Se escribe mucho sobre este asunto. Exploramos una vertiente más. “Abogado del diablo” es expresión para los que se olvidan de ponerse en el lugar de otro en una causa que se da por perdida. Los rusos son los malos y su sistema político peor que el nuestro. Y llegó el diablo.
Rusia pide que Ucrania no se integre en la NATO porque no quiere fuerzas enemigas en su patio trasero. Siempre ha habido estados-tapón, llamados “marcas”, o zonas desmilitarizadas: recuerden en la Reconquista norteña de la península ibérica las zonas despobladas por años entre el reino de León y el sur árabe.
En Europa, las “marcas” señalaban las fronteras del imperio. La Europa tradicional deriva del Imperio Sacro Romano-Germánico, el sucesor del Imperio Romano occidental. Al sur, estaba la Marca Hispánica, hoy Cataluña, al norte la danesa, hoy Dinamarca, y por el este: los confines; esto es, “la marca del este”, en alemán Österreich, nombre actual de Austria.
Una cosa es una unión europea comercial y otra una unión militar. Una cosa es un mercado y otra una lanzadera de misiles. Obsérvese que la amenaza de Corea del Norte a EE.UU. se mide por el alcance de sus misiles.
Reclamar un espacio de protección es tan antiguo como el hilo negro. Se juntan en este caso la seguridad, algo que se asemeja a lo que hizo Israel ocupando los altos del Golan, o a lo que se llamó la “crisis de los misiles” con JFK. No se quería vecinos con ojivas nucleares en Cuba. Obsérvese, también, que el argumento de “estado soberano“ que se le atribuye hoy a Ucrania nunca se tuvo en cuenta en el caso cubano. No es tan difícil de entender que una franja neutral con Finlandia, Bielorrusia y Ucrania pudiera satisfacer a todos.
La lengua cuenta. El este de Europa está ocupado por lenguas eslavas. Rusia y Ucrania no son excepción, al igual que sus vecinos Bielorrusia, Polonia, Bulgaria, Servia, Croacia, Bosnia, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, etc. Todos menos Hungría. En cuanto a la historia, Kiev es el germen de Rusia, con la que comparte origen milenario más allá del comunismo de 1922. La misma palabra Rus que da nombre a Rusia, procede de Ucrania.
Des-rusificar Ucrania, equivaldría a des-hispanizar el suroeste de EE.UU. La influencia hispana en el suroeste no es resultado de la emigración moderna ya que esto no afectaría a la toponimia. Los nombres de lugar están anclados en momentos pasados que anteceden a la anexión y que el tiempo no ha borrado. A la frontera de Texas se acercaron tanto las colonias independientes británicas como las que acabaron en California. Esto demuestra que demasiada proximidad puede hacer peligrar los mapas geoestratégicos.