Para Yoani Sánchez y las Damas de Blanco
¿Será ciertamente así: “la próxima mujer y el último caudillo”?… El hecho depende de cuánto el cubano haya asimilado la experiencia de estos años. Si la imaginación, ligada al mundo concreto, ¡al fin!, volviera a despertar, entonces el machismo, por ser algo tan sumamente obtuso, cederá el paso a una mejor valoración de la mujer; y al ocurrir esto, el “macho-caudillo” que pueda surgir no tendrá tantas posibilidades de ser otro dictador.
Cuando digo “verdadera imaginación”, quiero significar también la sensibilidad más la voluntad para avanzar hacia una mayor cultura de democracia y de civismo, lo que contribuiría a la proyección de un mejor ser humano. El cubano, cuando vuelva a tener una imaginación resplandeciente, podrá decir que muchas mujeres sacaron la cara y se portaron a una altura histórica.
Dos de los mejores ejemplos que se me ocurren ahora son Las Damas de Blanco, en representación de generaciones anteriores, y Yoani Sánchez , como emblema de la reciente generación de jóvenes contestatarios. En ambos casos, estas cubanas, estas dos diferentes generaciones, han superado el miedo (el miedo que yo también sentí cuando estaba en la Isla) y no sólo han reclamado y defendido la libertad de sus esposos encarcelados, como las Damas de Blanco, sino que, en el caso de Yoani, su esposo y muchos blogueros jóvenes, éstos han sabido manifestarse con la inteligencia de la palabra escrita en Internet y la habilidad y audacia de la palabra hablada ante entrevistas, foros y actos públicos. Lo han hecho con una palabra abierta y con su pecho de frente a los represores; y lo han hecho, al igual que las Damas… en representación de la dignidad nacional.
En el caso específico de Yoani Sánchez, su actuación —conocida ya por el mundo entero— ha desconcertado tanto al régimen que en estos momentos (en que escribo estas líneas) no han podido hacer otra cosa que declararse como verdaderamente lo que son: totalitarios, autócratas, dictadores. Le han negado su reconocimiento internacional, no la han dejado salir a recoger los varios premios que se ha ganado fuera de Cuba, y la negación ha sido de una manera descarada ante la palestra internacional, demostrando que ya no les interesa la opinión del mundo.
Pero además, se han desconcertado tanto con ella, repito, y con los demás jóvenes iconoclastas actuales, que no les importa que el público local y el mundo mismo se entere de que la atacan físicamente (5 de noviembre de 2009): la golpean, la intentan secuestrar, la pretenden amedrentar con golpes y amenazas, y les dicen a los peatones de la vía pública, que no se metan, que éstos son unos “contrarrevolucionarios” (Ver: “Golpiza a Yoani Sánchez en La Habana”, en Contacto Magazine, 7 de noviembre de 2009, edición on line, en: http://www.contactomagazine.com/articulos/yoanisanchez1109.htm). Ah, pero es inevitable, no pueden impedir que ya Yoani se haya universalizado, que se haya convertido en el signo, el símbolo y el ícono que ellos mismos (el caudillo y su hermano, nuevo administrador de la represión, junto con los demás miembros de su secta de “históricos”) han creado. Sí, el caudillo ha engendrado a la próxima mujer, su propio bumerán. ¡Es curioso que al macho-caudillo lo destruya una mujer!
Por otra parte, y contrariamente a la verdadera proyección que se esperaba para la mujer, haciendo un poco de brevísima historia de lo doméstico, el gobierno creó desde los inicios una imagen convencionalista de “liberación social”, al manipular la imagen femenina concediéndole un supuesto lugar a la par del hombre en la lucha por desarrollar la Revolución: la mujer miliciana, la mujer soldado, la mujer campesina, la mujer proletaria, la mujer funcionaria y dirigente, la mujer integrada en todas las tareas que le propone la Revolución, etc. ¡Pues, nada! ¡Ni por asomo se lo crean! Esto no ha sido más que propaganda y entretenimiento (o lo que pudiera llamarse asimismo engaño y estafa).
A la mujer se le duplicó el papel que venía desempeñando de siempre en la sociedad cubana. Además de ser la “sirvienta de la casa” (“la compañera de la casa”) se le añadió el rol de la defensa de las “conquistas revolucionarias”. La mujer se transformó así en un relleno social. Pasó a componer batallones de milicia y después a cocinar, fregar platos y lavar la ropa en la casa.
Nunca hubo programas que instruyeran cívicamente al hombre y la mujer para compartir los deberes y obligaciones del hogar (cosa que hubiera sido quizás una ridiculez, pero también siquiera habría demostrado una mejor intención). La mujer pasó a ser doblemente explotada; explotada por el machismo del hombre, como pareja y como familia, dedicada a trabajar para los demás en la casa; y explotada por el machismo del Estado revolucionario(30).
Lo último que menciona la cita es algo verdaderamente deprimente, anotaríamos también: “tétrico”, el hecho de ser los corderos que tienen que ir al sacrificio “felices y orgullosos de su destino”. Qué lamentable ver que aún, a más de cincuenta años de aquello que empezó como una esperanza para todos, y que para la mujer supuso una “cierta liberación social”, se pueda constatar que de criada, servidora y, en el “mejor” de los casos, muñeca de la casa, se convirtió en la “compañera” de la limpieza, la compañera de la cocina, la compañera de la cama, la tovarich housekeeper o la tovarich housewife y soldado raso y miliciana del Estado.
El portazo que dio Emma, en la versión cubana de Casa de muñecas, de Ibsen, no fue para su liberación, no, sino porque tenía que ir obligada a hacer la guardia del Comité de Defensa en la cuadra de su barrio, en medio de una noche lluviosa, muy oscura y tormentosa (31).
“La ovación entusiasta” y el “rito del culto al varón benévolo”, se constata en esta nueva cita. En ese momento el caudillo alza la olla como trofeo y estandarte de su Revolución y siente la fuerza de la posesión, el poder que le da el reconocimiento femenino ante el país y el mundo. Es un triunfo total para él no el hecho de que a los 46 años de estar gobernando pueda ofrecerles una olla de arroz y otra olla de presión a las mujeres cubanas, no, sino que el triunfo es el que ellas las acepten (no sólo la olla, sino principalmente la presión del dictador), que aplaudan y demuestren estar felices por ese gesto tan patriarcal y dejarse ver así tan hijas de… cubana “machista” como demostraron ser. Para hacer honor a la verdad aquí la mujer sí se igualó al hombre revolucionario, al “hombre nuevo”, porque se fundió con su función de masa, palmeó su sumisión y con la doble moral, hecha ya multitud, sintió el éxtasis del zombi.
Pero afortunadamente, ya se han creado ejemplos para una mujer otra, distinta, y que aunque parezca un poco kitsch (bueno, de mal gusto para los “revolucionarios”), es una verdad contrastante, y es la imagen que han logrado, principalmente proyectada hacia el mundo, Las Damas de Blanco. Ese grupo de mujeres que abogan y exigen la libertad de sus maridos, disidentes y periodistas presos (sólo por tener ideas diferentes); esas mujeres piden libertad y proponen la esperanza, y con ello se juegan su propio destino.
En otro sentido generacional (como ya dije al principio de este capítulo), en estos últimos tiempos, Yoani Sánchez es una joven que se ha convertido en la mejor representación de la juventud cubana. La bloguer de Generación Y. Esta bloguer, después de ganar el Premio de Periodismo Digital Ortega y Gasset de España, que entrega el periódico El País, y de ser seleccionada entre las cien personas más populares del mundo por la revista Time y de haber ganado también el prestigioso premio de periodismo María Moors Cabot, de la Universidad de Columbia en Nueva York, ha demostrado que en la Cuba de Raúl, el hermanito de Fidel Castro, nada ha cambiado.
No la dejaron salir para recoger ningún galardón. Le dijeron simplemente que aún existían los requisitos de permisos para cualquier persona que quisiera viajar al extranjero, aun cuando entre los cambios de R se encontraba el de quitar los trámites de control para salir del país, y aun cuando un breve tiempo atrás el Gobierno firmó con la ONU el protocolo de respetar los derechos humanos. Y a mi modo de ver, una de las cosas interesantes que está sucediendo con Yoani es la superación del miedo por una inteligente valentía a todo costo; hay que reconocer, con admiración, que ha superado ese fatídico miedo que siempre nos ha carcomido (32).
