2025: El año de la intención
Diez, nueve, ocho… Nos apresuramos a poner dinero en los zapatos, de un lado pesos, y del otro, dólares, para que la fortuna llegue en dos denominaciones.
Siete, seis, cinco… Contamos doce uvas verdes y las echamos en una copa.
Cuatro, tres, dos… Agarramos una maleta, nos echamos una mochila al hombro; antes de la primera campanada ya estábamos cruzando la puerta.
Uno… ¡Feliz 2025!
Mucha salud y amor, por un viaje a Japón, por una visita a Disneyland… mis hijos y yo decíamos nuestros deseos en voz alta mientras recorríamos el porche con las maletas en el primer minuto de este año nuevo. No somos supersticiosos, pero desde que era pequeña hacer estas pequeñas locuras se convirtió en parte de nuestras tradiciones familiares. A mis hijos les causa gracia y les encanta hacerme segunda. Se ríen, disfrutan, sueñan, gritan los anhelos de su corazón y me comparten esas ganas de recorrer el mundo que los aleja de las pantallas y tabletas. Luego nos abrazamos muy fuerte.
¡Feliz Año Nuevo, Chorizo con Huevo!
Contagiamos a la familia y a los amigos, incluso a los más serios que nunca se aventuran a salir de la sala. Saben que, por superstición o no, eso de las maletas me ha dado muy buen resultado. Así que recorrieron el porche con nosotros, sin equipaje, pero comiendo uvas y expresando en voz alta lo que podría haber sido otra lista larga para Santa: Un auto nuevo, un negocio exitoso o más cabello y menos panza. Los fuegos artificiales y los balazos al aire nos ensordecían, pero nuestras carcajadas eran más fuertes… y yo -literalmente- me quedé sin aliento.
Empezamos muy bien el 2025 y yo ahora lo celebro aún mejor, haciendo lo que me encanta, que es escribir.
El 2024 fue un año maravilloso, uno de los mejores, creo, por ende, uno de los más abrumadores; fue muy bueno, poderoso, retador y contrastante. Ojalá que el 2025 nos trate igual o más bonito.
La recta final del 2024 me atropelló. No hice recuentos ni propósitos. La neumonía aún me tiene con el cerebro nublado. No se termina de ir. Pero en este descanso obligatorio me ha ayudado a priorizar aún más lo que ya tenía muy claro y declaro, desde este reposo forzado, que el 2025 será el año de la intención. Sí, sé a dónde voy, cómo quiero llegar y quiénes quiero que me acompañen. Este será un año de acomodar piezas, querer bonito, sanar y sembrar. Para ti ¿de qué será?