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Inmigrante: no hay odio peor que el de los gobiernos

Al final de cuentas para aprobar la ayuda a Ucrania Biden podría volver a la política fronteriza de Trump

Para la administración Biden, así como para los gobiernos de la mayoría de los países europeos y en todo el mundo, la agresión rusa contra Ucrania peligra la paz mundial y causa un increíble sufrimiento y crisis económica al pueblo ucraniano. Merece el repudio y la oposición. Reflejan ampliamente la opinión pública internacional y el enfoque de los medios de comunicación de masas. 

El partido republicano estadounidense está en cambio dividido respecto a la guerra en Ucrania y una facción importante apoya al presidente ruso Vladimir Putin. Lo ven como parte de su campaña para prevenir el avance de la OTAN hacia sus fronteras y expandir sus fronteras. Esta facción funciona prácticamente detrás de las bambalinas por temor a contradecir lo que la mayoría de los estadounidenses piensan. Pero existe y es fuerte, especialmente en los baluartes de MAGA, el movimiento de masas de Donald Trump

Pero más fuerte temor para los políticos republicanos es que se imponga una percepción de que ellos están divididos, cuando con desesperación se aferran a la candidatura de Donald Trump para un segundo período presidencial como única manera de uniéndose, conservar sus puestos.

Incluso quienes no son incondicionales fanáticos del aspirante a dictador están entre dos males, particularmente si se encuentran en estados o en áreas de influencia demócrata. Por una parte, si se pronuncian contra Trump serán criticados dentro del partido, desafiados con candidaturas encaminadas a derrocarlos, y verbal y físicamente atacados. Si no lo hacen y conservan el apoyo de él y sus huestes, podrían perder sus puestos en las elecciones de noviembre a candidatos demócratas que mejor expresen el interés de sus constituyentes. 

Es por eso que cada vez que se plantea una decisión frente a los intentos de la administración de gobernar, su primera prioridad es preservar la supuesta unidad de un partido que hace tiempo ya perdió su identidad ideológica y política y se convirtió en un conjunto de seres – muchos mediocres – en torno a la ambición inagotable de Trump. Así no vamos a ninguna parte. Nada se hace, lo que obra en favor del partido de oposición. 

Este es el trasfondo del debate en el Senado por la aprobación del presupuesto de ayuda militar a Ucrania (y a Israel), que los republicanos han condicionado a concesiones demócratas en la frontera. Es un paquete de unos 106,000 millones de dólares. 

Aclaremos que la moción tendría el apoyo de la mayoría si se presentase a votación, ya que los demócratas controlan la cámara alta con 48 miembros de 100, más tres independientes que los apoyan y en caso de paridad, el voto de la vicepresidenta Kamala Harris quien preside el Senado. 

Pero la propuesta no llega a votación porque los republicanos la declararon a merced del “filibuster”, que paraliza el debate y que solo puede ser anulado por una súper mayoría de 60 de los 100 senadores. Un caso típico de una minoría que impone su voluntad. 

Los senadores republicanos se han mantenido firmes en su predicamento por varias semanas. Ni siquiera la visita al Congreso del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, quien imploró que ayuden a su país, les hizo cambiar de opinión. Muchos de ellos esquivaron su presencia. Otros lo criticaron por su supuesta intervención en el debate. 

Otra vez, un debate que no iba a ninguna parte. 

Pronto estuvo claro que ante la unidad de los republicanos los demócratas estaban divididos, entre su delegación al Senado y la Casa Blanca. Esta última buscó una vía para el acuerdo y no rechazó de plano el chantaje. Porque no era otra cosa. 

No lo rechazó y ahora lo está aceptando. 

En efecto, el punto focal de las negociaciones este fin de semana parece ser que el gobierno aceptará reanudar las “deportaciones en caliente”  en la misma frontera, sin darles a las personas la oportunidad de pedir asilo. El cambio desmantelaría ese sistema al que actualmente se están acogiendo la mayoría de quienes llegan a la frontera sur con la intención de entrar a Estados Unidos.  

Asimismo, informa EFE, se acordaría expandir aún más el poder de las autoridades federales de deportar sin necesidad de pasar por un juez de inmigración y de crear gigantescos centros de detención en los que los solicitantes de asilo estén hasta que se decida su destino. Esto se haría  en lugar de liberarlos al interior del país, de donde muchas veces no volvían para comparecer en sus procedimientos legales. 

Y si bien parecería a primera vista que es una concesión gigante a los republicanos, es en realidad volver a la situación imperante durante y antes de la presidencia de Trump, quien heredó la situación caótica que se vive en este momento, para la cual el gobierno federal ya no tiene soluciones. Es liberar a Biden de un gran peso. 

Por la ayuda a Ucrania, un tema urgente, a corto plazo, sacrificará la reforma migratoria, un tema que nunca se va ni se alivia. Una solución temporal, en el mejor de los casos. El gobierno federal entregará a los inmigrantes a cambio de Ucrania. Quién sabe si le alcanzará.

Sería un retorno a la era de Trump en la que utilizando el inciso de la ley llamado Título 42 se echaba a los solicitantes de asilo de regreso para que supuestamente esperen desde campamentos improvisados en territorio mexicano hasta que haya algún tipo de decisión sobre su solicitud. En este caso tampoco habría siquiera oportunidad de presentar la solicitud, algo que también ocurrió en tiempos de Trump. 

Para los republicanos, la obsesión con la frontera, su odio contra los indocumentados en particular, los inmigrantes y las minorías en general, es su mandala para preservar la unidad con miras a las elecciones presidenciales de noviembre. 

Para los demócratas noviembre se acerca a pasos agigantados y con ello la probabilidad creciente de que Trump vuelva a la Casa Blanca y que pierdan ambas cámaras del Congreso. Para que ello no suceda es imprescindible que no sean vistos como “flojos frente a la inmigración ilegal” y responsables de que miles de personas traten de cruzar sin papeles cada día.

Cuando detallamos, recopilamos y denunciamos casos de odio en nuestra sociedad, en este particular el odio contra los migrantes, pensamos en ataques individuales en la calle, en los barrios, pensamos en insultos entre conductores, en agresiones físicas, personales. Pero no existe un odio más influyente y consecuente que el individual: es el ejercido por las autoridades contra los que no tienen recursos políticos para contrarrestarlo, para luchar ni protestar. 

Ni bien se confirme que se ha llegado a un acuerdo sobre Ucrania que sacrifica a los inmigrantes estaremos en presencia de uno de los mayores actos de odio  de los últimos años, el que implica también el incumplimiento de las promesas de campaña del entonces candidato presidencial y hoy titular Joe Biden. 


Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.

This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.

 

Autor

  • Gabriel Lerner

    Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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