La semilla de la tolerancia en el Oscar
WASHINGTON, DC – Mientras en Hollywood la ceremonia de los premios Oscar daba sus pininos en tratar de celebrar la diversidad de este país y del mundo, premiando a lo más destacado de la cinematografía, acá en Washington, el llamado Hollywood de los feos, la atención se centra en el muro que nuestro presidente insiste en levantar en la frontera con México, un símbolo de división, ostracismo y prejuicio en pleno Siglo 21.
Mercury en Bohemian Rhapsody
No siempre veo la ceremonia de los Oscar, pero este año lo hice porque una de las películas nominadas, Bohemian Rhapsody, celebraba el genio musical del británico Freddie Mercury, líder de la banda Queen, y mi cantante, músico y compositor favorito de todos los tiempos. (Aunque la película digamos que apenas hace referencia a que Mercury también fue inmigrante o a su sexualidad o al hecho de que contrajo VIH cuando la enfermedad suponía una sentencia de muerte, y finalmente sucumbió por una neumonía complicada por el SIDA).
Los inmigrantes
El tema migratorio fue recurrente a lo largo de la velada, así como los temas de inclusión, tolerancia racial, tolerancia a la diversidad sexual, agradecimiento por la fuerza de la mujer o como ha dicho el ganador del Oscar al Mejor Director, Alfonso Cuarón, por su filme Roma, agradecimiento a los “invisibles” que han impactado positivamente las vidas de cada uno de nosotros.
Así lo hizo el chef español José Andrés, al decir que hay que rendir tributo “a los invisibles en nuestras vidas”, especialmente “los inmigrantes y las mujeres que son los que impulsan a la humanidad”.
Rami Malek, el actor estadounidense que se alzó con el Oscar al Mejor Actor por dar vida a Mercury, también aludió al tema al decir: “Soy hijo de inmigrantes egipcios, estadounidense de primera generación, y mi historia se está escribiendo en este momento”.
Efectos de este nuevo Oscar
Las críticas a la 91 entrega de los Oscar, por diversas razones, no se han hecho esperar, pero digamos que van dando sus primeros pasos en materia de diversidad.
No sé si las cintas premiadas y los discursos de los premiados mueven la aguja en los espinosos asuntos que abordan. Por ejemplo, no sé qué efecto a largo plazo tenga la cinta Roma en conseguir un trato humanitario y justo para los millones de empleadas domésticas de México y del mundo que son abusadas y explotadas a diario sin piedad. O si la nominación de Yalitza Aparicio como Mejor Actriz por su papel de Cleo en Roma, la primera indígena en ser nominada en la historia de los Oscar, tendrá alguna repercusión más allá del debate que desató en las redes sociales entre quienes celebraban su nominación y los detractores que mantienen vivos el racismo, el clasismo y el prejuicio que plagan a nuestros países latinoamericanos, y al mundo.
O si las cintas nominadas que tratan el tema del racismo y de las tensas relaciones raciales en este país contribuirán a un diálogo efectivo y útil de estos temas que vayan más allá de un discurso al recibir un premio.
Quiero pensar que sí. Que al menos se trata de sembrar una semilla de tolerancia que poco a poco irá germinando.
Entre el amor y el odio
Y quiero pensar que sí, porque es la única forma de hacer frente a los demonios de la división, la intolerancia y el racismo que andan sueltos entre nosotros. Los demonios que pensábamos estaban bajo control, pero que han sido liberados por los promotores del prejuicio como política pública, por ejemplo, en la forma de un muro.
Por eso hay que seguir el consejo del director afroamericano Spike Lee, quien por fin recibió un Oscar al Mejor Guión por su filme Infiltrado en el KkKlan:
“La elección presidencial del 2020 está a la vuelta de la esquina. Movilicémonos y estemos del lado correcto la historia. Hagan la elección moral entre el amor versus el odio”.
Hagámoslo por nosotros y por los «invisibles».
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice