En Estados Unidos basta que se reúnan cinco personas con un cartel que diga: «Dios odia a los maricones», o «Dios envió al asesino de Thousand Oaks», para que el incidente esté en las noticias.
¿Por qué? Porque el odio a minorías ya no se considera «normal» en una sociedad avanzada. Y porque no deja de sorprendernos, cada vez que miembros la Iglesia Bautista de Westboro (con sede en Kansas) hacen este tipo de enunciados en protestas públicas o en funerales de militares estadounidenses.
Ahora, estos manifestantes dicen que Dios envió al asesino de la masacre en el bar Bordeline en Thousand Oaks. El 8 de noviembre pasado Ian David Long, de 28 años, mató allí a 12 personas, entre ellos varios alumnos de la escuela secundaria local.
Pero esta semana a las puertas de esa escuela, el amor hizo más ruido que el odio. Sólo siete miembros de la iglesia adventista llegaron para hacer una fugaz aparición. Pero al cabo de pocos minutos, sus provocativos carteles desaparecieron entre decenas de mensajes de amor y paz.
«Tú también eres un hijo amado de Dios».
«Dios ama a todos por igual».
En menos de 15 minutos, los manifestantes de Westboro se esfumaron como el humo. La comunidad de Thousand Oaks se plantó firme con sus ideales de amor y tolerancia, desde muy temprano. Allí estuvieron desde las seis de la mañana esperando al otro grupo.
Los miembros de la iglesia bautista, como acostumbran, habían hecho un anuncio la semana pasada en su sitio de internet anunciando su presencia este lunes en Thousand Oaks.
Su propósito era clamar que Dios envió al autor de la masacre que sufrió la ciudad. Y aprovechar que doce personas murieron en unos de los bares locales, para predicar la palabra de Dios tal como ellos la comprenden. El lugar que eligieron para su demostración sería afuera de la escuela secundaria. Allí, dijeron, invitarían a los jóvenes que asisten a bares donde «reside el pecado» a arrepentirse. Pero la fórmula no les funcionó y su mensaje se esfumó sin crear eco.
Nadie se los pidió, pero ellos están convencidos de tener una respuesta a la tragedia de los tiroteos en este país. La quieren compartir.
Y pueden hacerlo. Los ampara la ley.
Así es. Nadie puede impedir que difundan sus mensajes intolerantes, es su derecho a la libre expresión amparado en la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que es muy específica.
El Congreso no podrá legislar ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión, ni prohibir la libre práctica de la misma; ni limitar la libertad de expresión, ni la de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni impedirles solicitar al gobierno una compensación de agravios.
Gracias a la Primera Enmienda, estas personas podrán seguir expresando sus discursos inflamatorios, sin pelos en la lengua contra las comunidades gay, en funerales de soldados, y contra otras religiones. Todo lo que quieran.