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La democracia es de los poderosos, por Agustín Durán

El fallido esfuerzo de destitución del gobernador de California Gavin Newsom no necesariamente fue justo. Sin embargo, se requiere un análisis para asegurarse que estos derechos a disentir son legítimos y están respaldados por un esfuerzo social que verdaderamente represente a una mayoría mínima y no solo a pequeños grupos de poder, especialmente en situaciones de crisis.

Why Is Gov Newsom Being Recalled {Sep} Know The Fact!

Hace unas semanas los californianos estuvimos a un paso de destituir al gobernador Gavin Newsom de su puesto. Newsom, si bien ha tenido errores como cualquier ser humano, también es considerado uno de los mejores gobernadores en su lucha contra el COVID-19 al inicio de la pandemia.

No se puede ocultar el liderazgo que mostró, en especial comparado con el expresidente Donald Trump, quien hizo muy poco o nada, para contrarrestar los estragos de la pandemia en los estadounidenses.

Newsom fue el único, o uno de los pocos gobernadores, que constantemente criticaron y enfrentaron al expresidente en su lucha por más recursos para minimizar los efectos del virus.

Unos meses antes de que Trump entregara el poder en enero de 2021, las encuestas le daban a Newsom un 62% de aprobación. Un , pero ya para febrero del presente año, su popularidad había caído a un 38%, según algunas encuestas que también constantemente pueden ser sesgadas.

El día que los californianos votamos entre destituir o mantener a Newsom, California se perfilaba como uno de los estados con menos transmisiones de coronavirus en la nación.

¡Increíble! Una población que trata de destituir al gobernador cuando el estado parece ser uno de los que mejor manejó la pandemia.

Si el tema número uno de la gente en todo el mundo, no solo en California, era disminuir tragedias a raíz del COVID, entonces ¿por qué los californianos trataban de sacar a un gobernador que también había ayudado a los más desprotegidos? Recordemos que California es el estado con más inmigrantes sin documentos: dos millones.

Además, la economía no colapsó, fuimos y somos vanguardistas a nivel nacional en la toma de decisiones sobre la pandemia como el abrir o cerrar la economía, las escuelas, las industrias. Todo con el objetivo primordial de minimizar las muertes, los contagios y el impacto económico.

Actualmente los índices de infección siguen bajando. California se convirtió hace unas semanas en el primer estado en requerir la vacuna en menores de edad.

Con todos esos resultados y acciones positivas para la ciudadanía, ¿qué pasó?

¿Por qué cuando escuchábamos las noticias sobre la destitución California parecía estar dividida?

¿En realidad se trataba de que una parte considerable de la población que querían sacar a Newsom del poder con un motivo legítimo? ¿O solamente un pequeño grupo de poder (republicanos) que lo único que querían era regresar a Sacramento?

Es importante señalar que en 2018, Newsom ganó las elecciones por 62% contra 38%, en un universo de 12 millones de votantes de los 22 millones de registrados para votar. Actualmente en California viven 40 millones de personas.

En California para que un esfuerzo de destitución sea oficial se tienen que reunir por los menos 1.5 millones de firmas legítimas, pero ese número los republicanos nunca lo pudieron lograr en sus cinco esfuerzos previos en los primeros dos años de administración de Newsom. Pero que lo intentaron, lo intentaron: una vez en 2019 y tres en 2020.

Esto quiere decir que, a pesar de los resultados en las elecciones, los republicanos nunca se detuvieron o respetaron la decisión de 7 millones de votantes que acababan de elegir a Newsom.

Es ahí donde me pregunto: ¿es correcto que, en una democracia, una minoría que acaba de ser derrotada tenga las vías legales para revertir la decisión de la mayoría de la población?

El problema no es que tengan el derecho de destituir al funcionario. El reto es que los republicanos tienen el poder económico y casi siempre que gobiernan es para ganar más dinero a través de recortes de impuestos o ‘apoyos e incentivos económicos’ para las corporaciones. Este poder les permite tener mucha presencia en los medios (sin mencionar que la empresa FOX-News es 90% propaganda conservadora).

Encima de todo, no hay mucho control en cuanto al contenido de la publicidad, y no es raro encontrar mentira tras mentira, lo que influye en la población llevándola a dudar de lo que es o no verdad, con la repetición de tantos comerciales negativos y llenos de propaganda.

