Mientras el virtual candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, redobla sus ataques contra los inmigrantes y se lamenta de que no proceden de “países bonitos” – nice countries – como Suiza y Dinamarca, esos inmigrantes se aprestan, como cada año el 15 de abril, a pagar miles de millones de dólares en impuestos al Tío Sam como el resto de los contribuyentes que son ciudadanos o que tienen permisos de trabajo.
Los que sostienen la economía
Trump afirma que los indocumentados son “criminales”, “animales”, y que “envenenan la sangre del país”, todo con fines politiqueros. Pero esos mismos inmigrantes vuelven a demostrar cómo aportan a esta economía e incluso sin tener documentos pagan impuestos federales, estatales y locales que financian escuelas, carreteras, puentes y toda una suerte de servicios de los que nos beneficiamos todos, incluso el propio Trump.
Según el Center for American Progress (CAP, por su sigla en inglés), los indocumentados y sus hogares pagan anualmente casi 80 mil millones de dólares en impuestos federales y 41 mil millones en impuestos locales y estatales.
Pero van más allá. También a través de sus empleadores solventan programas como el Seguro Social y Medicare a pesar de que no podrían acceder a esos beneficios dada su situación migratoria. A través de sus empleadores “contribuyen impuestos anuales de nómina que totalizan 17 mil millones para el Seguro Social y 4 mil millones para Medicare”, según CAP.
Los indocumentados son además consumidores por lo que pagan impuestos sobre ventas; son propietarios de 1.6 millones de hogares y pagan impuestos sobre la propiedad y casi 21 mil millones de dólares en sus hipotecas, así como 49 mil millones de dólares anuales en el alquiler de viviendas.
Y si combinamos los impuestos que pagan todos los inmigrantes en Estados Unidos, ya sean refugiados, solicitantes de asilo, beneficiarios de DACA, indocumentados, y otros de variada situación migratoria, su contribución en impuestos anuales es de 525 mil millones de dólares, según un análisis de fwd.us
El errado argumento del sector antiinmigrante
Es decir que los inmigrantes, sobre todo los indocumentados, vienen a Estados Unidos para obtener beneficios como Seguro Social y Medicaid de manera fraudulenta. También creen que no pagan impuestos. No obstante, se calcula que entre 50% y 75% de los hogares de indocumentados presentan sus declaraciones de impuestos utilizando el Número de Identificación Personal del Contribuyente (ITIN, por su sigla en inglés) que otorga el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por su sigla en inglés) a algunas categorías de no ciudadanos que no pueden obtener un número de Seguro Social.
“La mayor parte de los expertos creen que la gran mayoría de las declaraciones de impuestos presentadas con ITIN hoy en día son presentadas por inmigrantes indocumentados”, según el Bipartisan Policy Center.
El Centro Nacional de Leyes Migratorias (NILC, por su sigla en inglés) detalla algunas de las razones por las cuales los inmigrantes emplean el ITIN para declarar sus impuestos: “demuestran que están cumpliendo con las leyes tributarias federales; el pago de los impuestos federales es una manera de contribuir más a la economía; es una de las maneras que una persona que podría tener la oportunidad de legalizar su estatus migratorio y llegar a ser ciudadano de los EE.UU. pueda probar que tiene “buen carácter moral”; y los inmigrantes pueden utilizar las declaraciones de impuestos para documentar su historial laboral y su presencia física en los EE.UU. y ser elegible para obtener un estatus legal bajo cualquier reforma migratoria en el futuro”.
En resumen, Trump se jacta de ser un empresario “exitoso” y “visionario” y los republicanos también cacarean que fomentan la no dependencia en el gobierno, la autosuficiencia. Sin embargo, tienen ante sí un segmento de la población que ya contribuye al fisco y a la economía de mil maneras, muchos son trabajadores esenciales y contribuirían todavía más si fueran legalizados, en el caso de los indocumentados, pero en lugar de acogerlos, los rechazan. Debe ser porque provienen, en gran medida, de América Latina y de otros países que Trump no considera “bonitos” y “agradables”.
Lo que nos lleva a concluir que el prejuicio, el racismo y el oportunismo político pesan más para Trump y los republicanos que la posibilidad de legalizar la mano de obra indocumentada e inmigrante que paga sus impuestos pero que satanizan para agitar a su base antiinmigrante.