Comisionada de Derechos Humanos critica boicot a Venezuela
La crisis venezolana parece en un callejón sin salida. Los intentos de golpe de estado contra el presidente Nicolás Maduro han fracasado, pero la oposición continúa con la capacidad de mantener un nivel de disrupción que mantiene semiparalizado al país caribeño.
Es en ese contexto de doble poder que generó una alta expectativa la visita de Michelle Bachelet, la expresidenta chilena y actual Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
En una era de realidades ficticias, propaganda e información falsa, la visita era clave para que la comunidad internacional se pudiese formar una opinión factual de los eventos que están subvirtiendo el tejido económico y social de la sociedad y que han resultado en la emigración de millones de venezolanos.
Comunidad internacional dividida
La comunidad internacional, desde que el líder legislativo Juan Guaidó se autoproclamara presidente en enero, se encuentra profundamente dividida. Estados Unidos busca una excusa y la oportunidad para intervenir militarmente con el respaldo de los gobiernos de derecha latinoamericanos, mientras que Rusia, China, México, Uruguay, Bolivia y la mayoría de los países miembros de las Naciones Unidas se oponen categóricamente a la intervención extranjera y promueven el diálogo entre las partes.
Las declaraciones de Bachelet
Michelle Bachelet no solo tiene un sobresaliente récord político, sino que es alguien que sabe mucho de torturas, prisiones y exilio ya que su familia, y ella misma, fueron víctimas de la represión de la dictadura de Augusto Pinochet. Así que su palabra tiene peso moral.
Por eso es que cuando Bachelet hizo comentarios sobre la situación política, después de su visita a Venezuela entre el 19 y 21 de junio, muchos quedaron boquiabiertos.
Que quede bien claro que su visita, la primera de las Naciones Unidas, fue ampliamente comprehensiva y equilibrada. No solo se entrevistó con Maduro y funcionarios claves de la administración como el canciller, el ministro del Interior y el de Defensa, sino que también con portavoces de la oposición. Estuvo con Guaidó, en su calidad de presidente de la Asamblea Legislativa, con líderes de otros partidos políticos y con organizaciones de derechos humanos.
Como era de esperar pidió la libertad de los presos políticos, declarando en un comunicado emitido al final de su visita que hacía “un llamado a las autoridades a liberar a todas las personas que están detenidas… por ejercer sus derechos civiles y políticos de forma pacífica”. Es más, durante su visita logró la liberación del diputado Gilbert Caro y otros dos detenidos.
Críticas al boicot
Pero en lo que se puede considerar una cachetada política a los Estados Unidos y a sectores de la oposición, criticó claramente el boicot internacional orquestado desde Washington: “Me preocupa que las sanciones impuestas este año por Estados Unidos sobre exportaciones de petróleo y el comercio de oro están exacerbando y agravando la preexistente crisis económica”.
Los Estados Unidos y los gobiernos de derecha latinoamericanos no podían creer que nada menos que Michelle Bachelet, una líder internacional de alta credibilidad que en setiembre pasado había sido elegida por unanimidad en la Asamblea General de las Naciones Unidas como la Alta Comisionada de Derechos Humanos, hiciera declaraciones que le dieran oxígeno político al gobierno de Nicolás Maduro.
Bachelet también señaló que había logrado que las autoridades nacionales permitiesen la presencia de dos oficiales de la organización mundial con la misión de monitorear la situación de los derechos humanos en Venezuela.
No a la alternativa militar
Pero aún más importante, sus palabras dejaron en claro que no aceptaba la alternativa militar que promueve la Casa Blanca sino que sugería la vía de la negociación: “He apelado a todos los líderes políticos a que participen constructivamente con el diálogo facilitado por Noruega y con cualquier otro esfuerzo para intentar enfrentar la actual situación política en Venezuela”.
El reporte final de su visita a la República Bolivariana de Venezuela se emitirá en Ginebra el 5 de julio. Pero ya quedó bien en claro que con su respaldo al diálogo y a la negociación, Bachelet representa una voz de cordura y seriedad en el convulsionado país latinoamericano.
Una voz que reafirma que los problemas de los venezolanos deben ser resueltos por los venezolanos y no por aquellos que planifican sus estrategias bélicas en capitales extranjeras. En definitiva, una clara defensa de la paz y de los principios sagrados de autodeterminación y soberanía nacional.
Voltaire sostenía: «No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
El señor Ocampo tiene el derecho a expresar lo que dice aquí. Yo tengo el derecho a expresar que es una lástima que no entienda lo que pasa en Venezuela.