Hay días en que la Legislatura de California y su gobernador se ocupan de leyes importantes. Importantísimas, por miles de millones de dólares, para intentar balancear el presupuesto, o salvar la educación. Son mociones históricas y caras.
En otros casos tienen delante de sí proyectos de ley menudos, pequeños, proyectos personales de uno de ellos, un favor, una ilusión. Son declarativos, efímeros.
Pero también están los proyectos de ley cuyo costo es ínfimo pero cuya importancia es histórica.
Como el AB711, que ya aprobó el Senado, que está frente a la Asamblea con carácter de urgencia.
Si se aprueba, garantizará un préstamo de 45,000 dólares de los 135,000 necesarios para un estudio de viabilidad de la independencia del Este de Los Angeles. Para ver si es o no factible crear aquí, en este barrio donde vivo, la ciudad histórica de los hispanos. Si la conclusión del estudio es positiva, se votará finalmente la idea.
Este proyecto de ley, promovido por el asambleísta Charles Calderón y la senadora estatal Gloria Romero, se debe a que los organizadores de la independencia no contaban con esa suma y que el condado tampoco la facilitó.
La razón: falta de apoyo suficiente en la Junta de Supervisores del Condado, por temor a que en lugar de una ciudad exitosa, orgullosa y vibrante, Este de Los Ángeles devenga en un foco de dependencia, necesidad y humillación, sin capacidad de cubrir, con sus impuestos, sus gastos.
Pero, ¿no sería mejor dejar estas decisiones en manos del votante?
¿No consideran el valor histórico que tiene el Este de Los Angeles no solamente para sus 100,000 habitantes, sino también para hispanos y no hispanos de todo el país? ¿Ignoran que aquí, en el corazón de la vida latina, se originan corrientes culturales únicas, que definen qué es ser latino en Estados Unidos?
El Este de Los Angeles es para los latinos de Estados Unidos como Harlem para los afroamericanos. Es su referencia cultural, histórica, política. Y sin embargo no es una ciudad, sino una porción no incorporada del condado de Los Angeles. Sus contornos se han reducido incesantamente: Boyle Heights pertenece a la ciudad de Los Angeles; el Colegio Comunitario del Este de Los Angeles, a Monterey Park.
La Asamblea debe aprobar inmediatamente esta ley, y el gobernador promulgarla con su firma, para dar así impulso a este tercer intento para que el Este de Los Angeles se convierta en una realidad.
En momentos en que la mera existencia de una comunidad latina como parte integral de lo que es Estados Unidos está puesta en duda en Arizona y otros lugares, ¿qué más importante que dar la posibilidad para que el Este de Los Angeles afirme su identidad y se defina como ciudad?