Cerca de las 10 de la mañana del martes 16 de noviembre de 2010, bajaron 33 mujeres chilenas hasta las profundidades de la mina El Chiflón del Diablo, en Lota. Son ex trabajadoras del Cuerpo Militar del Trabajo, programa gubernamental destinado a la contratación de mano de obra para la demolición y despeje de los estragos causados por el terremoto y tsunami de febrero. Sin embargo, el programa llegó a su fin y casi trece mil trabajadores han sido despedidos paulatinamente a lo largo del país.
La medida de fuerza de las mujeres es para solicitar que el programa sea reactivado e incorporado como parte del Presupuesto del 2011.
Las 33 mujeres chilenas se adentraron 500 metros en la mina y desde allí enviaron una carta al Ministerio del Interior explicando su proceder y exigiendo el cumplimiento de sus demandas.
La vocera de las mujeres, Brígida Lara, dijo a los medios: «Hemos hecho muchas cosas para que nos tomen en cuenta, pero el gobierno no nos ha escuchado, así que nos están forzando a tomar estas medidas de fuerza».
Adherentes les hicieron llegar frazadas y cubrepisos. Las mujeres exigían una respuesta antes de la medianoche, o de lo contrario iniciarían una huelga de hambre bajo la mina a partir del miércoles.
Ante el silencio de las autoridades, la amenaza se cumplió y han iniciado una huelga de hambre indefinida.
La mina El Chiflón del Diablo fue inmortalizada a través de los relatos del escritor chileno Baldomero Lillo. Se le llamó así porque es la única mina del mundo ventilada en forma natural. La mina se interna bajo el océano Pacífico hasta aproximadamente 1.200 metros. Fue explotada hasta mediados de los noventa, para luego transformarse en un lugar de atractivo turístico.