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En Argentina hay más abogados que conductores de taxi

En argentina hay más abogados que conductores de taxi

Taxis en Buenos Aires

Son denominadas ciencias exactas porque no admiten interpretaciones mayores.

Pero también hay ciencias blandas como la psicología, la comunicación, la filosofía, la religión, la filología, la estética, el arte, la musicología, la historia, la antropología, la geología, y las ciencias jurídicas, entre otras.

Las primeras son estudios de lo absoluto, en tanto que las ciencias blandas atañen al conocimiento de lo relativo.

El Derecho no es una carrera técnica en razón que ~para iniciar los estudios~ no se requieren conocimientos profundos de ciencias exactas, biológicas u otras disciplinas científicas aplicadas, que ~por cierto~ no domina la mayoría de los nóveles estudiantes.

Así las cosas, nos preguntamos por qué en la Argentina hay más abogados que conductores de taxis, y la respuesta podría ser porque la gente mediocre tiende a emprender la carrera universitaria que no demande demasiado esfuerzo, lo cual es una tendencia absolutamente natural en el ser humano. Cada cual nace dotado para lo que puede, y no para lo que quiere.

En la filosofía de la ciencia, se estudia la noción de que no existen observadores privilegiados para un fenómeno dado: lo que se denomina “principio de mediocridad” ~sin que esto sea un concepto peyorativo en modo alguno~ porque no todas los individuos de una sociedad son intelectualmente iguales. Hay que distinguir, entonces, la cualidad de una persona que sobrepasa a otras en determinado aspecto. Y esto sucede en todas las comunidades humanas. [Véase El hombre mediocre, de José Ingenieros]

La matrícula de abogados ~hace ya bastante tiempo~ en la Argentina está muy saturada. Anualmente hay más graduados en Ciencias Jurídicas que los profesionales lógicamente necesarios para la sociedad. Así, no los puede absorber digna y laboralmente, ya que exceden en demasía el número necesario.

[Posiblemente esta sea una razón por la cual la mayoría de los cargos políticos sean cubiertos por abogados ~ignotos como profesionales en su mayoría.

Y lo que es peor aún, en el país hay universidades que admiten e incentivan cursar la carrera por correspondencia, como en el pasado se llenaba un cupón en alguna revista de historietas (Patoruzito o El Tony) para hacer así un curso de “detective privado”. Y así de funestos son los resultados del ejercicio profesional de muchos “diplomados” en la práctica.

Esa es la razón por la cual Argentina se encuentra en el quinto lugar de entre los países que fueron censados con un promedio de 405,53 abogados por cada 100.000 habitantes.

Tal vez por ese motivo la calidad de los profesionales derivó en un problema gravísimo, ya que hoy hay menos exigencias en el proceso de las carreras y menos control de calidad por parte del estado. Esto bajó mucho el rendimiento y el nivel del profesional que egresa sin mayores controles, y sin criterio alguno que explique la expansión de la Matrícula.

Decía lo mismo que yo ~con palabras similares, hace más de un Siglo~ el Dr. Juan Agustín García, Presidente de la Cámara de Apelaciones en lo Federal, en 1913. Fue catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, de las materias Introducción a las Ciencias Jurídicas, Sociología, Derecho Público Eclesiástico, Derecho Civil e Introducción al Derecho. Asimismo fue catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata y de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Es considerado el padre de la Sociología en la Argentina.

En 1899 publicó una «Introducción al Estudio de las Ciencias Sociales Argentinas» y en 1900 la que llegaría a ser su obra más famosa, «La Ciudad Indiana».  En ese texto recuerda que en épocas del Virrey Pedro de Cevallos se había prohibido el ingreso de más abogados al Río de la Plata de los que había en 1755. La inmigración de estos personajes “incitaban y provocaban las reyertas innecesarias entre vecinos… inventando conflictos sin otro sentido que generar lucro personal.”

Obviamente conozco y admiro a letrados brillantes en los foros de justicia de Argentina, y me honra la amistad con unos pocos Jueces magistrales. Sin embargo ~cuestión lamentable~ abogados competentes son la minoría.

En el buen sentido ~sin embargo~ el de «abogado» es un título que obra como plataforma para acceder a otras carreras. También a múltiples posgrados interesantes para quienes tienen vocación por las ciencias sociales, históricas o tantas otras disciplinas. Estas requieren, como requisito previo, haber transitado por los claustros para adquirir criterio académico.

FUENTES CONSULTADAS:

  1. Levene, Ricardo: “Investigaciones acerca de la historia económica del Virreinato del Plata”. Editorial El Ateneo, Buenos Aires (1952).
  2. Gammalsson, Hialmar Edmundo: “El virrey Cevallos”. Editorial Plus Ultra (1976).

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