempo, el hispanoamericano y el angloamericano.

Sí, es verdad, los caballos vinieron de Europa con los hispanos. Por eso “Mustang”, ‘Mosteño’, “Palomino”, o “Bronco” son términos en inglés tomados prestados de la tradición hispana. Igual que “mula”, “reata”, “lazo” y “buckaroo”, esto es ‘vaquero’. De hecho, la palabra “cowboy” es un calco inglés del español “vaquero”, escrita por primera vez por Jonathan Swift en 1725. El inglés no tenía ninguna palabra para representar el oficio. En época tan temprana como 1285 aparece por primera vez en una carta de donación en español. Casi medio milenio antes.

El asentamiento de origen europeo más antiguo de Estados Unidos es la ciudad de San Agustín, que fundó Pedro Menéndez de Avilés en 1565. No es un dato antiamericano.

Hasta trece catedrales hispanas contamos en Estados Unidos que son anteriores a la primera del mundo anglosajón. De esta historia de nuestro país nos sentirnos orgullosos. Querer borrarlo es lo que es antiamericano.

Llegar al Pacífico hace de Estados Unidos un país anglo-hispano. No sorprende que el español sea la primera lengua de todos los estados de la Unión, dejando al margen al inglés. El español debe por derecho propio tener una presencia oficial y la lengua hispana ser reconocida como tal.

En Canadá hay 7,7 millones de hablantes cuya primera lengua es francés, el 23 por ciento de los canadienses; en Estados Unidos hay 67 millones de hispanos, y alrededor de 42 millones de hablantes de español. Solo ya California con 17,5 millones, un tercio del estado (según datos del Censo 2023), sobrepasa con muchisisísimo a todo el francés de Canadá. Y el francés en Canadá, recordémoslo, es lengua cooficial con el inglés.

Las autoridades administrativas y académicas no deben descuidar la Historia de nuestro país, porque se puede caer en la tentación de inventarse otro que no es, y eso sí que es ser antiamericano.

Autor

  • Luis Silva-Villar

    Luis Silva-Villar es educador, lingüista, periodista de la lengua y musicólogo. Obtuvo su PhD en la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA). Es asimismo licenciado en Lingüística Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid (España) y Profesor de Música por el Conservatorio Superior de Música de Madrid. Ha impartido clases en UCLA, UCSB y CMU. Actualmente es profesor emérito del Departamento de Lengua, Literatura y Comunicación de Masas de este último centro. Especializado en lengua y lingüística, e Historia y Cultura de España y Latinoamérica, su interés se centra en el español en Estados Unidos. Como periodista de la lengua ha publicado en España, en las revistas Ritmo y Folk, y en diferentes medios de Estados Unidos: La Opinión (LA), Diario de Nueva York, La Raza (IL), Hispanic LA, y Entérate Latino (CO), entre otros. Posee una docena de libros en el mercado, de los que destacan: Hablaciones (2009), Hablacadabla (2011) y El fondo y el forro del idioma (2020). Es el autor de la entrada enciclopédica “Periodismo de la lengua en la prensa escrita” de la Enciclopedia de lingüística hispánica, 2016. Luis Silva-Villar is an educator, linguist, language journalist and musicologist. He earned his PhD from UCLA (CA) and his licensure in Hispanic language and Literature from the Universidad Complutense de Madrid (Spain). He completed his studies in music from the Royal School of Music of Madrid (Spain). He was a professor at UCLA, UCSB and CMU, from where he is an emeritus professor of the Department of Languages, Literatures and Mass Communication. He is specialized in language and linguistics, Spanish in the US, and History and Culture of Spain and Latin America. As a language journalist he has worked for the following publications: Ritmo and Folk in Spain, and a variety of newspapers in the US: La Opinión (LA), Diario de Nueva York, La Raza (IL), Hispanic LA, and Entérate Latino (CO), just to mention a few. He has written a dozen books, among them we would highlight: Hablaciones (2009), Hablacadabla (2011) y El fondo y el forro del idioma (2020). He is the autor of the encyclopedic entry “Periodismo de la lengua en la prensa escrita” (Enciclopedia de lingüística hispánica, 2016).

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