Es ahí donde se pone en riesgo el significado de democracia. Se supone que, en un gobierno con este sistema, el pueblo manda, pero esta población es bombardeada con innumerables anuncios y noticias que dan la apariencia que un gran número de personas apoya la destitución cuando en realidad no deja de ser una minoría insignificante.

Y si digo una minoría insignificante es porque 1.5 millones de firmas hacen oficial el movimiento de destitución en un estado de 40 millones. Esto no es ni el 4% de la población.

Aunque si queremos ser más estrictos, 1.5 millones de firmas no es más del 8% de los 22 millones de votantes registrados.

Entonces, ¿cómo es posible que el 8% de 22 millones o el 4% de 40 millones, solo porque tienen el poder económico, tengan el derecho legal de revertir la decisión de una mayoría que acaba de elegir a Newsom?

Es una democracia para las personas de poder que les da la oportunidad de destituir a un político con el simple hecho de tener el dinero para hacerlo.

¿Dónde queda la decisión de esa mayoría que eligió al candidato y por qué tendría que ser forzada a refrendar su voto?

Además de las firmas, se necesita una razón de peso, real o inventada, para convencer a millones de californianos. Pero en un momento de crisis, donde se ocupa la atención del gobernador, solo basta que cometa un error para formular un argumento que, alimentado con un poco de dramatismo y mala intención, puede confundir a miles o millones de personas.

En el caso de Newsom fue una decisión que sin ser un error, se vendió como tal.

A unos días de anunciar el confinamiento de los californianos, al gobernador se le ocurrió salir una noche con cabilderos a cenar a un restaurante de lujo. Un fotógrafo tomó la foto y los medios le dieron vuelo.

Analicemos, qué tanto puede significar para los californianos el que el gobernador cene en un restaurante de lujo con un cabildero; algo normal para cualquier político, en comparación a todo lo que venía haciendo sobre la pandemia. Si, es cierto, lo hizo cuando ordenó el confinamiento a todos. Pero igual, ¿qué tanto afecta a la vida de los californianos en comparación con lo que se venía haciendo para contener la infección del virus? A mi punto de ver las cosas, en nada afecta, pero puede servir de mucho a los contrincantes.

Es en este momento donde los republicanos empiezan a crear una realidad que no existe, con la ayuda de medios de comunicación que no le dieron el valor exacto a ese tipo de noticias y simplemente la explotaron.

A partir de ahí, los conservadores vendieron la noticia como si el gobernador autoritario somete a su pueblo a un confinamiento, sin él someterse a lo mismo. Esto justificó su esfuerzo de destitución. Al final del período de recolección de firmas, todavía no tenían el mínimo necesario para calificar, pero un juez conservador les dio más tiempo para recaudar firmas. Ahora sí, después de varios intentos tuvieron el tiempo para hacer oficial un movimiento de destitución.

Durante las campañas, los republicanos ya no se acordaban de la cena con los cabilderos.  Ahora había que destituir a Newsom por una cantidad de motivos que iban acumulando: la indigencia, la economía, la migración, la salud y todos esos problemas que ya estaban cuando llegó Newsom a Sacramento y que se intensificaron con la pandemia.

Para que el pueblo no se enterara que el esfuerzo de revocación era fincado meramente por cuestiones políticas y de poder, demandaron al partido Demócrata para pedirle a un juez que no permitiera publicidad donde aparecieran los republicanos como impulsores de la revocación. Ellos querían que la publicidad se leyera como que era un esfuerzo legitimo de la gente de California.

Al final todos sabemos la historia, Newsom se consolidó con números muy similares a los que lo llevaron al puesto en el 2018.

Esto quiere decir que la percepción general del californiano nunca cambió, pero los republicanos forjaron una oportunidad con mentiras, dinero, manipulación y hasta apoyo de un juez, quien al concederles tiempo adicional para juntar firmas oficializó su intento de que un republicano ganara el poder.

Aunque podemos decir que la democracia prevaleció, me quedo con el sabor de boca de que es necesario subir de nivel los argumentos y el porcentaje que oficialice un intento de revocación de mandato. De lo contrario, podemos decir que sí, vivimos en una democracia, pero ajustada y más hecha para los que tiene el poder económico.

Estoy seguro de que personas sin dinero jamás podrían avanzar una iniciativa de destitución como lo hicieron los republicanos. Y no por falta de capacidad, pero si por falta de poder económico.

Agustín Duran es editor de la sección Local en Los Ángeles de La Opinión.

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