Yalitza Aparicio no ganó el Oscar, pero brilló. Ella y su mamás, quien se llevó el corazón de los presentes. Roma no ganó el Oscar a la mejor película – el premio lo llevó «Green Book», que habla de otro conflicto social puramente estadounidense, el legado de la esclavitud y de Jim Crow en el Sur. Pero sí ganó la mejor película extranjera, y Alfonso Cuarón, el del mejor director.
«¿Pero por qué Yalitza estuvo nominada históricamente a un Oscar, cuando ni siquiera habla en la película Roma?”
Ese es uno de los cientos de comentarios del público hispano, que he leído en el internet. Es también, quizás, lo que piensan algunos actores reconocidos de México. A ellos se les han escapado comentarios negativos hacia la actriz revelación 2019, una indígena mexicana que nunca soñó con la fama.
¿Los indios?, no hablan
La respuesta es simple: ¡Los indios no hablan, porque tienen miedo y vergüenza! Punto.
Por eso, la actriz no tiene extensos ni elocuentes diálogos. Para entender a “Cleo” hay que seguir sus acciones, ver el dolor en sus ojos, y observar su silencio. Así también, lo es en la vida real. Yalitza confiesa que no le gustaba hablar mucho ni tomarse fotos; y que también fue empleada doméstica como su madre, en tiempos de necesidad.
Por eso es evidente que se interpreta a sí misma, algo que pocas veces un actor tiene la oportunidad de vivir.
Soy indígena, mestiza, criada como blanca en un sistema clasista
Explicaré el rol de “Cleo” en Roma. Pero no por ser experta en cine, porque no lo soy, sino porque soy indígena, mestiza criada como blanca en un sistema clasista.
Crecí rodeada de muchos indios; en un pueblo fantasma en la mitad del mundo, en Ecuador.
Los domingos en la iglesia
Recuerdo cuando mi madre me llevaba a misa, los domingos en la mañana, el acontecimiento más importante de la semana, en el pueblo (antes de los iPhones); habré tenido yo unos 8 años; y me llamaba mucho la atención ver a los indios sentarse siempre al final, en las ultimas filas en las bancas de la iglesia.
Los indios se sentaban siempre al final, en las últimas filas, y cedían el puesto a otros.
Siempre cedían el puesto a otras personas. Miraba yo hacia atrás, y los veía caminar agachados, en silencio, tratando de no incomodar a nadie, se quedaban en las ultimas bancas; así hubieran puestos vacíos en el medio –Sentía dentro de mí que eso no estaba bien.
Años más tarde, entendí que ellos tenían vergüenza y miedo de expresarse. Inseguridad de caminar al frente de personas que los mirarían mal, y de sentarse alado de familias blancas o pudientes. Nadie se les prohibía, estaba sobreentendido. Y entre esas personas, saliendo y entrando a la iglesia los domingos, habían muchas “Cleos”, empleadas domésticas «puertas adentro”, adolescentes de un andar tímido, y muy calladas. Parecía que siempre andaban asustadas. “Huambras” de trenza larga y piel morena tostada por el sol.
Las empleadas domésticas
Desde muy temprano en mi vida, aprendí que los indios y mestizos de facciones indígenas, eran muy «ariscos y callados» –términos que escuchaba de mi tía abuela– , y las empleadas domésticas, aún más. ¿La razón? –Esta conversación entre mi tía y su madre, que no olvido, lo explica un poco:
«Estoy enojada con la nueva empleada, no creo que dure”, dijo mi tía.
«¿Por qué, qué hizo la huambra?»
“Se atrevió a llamar a mis hijos por sus nombres, «ahí está el Patricio, en vez de, “el niño Patricio”.
“¡Qué atrevida, ni que fueran iguales!”, respondió mi tía, que ahora tiene 94 años.
La razón es que aún existen códigos clasistas, “colorismo”, en nuestra sociedad de América Latina. Son heredados de la época Colonial y Republicana (los latifundios en Sur América), en los siglos 19 y 20. En esos días los indígenas eran humillados, tratados como sujetos sin derechos, gente vulnerable sin tierras, y sin educación.
Eran minorías a los que el estigma los persigue hasta el día de hoy.
Por lo tanto, el director de Roma no escribe un discurso conmovedor para «Cleo»al estilo hollywoodense, cual Meryl Streep en La dama de Hierro, o Mel Gibson en Corazón Valiente.
«Cleo» es una persona de segunda clase, que sólo vive para las necesidades de otros. Su opinión no vale nada. Por eso no habla nada. Ella es un testigo mudo de la historia de la infancia del director mexicano, Alfonso Cuarón.
