Cuando entré al vestíbulo de la universidad que escogí entre tantas del área de Los Ángeles, lo hice llena de curiosidad, dudas y entusiasmo, pero sobre todo, invadida por la adrenalina que genera un nuevo desafío. «Esto es lo que quiero y debo hacer» me dije con convicción. Era mi entrevista inicial.
Más temprano que tarde me encontré realizando el examen de admisión, llenando la solicitud de ingreso y entrevistándome con segundas y terceras personas del área académica. Rápido pasaron más de 5 horas. La entrevista final era con mi asesor financiero y fue programada para un día posterior.
«Estoy haciendo lo correcto», me repetí a mí misma. Y es que, según analistas financieros, economistas, y politólogos, es precisamente durante una recesión económica cuando es más conveniente y oportuno reanudar los estudios de nivel profesional y posgrado.
El argumento es que, una vez recuperados los mercados, las personas con formación académica de mayor solidez -claro, ello aunado a su experiencia profesional, serán quienes llevarán la ventaja para obtener los empleos o contratos independientes mejor remunerados.
Siguiendo esta premisa, durante el último mes, me di a la tarea de investigar los costos, cuotas trimestrales y semestrales de licenciaturas y maestrías tanto en universidades privadas como en el sistema UC y en colegios comunitarios del sur de California.
Lo que me atrajo a la universidad elegida, fue que ahí se ofrece una carrera que complementaría la licenciatura obtenida en mi país y posteriormente, la maestría de mi interés. Así las cosas, acudí muy ilusionada a mi cita antes de tomar la decisión final.
Pero mi júbilo se vino abajo cuando desglosaron el costo total de la carrera escogida y mis opciones de financiamiento. El caso es que, debido a mis circunstancias personales, me vería obligada a pagar altas mensualidades que iniciarían desde el comienzo de la carrera y no después de terminarla, como sucede en otros casos. No fue esa la información preliminar. Gran desilusión.
Como muchos de los residentes locales y en general de todo el país, recientemente he enfrentado la reducción drástica de mis ingresos debido a la actual recesión económica.
«Que mejor momento para incrementar mis credenciales», pensé en consecuencia, contando solo con la información publicitada y sin tomar en cuenta un plan personalizado de pagos. Ahora sé que la universidad privada de mi elección, no es una opción para mí, en este momento. Existen alternativas menos costosas y no quitaré el dedo del renglón.
Para los desempleados y los consultores independientes que hemos visto mermados nuestros ingresos bajo las actuales circunstancias, una de las recomendaciones de los expertos es capacitarse para un cambio de actividad, u obtener una certificación en profesiones que según los analistas tendrán mayor demanda laboral en las áreas que reactivarán la economía.
Para quienes estamos interesados en una maestría, tendremos que valorar que será lo más promisorio en un corto y mediano plazo: elevar la educación superior a un posgrado, o un cambio de carrera.
Entre las profesiones y oficios a prueba de toda recesión se mencionan empleos en el campo de la industria restaurantera, en la construcción, en ventas, finanzas, contabilidad, apoyo administrativo, servicio al cliente, diseñador de programas informáticos, administrador de sistemas y redes computacionales, administrador de bases de datos, ejecutivos en tecnología informática, ingeniero eléctrico, ingeniero mecánico, enfermeros, soporte administrativo en el gobierno.
La continuación de la educación es una decisión que se debe reflexionar con seriedad, especialmente en California, donde el desempleo ha alcanzado el 10.5 por ciento, rebasando la media nacional del 8.1 por ciento. Recordemos que estos indicadores tienen un impacto directo sobre el flujo de capital y la reactivación de nuestra economía. Por lo pronto, con el ciclo escolar ya iniciado, yo revaloraré mis posibilidades para el próximo semestre. Esta vez, mejor informada sobre las mismas.