Me aprestaba a hacerme el examen del COVID y lo primero que me brincó es que está hecho en China, aunque el dueño parece ser ACON Laboratories establecido en San Diego, California.
Casualmente, recién terminaba de ver un video sobre como logró China la proeza en solo 40 años de derrotar a la pobreza y convertirse en una potencia comunista/capitalista mundial, que cierra con la imagen de un barco cargado de contenedores y alguien que dice, de ahí seguramente algo terminará en su mesa y en efecto, no solamente en la mesa.
La marca china se encuentra en todos lados
El proceso chino es muy complicado. Corre la leyenda de que Xi Jinping visitó Ciudad Juárez donde estudió el modelo de la industria maquiladora, aunque también pudo haberlo visto en Corea, donde ha sido más exitoso que en México.
Los coreanos evolucionaron hasta crear gigantes industrias mundiales. Es el país más industrializado de la OCDE, exporta circuitos integrados, carros y hasta Hallyuwood, la industria del cine. Mientras en México seguimos sin dilucidar como incorporar más elementos nacionales a los productos maquilados.
La apuesta del llamado nearshoring que existe desde hace 40 años, podrá correr la misma suerte: mucho apoyo estatal y subsidios para que ocupen mano de obra mexicana barata.
China entendió que podían incorporar tecnología extranjera y hasta crear una capa de millonarios (6,2 millones y 1,058 multimillonarios contra 724 de Estados Unidos) que ayudarían a desarrollar la economía y empezar a crear capas medias que revolucionarían sus ciudades y el mercado interno, que se desbordaría internacionalmente.
Ahora el Partido Comunista le dice a los millonarios que es hora de retribuir. Entre otras cosas deben reducir la influencia elitista y evitar crear una oligarquía que someta al partido.
México cuenta con 36 familias de oligarcas acompañados de 294,000 millonarios, que no han sido capaces y posiblemente ni les interesa atacar los grandes problemas nacionales y posiblemente muchos políticos estén en esas filas y su capital se exporta. Ahora compran bienes raíces en Madrid.
China desarrolló su propio modelo, su propia estrategia para crear capital y transferir ciertos beneficios a las grandes masas, lo que no es poco en el segundo país más poblado de la tierra.
¿Se puede copiar, con éxito, el modelo chino?
La respuesta es evidente, no. En primer lugar porque son chinos y su cultura, valores, principios y forma de ver la vida y el mundo, no son fácilmente replicables.
En el modelo chino, visto por arriba, se mezcló el peso de un gobierno totalitario con la liberación de energías personales; frente a una ideología comunista, se permite el desarrollo de iniciativas capitalistas y el Estado ha logrado gran eficiencia para adquirir y desarrollar tecnología como por ejemplo los trenes de alta velocidad, los automóviles eléctricos y la energía solar que ya exportan.
Mientras en México el CONACyT financiaba a empresas transnacionales y la ciencia y tecnología avanzan a la velocidad del caracol. Los chinos llenan al mundo de vacunas contra el COVID mientras la vacuna Patria no termina de hacer pruebas.
Los “expertos” que esperaban que el desarrollo capitalista abriera las puertas para un sistema “democrático” occidental están desconcertados, no solamente el capitalismo no debilitó al Partido Comunista, sino que fueron capaces de reprimir las disidencias y guiar el desarrollo hacia el futuro.
Los millonarios parecen estar interesados en amasar dinero y no en desestabilizar al régimen, cuyo líder nacional acaba de asegurar su dominio por lo menos hasta 2027.
La “democracia” occidental se enfrenta a la “democracia” china. Ninguna de las dos es perfecta y cada una responde a la lógica de poder de su sistema.
El desarrollo económico depende en gran medida del poder político. De hecho no se puede explicar el capitalismo sin el papel del Estado. La pregunta sin duda está en ver cuál será capaz de enfrentar el futuro con éxito.
Mientras que las “democracias” occidentales están preocupadas por la próxima elección y tiemblan ante las amenazas internas, como la ultra derecha en Europa, la “democracia” china, está viendo hacia el futuro del mundo y se posiciona para dominarlo.
Para eso, seguramente Xi Jinping debe estar “pastoreando” a los que lo reemplazarán, porque cumplir con pretensiones milenarias se sustenta en dinastías o cuerpos de poder muy sólidos. Aunque aún en las dinastías hay apetitos de poder que terminan con un buen diseño.
Mientras tanto, no perdamos el tiempo tratando de copiar a los demás.
El futuro consiste en romper cadenas e inventar los mecanismos que nos llevarán a una nueva aventura.