Con frecuencia escucho a especialistas, supuestos intelectuales e incluso algunos periodistas decir que en México, los contrapesos en el gobierno son determinantes para una sociedad democrática. En muchas ocasiones mencionan que sin contrapesos se llegará a un gobierno “autoritario” que podría llevarnos a un retroceso grave rayando en el fascismo.
Pero nada puede estar más lejos de la verdad.
Los cambios en la Constitución mexicana
Algo que debemos recordar es que si la gente decide que un partido político obtenga la mayoría calificada, o sea, dos terceras partes de los votos en cualquiera de las cámaras, de Diputados y de Senadores, para hacer cambios a la Constitución, es porque el pueblo así lo desea, lo ve necesario y le está dando el poder al gobierno para cumplir con sus promesas de campaña y avanzar en la democracia al servicio precisamente de ese pueblo.
No olvidemos que la palabra democracia significa demos (pueblo) y kratos (poder), lo que quiere decir que en una democracia se aplica el poder del pueblo, y si este opta por que se haga algún cambio a la Constitución —cuando hay leyes ya obsoletas que ya no respondan a las complejidades actuales—, entonces el Poder Legislativo y el Poder Judicial, en conjunto con el Poder Ejecutivo, deberían hacerlo, sin problema o temor alguno. Recordemos que durante el periodo neoliberal —1982 a 2018— a la Constitución mexicana se le hicieron más de 500 modificaciones, y en ese tiempo nadie habló de autoritarismo o dictaduras. Es más, la mayoría de la gente ni se enteró.
El problema de las modificaciones a la Constitución es que la gran mayoría fueron a favor de las corporaciones nacionales o internacionales, para que se pudieran privatizar empresas públicas, entregar concesiones, despojar de tierras a los pueblos originarios, y de esa forma apoderarse de los recursos naturales. Además, se hicieron los cambios a la Constitución para facilitar el saqueo o contratos leoninos que endeudaban al pueblo mexicano, incluso poniendo en riesgo su futuro.
En ese tiempo no fue necesario un partido autoritario o dictatorial. Fue suficiente la complicidad de PRI y PAN, y posteriormente del PRD —cuando este partido traicionó su propia esencia y a quienes lo fundaron y forjaron—, para aceptar, con sobornos, claro, cualquier cambio a la Constitución y sin que el Poder Judicial dijera algo; o lo que era peor, sin que el pueblo mismo se enterara. Fue así como se aprobó el FOBAPROA y se puso en marcha la entrega de la energía y el petróleo a corporativos internacionales. De la misma manera se abandonó la producción de alimentos para que, lejos de poder ser autosuficientes en lo más básico como el maíz, el grano lo tuviéramos que comprar a Estados Unidos.
La democracia en EE.UU. y su relación con México
Otro ejemplo puede ser el de Estados Unidos, donde se cree que existen dos partidos políticos hegemónicos, uno de “izquierda” (demócratas) y otro de derecha (republicanos), sistema que otorga un supuesto balance que impide el abuso de poder. No es cierto.
Primero, porque los dos principales partidos políticos en Estados Unidos son de derecha. Uno es más moderado que otro. Pero los dos apoyan las guerras, las armas, el seguro médico privado; y entre los dos, con sus matices, se unen para no aprobar ninguna reforma migratoria o investigación seria contra la distribución de drogas en la nación, la venta libre de armas de fuego y muchos otros temas prioritarios.
Es inconcebible pensar que en la principal potencia militar, y ahora una de las más fuertes económicamente, exista más de medio millón de personas viviendo en la calle, o miles de víctimas del fentanilo. O que este sea el país que más encarcela a su población; estos temas corresponden a una nación autoritaria, pero paradójicamente la llaman una de las mejores democracias del mundo.
Por lo que respecta a México, siendo un país petrolero, entregábamos el hidrocarburo a empresas extranjeras, y luego a estas mismas empresas les comprábamos la gasolina. Cualquier mexicano con sentido común se dará cuenta que es absurdo que los líderes del pasado (PRI-PAN-PRD) hayan permitido el saqueo, enriqueciendo a sus líderes, familiares y conocidos, y dejando al pueblo en el abandono, con sueldos raquíticos, trabajadores sin derechos laborales (con subcontratación) y sin derecho a protestar, ya que a los campesinos, por ejemplo, además de despojarlos de sus tierras, los reprimían si se manifestaban: Atenco, Iguala, Allende, Acteal y Aguas Blancas, entre muchos otros.
Eso sí, ahora que la actual administración quiere hacer un cambio a la Constitución en favor del trabajador, los partidos del PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano (MC) se oponen, no obstante, en algunas ocasiones se ha logrado el apoyo al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para lograr algunas modificaciones. Pero qué pasa, el Poder Judicial aparece, y cargado a la derecha casi totalmente, bloquea cualquier ley que beneficie a la gente. Es una pena y es por eso que se ganaron el mote de ‘vendepatrias’, porque siempre favorecen al corporativo extranjero y no al pueblo mexicano.
Es aquí donde empieza el canto de las sirenas para promover la idea de que un gobierno que tenga la mayoría calificada es “un peligro para México”, un “retroceso” a la democracia y que terminaremos en una “dictadura” si un solo partido tiene mayoría en los tres poderes.
Esas voces que dicen y replican esa teoría son las mismas que guardaron silencio cuando en el periodo neoliberal se modificó la Constitución cientos de veces. Pero su silencio no fue gratis, a muchos “periodistas”, supuestos intelectuales y medios de comunicación corporativos que ahora hablan de que Morena sería un “peligro” si obtiene la mayoría calificada en las elecciones del 2 de junio, son los mismos que hablan de la importancia de los contrapesos.
No hagamos caso a esa retórica que detiene la voluntad del pueblo en su lucha por regresarle un poco de dignidad al trabajador mexicano. En otras palabras, esa retórica busca detener la democracia misma, ya que si un partido político tiene la mayoría calificada es porque el pueblo lo exige con su voto y es necesario que esta democracia siga avanzando.
Es importante tomar en cuenta que mientras las desigualdades sigan siendo tan grotescas en México —una nación donde unos cuantos acaparan la mayoría de las riquezas de los recursos, mientras que todavía hay personas que no tienen electricidad, drenaje o lo más básico para salir adelante—, la lucha no dejará de existir.
Recordemos que la democracia no es estática ni algo que se logra un día simplemente votando; la democracia es exigir, protestar y reclamar cambios al gobierno de turno cuando las leyes que se ejercen no sirven a su pueblo.
Por eso es necesario no perderse en la discusión de los contrapesos y, sobre todo, no tener miedo a defender la voluntad de la mayoría del pueblo, porque respetar esa voluntad es defender la democracia.
Agustín Durán es inmigrante mexicano y editor de noticias locales del periódico La Opinión, en Los Ángeles.