A estas alturas, después de 46 años de asesinato de Roque Dalton y de Armando Arteaga, es difícil imaginar qué estaría haciendo el intelectual con su vida y en la vida. Lo más probable, su oficio: escribir imaginando el mejor de los mundos para la humanidad y cómo tratar de lograrlo.
Y lo estaría haciendo a través de la literatura y del ensayo político; también con su práctica.
Estaría seguramente explorando nuevas formas, pero -como él mismo lo definiría- en las ideas de las luchas transformadoras en función del avance social y humano.
Roque Dalton este 14 de mayo estaría cumpliendo 86 años de edad y fue asesinado hace 46 años por aquellos que se decías sus compañeros de lucha. Nunca lo convencieron de que regresara a incorporarse a la lucha contra la dictadura, porque ese era su anhelo: aportar como intelectual para que El Salvador dejara atrás su vieja prehistoria de dolor y sangre.
Pero sus asesinos -la dirección del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de entonces- vieron su pensamiento, voz y letra como “sospecha de trabajo enemigo” y decidieron “liquidarlo”, así como al sindicalista y constructor de la lucha armada antidictatorial, Armando Arteaga.
Antes y después de los asesinatos hicieron correr “bolas” infames de desprestigio en el intento de borrar su figura, con calificativos de que Dalton era “agente de la CIA”, “agente cubano”, “derechista revisionista”, “bohemio”, “bolo” y hasta “escritor de vaguedades”.
Un día, uno de sus asesinos, el excomandante Joaquín Villalobos, aseveró que el “tema Roque Dalton” no era de interés nacional. ¿Cuán lejos estaba de la verdad aquel que jaló el gatillo de su escuadra mortífera?
Hoy, sin embargo, hay una coincidencia que nos la ha venido a decir Joaquín Sabina en un concierto en San Salvador: monseñor Óscar Romero (hecho ya Santo), el futbolista Mágico González y Roque Dalton son los salvadoreños más universales que existen hasta el momento.
Otra coincidencia: sus asesinos Villalobos y Jorge Meléndez (Jonás), están en el estercolero de la historia junto a quienes los han protegido y blindado con impunidad, en especial los expresidentes Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén.
La vida, pensamiento y obra literaria de Roque Dalton ya comenzó a leerse y estudiarse en el sistema de enseñanza nacional; el proyecto es incorporar toda la obra a ese esfuerzo, así como la crítica generada a su alrededor, incluso la de connotados estudiosos como el profesor James Iffland de la Universidad de Boston, Estados Unidos.
Pese a la cruel pandemia de la Covid-19 que hemos sufrido en el mundo, la poesía daltoniana sigue brillando en su corazón que no la ha traicionado nunca… Centenares de actos alrededor del mundo celebran su poesía, exigen justicia por su asesinato y en las protestas reivindicativas en las luchas populares de Latinoamérica el pensamiento de Roque está presente, como ha ocurrido a través de sus versos en Colombia. Roque Dalton está también en los muros y en la lucha por derribar los muros que nos oprimen y nos alejan como humanos.
Si bien es cierto, la maldita impunidad de antes, durante y después de la guerra civil ha sido un eje constante en el devenir político, los salvadoreños -en su mayoría- confían, tiene esperanzas y expectativas de que esa falacia llegue a su fin más temprano que tarde.
Tenemos los salvadoreños derecho a la verdad, a la justicia real y a la plena dignificación de Roque, Armando, monseñor Romero, los jesuitas, Elba y Celina, los masacrados por los ejércitos -gubernamental y rebelde- y desaparecidos antes y durante el conflicto armado que sufrimos, para que juicios ejemplares sean la garantía de que semejantes horrores no se repitan y sean como dijo el poeta: la pre-historia de dolor y de sangre.
Publicado inicialmente en Contrapunto.com.sv
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