Editorial: De tanto repetirla, la propaganda antiinmigrante convence

Preocupa que los arranques de hostilidad contra los inmigrantes se estén expandiendo más allá del círculo que rodea a Donald Trump.

El expresidente, en su tercera campaña presidencial, ha logrado establecer varios de los temas alrededor de los cuales se decidirá la contienda. ¿Cómo? Con su intolerancia e incitación a la violencia, incluyendo haber reproducido en sus cuentas sociales una imagen que muestra a un presidente Biden amordazado en una camioneta que lleva sus eslóganes y banderas. Si no fuese Trump, el Servicio Secreto y la FBI ya estarían golpeando puertas, si no derribándolas, y haciendo arrestos. Pero a Trump se le permite mucho más que a cualquier otro. Sí, está por encima de la ley.

La inmigración impuesta como centro del debate

Pero otro tema que Trump logró poner en el centro del debate público es el de la inmigración. Incansablemente él y los lacayos e imbéciles que amplifican su mensaje han repetido que los inmigrantes son violentos criminales, que emponzoñan  la sangre de la nación, que llegan de las cárceles y los manicomios en sus países, que son enviados por sus gobiernos como parte de una conspiración macabra, que son parte de un complot del partido Demócrata para “derrocar a Estados Unidos” (sic).

El gobernador de Texas Greg Abbott ha enviado a miles de solicitantes de asilo a ciudades con gobiernos demócratas y usurpado las funciones del gobierno federal en defender las fronteras, e interceptar y deportar a indocumentados. La Corte Suprema se lo ha permitido y por cosas del destino, al día siguiente, un tribunal federal de apelaciones en un caso separado ordenó suspender la puesta en marcha de la ley. Ahora, estados como Idaho lo están emulando y Arkansas envía tropas para apoyarlo. La semana pasada Abbott despachó al “frente fronterizo” a 700 efectivos de la nueva “Fuerza fronteriza táctica de Texas”. La Suprema Corte tiende a darle permiso de actuar y seguramente lo hará de manera definitiva en un par de semanas.

Pero no menos preocupante es la tendencia creciente entre los rivales de Trump entre los demócratas a adoptar como suyos los conceptos falsos de que vivimos una crisis existencial por culpa de los inmigrantes de países latinoamericanos, africanos y asiáticos.

En enero, el Senado de mayoría demócrata adoptó un plan migratorio que aceptaba en casi su totalidad los puntos de vista republicanos incluyendo el endurecimiento de las condiciones de asilo, el envío de personal militar a lo largo de la frontera, el emplazamiento de sistemas de alta tecnología para rechazar los cruces y la formación de una coalición con el gobierno mexicano de López Obrador para detener a los migrantes, especialmente aquellos que vienen de Venezuela.

El plan no fue suficientemente duro para los republicanos

Pero se incrementan las señales de que la propaganda antiinmigrante está rindiendo frutos en toda la población. Una nueva encuesta de AP/Norc arroja que el 68% del público está en desacuerdo con la política migratoria de Biden. Claro, ese porcentaje se divide entre las posiciones antagónicas. Pero el 53% del total quieren reducir el «número de inmigrantes permitidos para buscar asilo», y 42% piden un muro fronterizo.

Según otra encuesta del Pew Research Center, para el 77% del público la frontera está en crisis o es un “gran problema”, incluyendo al 66% de los demócratas. Solo el 4% de los encuestados piensa que el problema no existe.

Y si bien el porcentaje es mayor entre los blancos, alrededor del 40% de los latinos del país están de acuerdo con esa premisa.

Eso es lo que quieren quienes de manera insensata hablan de una “invasión” del país por hordas de “ilegales”. Lamentablemente su número parece crecer.

Debemos enfrentar la demonización de nuestra comunidad con la verdad, con los datos reales, recordando a la gente en dónde está su interés y aclarando que una victoria de Trump significará un revés desastroso para el país y la democracia representativa en todo el mundo.

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