Desde 2008, el salvadoreño Jorge Mario Cabrera es el director de Comunicaciones de CHIRLA, The Coalition for Humane Immigrant Rights, fundada en Los Ángeles en 1986 para promover los derechos humanos y civiles de inmigrantes y refugiados. Habló de los desafíos de la organización en la encrucijada del tercer milenio.
Hace dos años y en plena pandemia, hubo un grupo que levantó la voz de manera incansable por los inmigrantes en Estados Unidos. Un año después y, cuando tras los pedidos insistentes el gobernador Gavin Newsom (California) designaba una partida de 175 millones de dólares en concepto de “ayuda de COVID para indocumentados”, CHIRLA fue una de las 12 organizaciones que administraron el programa. Fue un hito más de esa “coalición” que, desde su fundación, no ha cesado de pedir por los derechos de inmigrantes amparados por la constitución de los Estados Unidos.
“CHIRLA nace como una coalición de líderes comunitarios y abogados de inmigración en 1986 para ayudar, educar, y guiar a la comunidad inmigrante indocumentada”, comenta su director de comunicaciones desde 2008, el salvadoreño Jorge Mario Cabrera. Y continúa. “En esos tiempos, el gran problema de la comunidad era, precisamente, el legalizar su estado migratorio bajo el programa de amnistía que aprobara el presidente Ronald Reagan. Por ese entonces, éramos menos de diez personas trabajando, siendo que hoy contamos con más de 160 colaboradores permanentes”.
-¿En qué momento deciden representar no solo a mexicanos y latinos sino a los inmigrantes de todas las naciones?
–Siempre hemos representado a la comunidad inmigrante en general; aunque es innegable que la mexicana es la más extensa no solo en el país sino también en Los Ángeles, seguida por la comunidad centroamericana y la asiática. Si bien nos enfocamos en la comunidad hispanoparlante, también hemos expandido nuestros servicios a todo inmigrante que nos necesite; incluyendo a los africanos, israelitas, camboyanos, afganos y hasta europeos.
-¿Cuáles son los servicios legales de inmigración que ofrece CHIRLA?
-Contamos con un equipo de 22 abogados que tramitan naturalización, peticiones familiares, visas para víctimas de odio y crímenes, residencia permanente, permisos de DACA y TPS, y auxilio para detenidos en centros de inmigración. Aparte de los servicios legales de inmigración, nuestra labor de abogacía a nivel local, estatal y nacional nos pone al frente de la lucha “pro derechos” de todo inmigrante, sin importar su descendencia. Y como colaboramos con otras organizaciones, podemos influenciar en leyes y propuestas de ley que luego impactan en millones de personas.
-¿Tuvieron más trabajo en tiempos de Donald Trump?
-Durante la administración del presidente Trump, nuestro trabajo se incrementó de la ofensiva a la defensiva. Eso se debió a que su retórica xenofóbica, provocó el incremento de crímenes de odio e incidentes racistas contra la comunidad inmigrante. Además, su presidencia ocasionó muchos cambios negativos a las pocas leyes que ya existían y que permitían el ingreso a inmigrantes de manera legal.
-¿Cómo contrarrestaron ese discurso de odio?
-Con educación y abogacía. Lo hicimos durante cuatro años ininterrumpidos, concientizando sobre lo negativo de ese discurso y organizando a la comunidad para que no tuviera miedo y supiera sus derechos bajo la constitución estadounidense.
-¿Reciben pedidos o asesoramientos de otros grupos minoritarios, como el LGBTQ?
-Absolutamente. Nuestro trabajo incluye, además, defensa de transgéneros pero también de personas con VIH además de mujeres huyendo del abuso sexual o físico, y más. Pero en Los Ángeles existen otras organizaciones mejor equipadas y con un recurso humano específico, que proveen servicios más apegados al lenguaje y cultura de estas comunidades. También ayudamos a inmigrantes que han sido víctimas de abuso policial a obtener su Visa U.
-¿Qué tipo de relación tiene CHIRLA con la policía?
-En Los Ángeles hemos tenido influencia y, además, oportunidad de trabajar muy de cerca con la policía. No siempre hacen lo correcto, como cuando golpearon e intimidaron a muchos inmigrantes en una marcha del 1 de mayo en 2016. Así que a veces, es necesario hacer esas denuncias y pedir aclaración y justicia. Pese a esto, nuestro trabajo en conjunto continúa. Y creo que así debe ser, siempre en un marco de mutuo respeto.
-Eres jefe de comunicación de la organización desde 2008, pero tu lucha arranca desde mucho antes…
-Sí; yo soy salvadoreño y mi familia y yo nos beneficiamos, precisamente, de la amnistía de 1986. O sea que ya estaba en los reclamos desde los tiempos de Reagan. Solo que antes trabajaba con CARECEN, otra institución similar a CHIRLA que ofrece servicios migratorios con más enfoque en la comunidad centroamericana.
-Cuando se habla de inmigración latina, se piensa inmediatamente en “mexicanos ilegales”. ¿A qué se debe este prejuicio?
-Sin duda a que se ha escrito más sobre la experiencia mexicana que cualquier otra, y porque es la comunidad latina más importante en el país. Pero te puedo decir que la experiencia de sentirse un «inmigrante» nos toca a todos. Y te lo digo yo, a pesar de ser ciudadano estadounidense y haber vivido aquí por más de cuatro décadas; uno todavía se siente extranjero y no completamente en casa. Y eso es lo que hay que mejorar.
-¿A qué se debe que el inmigrante no se sienta del todo “en casa”?
-Sin duda, al racismo y la autoridad que se dan muchos“gringos blancos” que no quieren competencia. Pero este país ha sido siempre multicultural y lo seguirá siendo, le guste a quien le guste…
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Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.