Se acercan las elecciones y los asuntos del voto – el voto latino y el general – hay que enfrentarlos con máxima responsabilidad. Los candidatos: Biden y Harris, por los demócratas, y Trump y Pence, por los republicanos, ya es materia de nuestra incumbencia.
¿Cómo y dónde están reflejadas las aspiraciones hispanas? ¿. ¿Será que basta con votar contra Trump? Las diferencias cuentan. Las agendas políticas se entrelazan, aunque los intereses varían: por historia e idiosincrasia.
El mundo hispano y el afroamericano, que sirva de ejemplo, han tenido vidas heterogéneas en Estados Unidos. La historia hispana de EE.UU. es resultado de su propia aventura. Cuando ya existía nuestra comunidad, los anglosajones ni sabían de América. Por su parte, la vida de los afroamericanos ha estado desde siempre ligada al anglosajón.
La incorporación hispana “a este país” se inicia con la desastrosa anexión del suroeste tras una guerra entre países vecinos que termina con un Tratado político-militar (Guadalupe Hidalgo, 1848). La comunidad afroamericana, en contraste, ha tenido que sobrevivir a la inercia de una relación desigual que aún persiste en el subconsciente colectivo. Películas como Gone with the Wind (1939) lo narran en celuloide.
Cuando los anglosajones huyeron de Europa (Mayflower, 1612), los hispanos ya atesoraban cien años de actividades prósperas, tanto en el suroeste actual, como en el sureste floridano. La geografía no miente. La magnitud de la brecha temporal entre anglosajones e hispanos queda escenificada en la pintura. Los anglo-norteamericanos dibujaban a los nativos americanos “a caballo”; los hispanos, “a pie”: no había caballos.
El grupo afrohispano es reciente. No llegaría al continente hasta el siglo pasado. La comunidad afromexicana, que también existe, nunca tuvo contacto directo con nuestro país.
El hispano ha mantenido su espacio diferenciado hasta bien entrado el siglo XX. Hasta se educaba más a través de la prensa en español que en la escuela anglosajona. Hoy viven todavía los que estudiaban con libros en inglés, pero daban la clase en español. Los avatares sociales han venido a moldear el concepto de minoría. Las minorías se inventan para recordar cuáles son las mayorías.
El protagonismo histórico, sea de mayoría o minoría, solo se puede alcanzar si se concreta en las urnas: defendamos la cultura, principalmente lengua y costumbres, y una alícuota representación política y pública.
Lo dicho hasta aquí no invalida que, ante la muerte de George Floyd, entre otros nefastos agravios, nos reforcemos entre todos porque nadie en su sano juicio quiere vivir al margen de la historia. Pero que no ocurra nunca que el voto latino se dé por descontado, porque entonces se desvaloriza.
Luis Silva-Villar es Profesor de Lengua y Lingüística / lenguaporoficio@gmail.com