Hay libros que se abren al lector como una suma del dolor. Cuando Dora Magaña me entregó Álbum para Amarte Patria II*, Dora Olivia Magaña pareció advertirme a través de su dedicatoria que ese sería un sentimiento trascendental de su empeño. Caído en mis manos, mis obcecaciones de lector crítico parecieron colocar en segundo plano lo más importante de esa colección: el homenaje a los compañeros de lucha de la poeta.
Su diseño de portada me recordó los anuncios propagandísticos del arte comprometido del siglo XX, fuera cualquiera su orientación política. ¿Realismo socialista? ¿Resultará aburrido, antipoético?, pensé al sopesar el ejemplar.
No tardé en encontrar una respuesta que arrasó con mis prejuicios. Abrí el poemario y leí los poemas, «fluidos/ como agua limpia corriendo el arroyo”. Terminé esa primera pieza y una extraña experiencia comenzó a fluir, sí, de este tomo tan cargado de penas y recuerdos. Sentí como si los muertos, aquellos compañeros de lucha de Magaña, salían de las páginas del libro clamando justicia. Debo confesar que no pude contener las lágrimas que me produjo esa experiencia.
Lo más significativo de toda la poética del libro es como Dora Magaña logra captar en imágenes convertidas en palabras aquellas vidas perdidas en un conflicto que dejó su país destruido y con profundas cicatrices. Y los muertos se respetan no importa en qué bando uno esté. Mis inclinaciones ideológicas nacidas de experiencias desiguales a las de ella, quedaron relegadas, ante la fuerza temática que mantiene la unidad de sus cuarenta y tres composiciones.
Luego me adentré en la estructura y noté el trabajo meticuloso de la autora que divide su obra en cinco secciones.
La primera, Poesía a la Patria, sobresale por su lirismo más íntimo lo cual, como he indicado otras veces, en esos casos se gana el corazón de zurdos y diestros. Composiciones como “Una plática con los torturadores” deja mudo a los ignorantes de los abusos por aquellos tiempos de guerra civil y nos conmueve particularmente por el tono sobrio conque trata el tema.
Tanto aquí como en “Mis muertos”, la ternura se funde con su mensaje. “Estas Mujeres en Mi Alma”, es la segunda sección y como las otras que la siguen muestran una poesía combativa nacida de su propia experiencia. Dora es una sobreviviente y en los poemas posteriores, ella no sólo recuerda a sus compañeros de lucha sino que mantiene un tono adecuado a sus intereses partidistas aunque en ocasiones se pierde la perspectiva lírica y se da paso a la trinchera, a la cual ella misma perteneció.
La última sección es como una vuelta a los primeros momentos porque “Roque en Rojo”, “Lil Milagro” “Jaime Suárez Guzmán” y especialmente “Más Amor por Mis Muertas” se abre al lector la herida bañada con la sangre de sus camaradas. Como dice Magaña:
Yo creía
que aquellos pozos del dolor
por mis muertas
se habían secado.
Para luego indicarnos que “brillantes cual espejo que espera/ el reflejo del que la observa” son los trozos de un dolor que no se va y que se recuerda para siempre.
Para terminar me gustaría apuntar que el libro, en general, nos muestra una poesía, ágil y de un lenguaje típico de la modernidad. En ocasiones parece retroceder a la expresión de los setenta, adonde nacen esas experiencias en que la posición política de la autora toma precedencia sobre la lírica en el sentido más depurado.
No obstante, el libro no pierde el tono porque este es una obra adonde Dora Magaña rinde homenaje a sus compañeros, a su país desde su perspectiva y lo más importante, muestra el talento necesario para seguir en este difícil mundo de las letras adonde se avizora un futuro como poeta.
Con esta colección, la autora de Álbum para Amarte Patria II se inscribe en la literatura salvadoreña y angelina. Sus demonios que son sus ángeles revoleteando entre nosotros, parecen hojas desplomadas del árbol de su patria adolorida.
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Tres poemas de Dora Magaña
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Una platica con los torturadores
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Los torturados,
en nuestro otoño,
cuando recogemos los frutos
y preparamos las semillas
para la siembra en la nueva primavera de la vida,
volvemos la mirada a ustedes
preguntandoles
¿Qué semilla plantaron para su otoño
cuando en las noches siniestras
sembraron desolación?
¿Qué cosecha entregaron al mundo
cuando ensalzados en su furia,
apagaron las simientes de la vida?
¿Qué fruto lanzaron al futuro
cuando en el ocaso del siglo
parieron muerte y destruccion?
¿Qué les quedo de la valentia que tuvieron
cuando en abierta cobardía
se ensañaron con gentes indefensas?
¿Qué enseñanza le dejaron a sus hijos
cuando en las tinieblas de la noche
destruyeron las escuelas del saber?
En nosotros,
todo esta intacto.
Lo enviamos
a las generaciones del nuevo siglo.
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Mis Poemas
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Mis poemas
fueron fluidos,
como agua limpia corriendo en arroyo,
por quebradas inhospitas llenas de vegetación
le cantaron a la vida, la lucha, las flores y el amor.
Mis poemas
fueron noches colectivas
de amor intenso,
de compromiso inmutable,
de entrega ilimitada.
Mis poemas
fueron vida hecha fusil,
se convirtieron en agua bendiciendo
los caudales del amor solidario,
tertuliaron en frentes con personajes de novela historica,
y le dieron espacio a la voz del sufrimiento
que se alzó con esperanza.
Mis poemas
quisieron ser compañía
de escritores centrados en el ego absurdo.
Encontraron eco en aquellas que me amaron
y me extrañaron en sus vidas.
¡Ah! mis amigas que los protegieron,
y luego no los encontraron
en las infinitas acumulaciones del nuevo sistema.
Mis poemas estuvieron siempre presentes como fuego liberador.
Se fueron con el viento al olvido
por caminos de desolación y desesperanza,
se quemaron, renacieron y… volvieron al olvido.
Despues,
encontraron nuevamente su camino.
Salen del alma y se funden
en una nueva descubierta memoria.
Se entregan sin límites,
como siempre,
a las infinitas posibilidades de la vida…
…permanecen
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Más amor por mis muertas
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Yo creía
que aquellos pozos del dolor
por mis muertas
se habían secado.
En esta noche de congoja,
entre el viento y la silueta de los arboles
aparecen sus imágenes,
transparentes, cristalinas;
brillantes cual espejo que espera
el reflejo del que observa.
Janet Samour Hasbun,
fina figura, afable tu mirar,
respondiste a la altura del deber.
Sonia Aguinada,
sólida columna, fustigante tu entereza,
exacta caíste en un salto hacia el cielo.
Muñecona,
sólida matrona, ceiba robusta,
humus palpitante en la tierra.
Elenita,
perceptible destino, comuna de los pobres,
ungida en la acción te levantas.
Ani Magaña,
erupcion volcanica, juventud vigorosa,
ardes en el recuerdo.
Raquel,
suave flor, intelecto estremecedor,
tus caudales alimentan a la mar.
En el amanecer,
cual redes, sus figuras se entrelazan
transformándose en luz.
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Álbum para Amarte Patria II
La Mancha Publishing Group, Los Angeles