En Los Ángeles, ¿están las elecciones a la venta? Decir que Rick Caruso compró las elecciones para convertirse en alcalde de Los Ángeles es un exceso. Pero pretender que la inversión de 40 millones de dólares, 12 veces más que su más cercana seguidora, no fue factor determinante para que el magnate terminara en primer lugar en las elecciones primarias del 7 de junio, sería un verdadero despropósito.
Por qué la gente no vota
Recordemos que Karen Bass ya llevaba casi seis meses haciendo campaña, cuando el millonario de ascendencia italiana decidió entrar a la contienda. En solo tres meses gastó una cifra récord de su propio dinero para finalmente obtener el 40.53% del electorado angelino, Bass, su más cercana seguidora, con solo $3.5 millones de inversión, obtuvo casi el 38.76% del apoyo.
Ambos contendientes se medirán en noviembre para convertirse en el próximo alcalde de Los Ángeles.
En este caso, nos referimos a Caruso porque el gasto fue tal, que nos hace pensar que, más allá de sus propuestas y experiencia, fue el bombardeo de anuncios lo que marcó la diferencia en el electorado, que ya está cansado de ver tanta desigualdad, tantas personas sin hogar en las calles y tanta delincuencia.
Y fue precisamente lo que el magnate prometió: un plan para disminuir la indigencia, más policías para dar dar mayor seguridad y el fin de la corrupción en el ayuntamiento de la ciudad. Todos muy buenos puntos. Son similares a los que la mayoría de los aspirantes al trabajo número uno de la ciudad promete, pero que hasta ahora ninguno ha cumplido con gran eficacia. Por lo menos en los últimos 22 años.
Es por eso que decimos que si Caruso no ha comprado el tan anhelado puesto de alcalde con 40 millones, seguramente invertirá otros 40 millones de aquí a noviembre para obtenerlo. ¿Habrá elecciones a la venta en noviembre?
¿Elecciones a la venta en noviembre?
Otro de los aspectos que nos hacen dudar de las buenas intenciones del candidato —conocido por sus grandes obras inmobiliarias— es que toda su vida ha sido republicano. Solo en los últimos 10 años ha cambiado en cuatro veces su afiliación de republicano a independiente. Y en 2016, cuando Donald Trump llegó a la presidencia, Caruso cambió nuevamente a republicano. En 2019 volvió a cambiar a sin afiliación y, finalmente en enero del presente año, un mes antes de anunciar su candidatura por la alcaldía, se hizo demócrata.
Todos estos cambios parecen no decir mucho, pero en realidad estamos viendo en Caruso que toma ciertas decisiones por pura conveniencia y no por convicción. Eso precisamente pone en tela de juicio la honestidad político-ideológica del candidato, principalmente cuando es bien sabido que algunos políticos demócratas actúan más como republicanos que como demócratas. Ahora vemos la estrategia. En un estado tradicionalmente demócrata, hay que pretender ser de ese partido para ganar, aunque en realidad seamos republicanos.
Si, una ciudad progresista, con la mayoría de su población integrada por minorías, está dispuesta a votar por un candidato que prácticamente toda su vida ha sido republicano y que, con chequera en mano, se postuló a último minuto para “comprar la elección”, aprovechando las grandes necesidades que aquejan a la ciudad.
La otra opción es Bass, una activista demócrata de toda la vida, quien gastó 3.5 millones de dólares en las elecciones primarias y a sus 68 años funge como congresista en Washington; además, ella estuvo a punto de ser la vicepresidenta de Biden en el 2020.