Tras cumplir 40 años Anne Coleman, oriunda de Long Island y habitante de la isla de Manhattan, se hace un tratamiento para blanquear los dientes, uno de botox para hincharse los labios, se deja el flequillo para esconder las arrugas de la frente, decide que su cuerpo es demasiado pequeño para bancarse un embarazo y le pide al marido que la ayude a cerrar la adopción que lleva pendiente por tres años y medio en Guayaquil, Ecuador.
El marido agiliza papeles y es así es como ella y su marido Bill viajan a Guayaquil a buscar al niño que los ha escogido a ellos o “chose them”, según escriben, copiando el sonado slogan de las celebrities, en la oficina de adopción. Eligen a un nene bajito como ella, narizón como él, de color tostado que se les parece a ambos después de una semana en el solarium. Firman los papeles en la oficina de adopción y vuelven con él a Manhattan.
Unos meses antes de que Anne Coleman cumpla 40 años, Pamela Torres, soltera de Cuenca, que acaba de cumplir 15 decide que no soporta el olor del cuero de artesanía que vende en el mercado y deja su trabajo como dependienta en el mercado municipal. Tras tres meses de desempleada se percata que está preñada, oh sorpresa, de tres meses de embarazo. Entonces finge una oferta de trabajo en Guayaquil, le pide dinero prestado a sus padres y viaja a la ciudad.
Pamela Torres, soltera de Cuenca, llega a la casa de una amiga de una amiga para parir a su hijo. Su panza se hincha hasta que nace el nene el cual va a dar directamente del hospital a la oficina de adopción. Con el viático que le dan por la adopción, Pamela llama a sus padres y les dice que no vuelve a Cuenca y que se queda a trabajar en Guayaquil.
Mentira. Le paga a un barco para que la traiga como polizonte a Estados Unidos. Pamela Torres, soltera de Cuenca, desembarca en Nueva Jersey con una dirección de una amiga de una amiga que, oh sorpresa, trabaja como niñera puertas afuera en Nueva York.
El nene de Anne Coleman acaba de cumplir un año y la pobre no da abasto. Anne busca a una nanny jamaiquina que le cuide a su hijo. Pero el nene llora llora llora y llora. La nanny renuncia. Se le ocurre una nanny de Colombia. El nene llora, llora y llora. Anne la despide. Desesperada y con insomnio obligatorio, Anne Coleman descarta sus clases de yoga, sus clases de Pilates, sus vacaciones en Los Hamptons y sus reuniones de té con las amigas para dedicarse a colocar avisos en el supermercado en caso de que alguna amiga de la vecindad conozca a alguna nana de Ecuador.
Finalmente una vecina la llama por teléfono y le cuenta que tiene una nana ecuatoriana puertas afuera que vive en Nueva Jersey. La nana ecuatoriana tiene una amiga que acaba de llegar y necesita trabajo de nanny pero puertas adentro.
Se llama Pamela Torres, es soltera y es de Cuenca, Ecuador.