¿Eres o no de la familia?
Aunque no parezca, mi tía era muy buena persona, exacto como se ve en Roma a la empleadora de “Cleo”. Por eso, cuando una campesina nueva llegó a trabajar a la gran casa, no dudó en ser generosa. Le compró ropa, y se aseguró de darle los domingos libre. Se llamaba Martha. Era muy bajita y de pelo negro rizado. Ella sí que decía “si señora” o «no señora”. «Niños vengan a comer”, refiriéndose a mis primos. Así que todo iba muy bien.
A la hora de comer comía separada… veía a los patrones como si fueran seres superiores
Sin embargo los incidentes diarios me hicieron dudar de que ella realmente era de la familia. A la hora de comer, comía separada. Cargaba con múltiples obligaciones que empezaban a la madrugada. Desconocía si su salario era justo o no. Finalmente, veía a sus patrones como si fueran seres superiores. algo por lo demás normal para la época.
Cuando yo iba de visita me servía un jugo delicioso de frutas, pero nunca se sentaba a comer conmigo.
Martha, era una muchacha de origen campesino. No sabía leer ni escribir. Tenía “bonita apariencia”, decían mis tíos y los peones. Le daban muchas halagos. Se ganó el cariño de todos. Pero nunca llegó a ser una igual. Y ella siempre lo supo.
El clasismo disfrazado de memes
https://www.youtube.com/watch?v=ZSI2VLwPFWw
La conversación que escuché de niña, y los tratos “especiales”que ví con algunas empleadas del pueblo me recuerdan el mundo de “Cleo” en la ficción, y en la vida real de Yalitza Aparicio. La actriz ha recibido mucho apoyo de grandes actores de Hollywood, y Europa. Pero también críticas de su misma gente, colorismo disfrazado de memes y trolls, en la era de las redes sociales.
Los latinos estamos orgullosos de ella. Pero entre nosotros hay quienes son de piel mas clara, y su éxito les molesta. Eso sucede incluso entre gente de su mismo color.
Yalitza comparte esa realidad con millones de empleadas domésticas en el mundo.
Querían un final de Disney. Querían entretenimiento. Esta película es un espejo.
A muchos, la película Roma los decepcionó. Salieron decepcionados, y todo porque no tiene un final de Disney. Quizás esperaban que Roma los entretuviera más. Pero esa no es la forma de juzgar este tipo de cine.
Para entender Roma, hay que querer conocer de la realidad de los pueblos de América Latina y conocer la historia de sus minorías. La vida de los indios en el México de los 70 es un espejo donde se refleja América Latina, y la suerte de sus descendientes hasta el día de hoy.
De manera que puedes darle una segunda oportunidad e ir a verla, si esos fueron tus motivos.
El final hollywoodense de Yalitza
Yalitza Aparicio ha sufrido discriminación a lo largo de su vida. Lo mismo su madre. No hace décadas. Ahora, en el siglo XXI, en el tiempo de los iPhones, la robótica, los smart homes. Sigue pasando como hace 200 años.
Sin embargo, Yalitza, la profesora de kindergarten, fue nominada a un Oscar como Mejor Actriz. Este es su final de “Cenicienta». Este es el final hollywoodense que muchos esperaban en la película. Ella lo está viviendo en carne propia, gracias a la cámara del director Alfonso Cuarón.
La joven mixteca es el rostro cinematográfico más admirado del año, de toda la nueva camada de actrices internacionales del 2018, según The New York Times. Yalitza está sentando un precedente en contra de la discriminación hacia minorías.
Roma ha ganado el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Ganó dos Globos de Oro a Mejor Director y Mejor Película en lengua extranjera. Esperamos con ansias que Aparicio gane su Oscar como ‘Mejor Actriz’, y que así, la Academia haga historia.
Yalitza Aparicio, la joven mixteca, es el rostro cinematográfico más admirado del año
A ver si de una vez con eso nos curamos del mal de colorismo/racismo; especialmente los hispanos, y volteamos la página. Esperamos que el director mexicano, Alfonso Cuarón se lleve esa estatuilla al mejor director. Eso alegrará los corazones de los millones de inmigrantes hispanos en Estados Unidos.
Con estatuillas o no, Roma y Yalitza abrieron amplia la puerta a una nueva generación de mujeres indígenas, mujeres de color, que son invisibles en el entretenimiento, la moda, y que pensaron que nunca podrían triunfar en Hollywood, o en la vida.