Pienso que el fragmento de la cita son palabras justas de Yoani. Si cada quien reconociera que con el talento puede lograr una mejor dimensión de resistencia, y de alguna forma pone ese talento en marcha pacíficamente, algo sí iba a pasar. No vamos a decir que fuera una “resistencia pasiva”, sino una “resistencia pacífica” (que es otra cosa porque no es oculta y de hecho se hace más activa que la anterior), porque se trata de poner lo que sabe hacer cada uno en función de buscar la libertad; tan siquiera la libertad interior como Yoani.
Este tipo de mujer es la “próxima” (y no quiero decir ni proponer que será la “mujer nueva” ni ninguna paparruchada de las que hemos tenido que soportar durante años y años), me refiero a la que vendrá algún día y marcará la pauta de cómo en verdad el hombre y la mujer tienen una responsabilidad ética, política y económica compartida ante sí mismos y la sociedad.
La mujer es un ser que, por naturaleza propia, ha venido a este mundo a mejorar la humanidad. La mujer es la creación por excelencia; la que reproduce la vida y educa, cuida y forma al nuevo ser. Una sociedad, con una mujer preparada en la ética de la libertad, es difícil que en un futuro se desmorone porque las generaciones serán diferentes; y es más, una mujer repleta de dignidad propone indiscutiblemente un mejor hombre, más sensible, más abierto, más transparente, más cargado de responsabilidad y respeto consecuentes con la vida. Esto no es una “mujer nueva”, sino una mujer que existe ya y la que debe ser y acabar de salir a la palestra pública.
Este tipo de mujer —como las Damas de Blanco y como Yoani Sánchez— es la que puede desestabilizar a cualquier caudillo; desarticularle su campo de acción, para llevarlo a ser el caudillo de nada. Bueno, me refiero a la mujer que ya está pero que se verá como la “próxima”, la que, primero, por naturaleza de ética propia, y luego por experiencia y dignidad de vida, estará en contra de cualquier caudillo.
Nuestro caudillo no surgió de la nada, sino que nos viene desde los tiempos de la conquista, la colonia y la independencia, ya lo dijo Luis Aguilar León; ese carácter totalitario de aquel español errante, que vino a asentar su plaza en la América del Sur y el Caribe, y de aquellos criollos que siguieron la herencia. Así, FC, nuestro caudillazo actual (porque existieron otros, aunque de menor calado), es más que un clásico caudillo, aquel que se conformaba con el territorio ganado. ¡Ah!, pero sucede que FC no; FC aspira (bueno, aspiraba) a la grandeza, a la totalidad del mundo. Lo que ocurre, para pura contrariedad de él mismo, es que ha tenido un error en la manera de ser que nunca lo habría dejado llegar a la conquista de vastas regiones, y es que además de la contraproducente psicología de ordeno y mando y de su ego desmesurado, su mente padece de un desfase craso, puesto que no ha tenido nada que ver con la modernidad (y cuando digo modernidad no me estoy refiriendo al sentido de civilización actual, sino al al concepto de “libertad”; estoy suponiendo la posibilidad de permitir algunos espacios libres desde la perspectiva económica y social, incluso para un paternalista autoritario como pudo ser él y no fue porque en realidad no tiene nada que ver con lo paterno), debido a que ha tenido una mente medieval, guerrera, totalitaria y confrontativa, pero más que todo medieval por ese sentido cerrado de ver el mundo que le ha hecho creerse el dueño de los destinos de las personas bajo su fuero (para no decir: bajo su bota); incluso, me atrevería a comentar que va más allá del temperamento duro de un Franco, creo que anda entre los espacios ambivalentes del Duce y del Fuhrer.
Otra cosa, y lo más importante, es que pienso que FC fue el verdadero “último caudillo” en Cuba y en Latinoamérica. Después de él no creo que venga nadie más; a nadie cuerdo se le ocurrirá pensar en Hugo Chávez, Daniel Ortega, Rafael Correa o Evo Morales como caudillos. El caso de FC es bastante sui géneris, por la habilidad para mantenerse en el poder. En realidad, lo ha rebasado todo, ha ido desde lo ridículo a lo sublime, desde la crasa estupidez a la genialidad del juego estratégico en la guerra y la diplomacia; incluso ha llegado a manipular políticamente su propia muerte. Y no descarto la idea de que haya querido (o esté queriendo) dirigir su mausoleo en el Cacahual. Pienso que un ego como el de él no dejaría pasar la oportunidad de imponer el propio diseño grandioso para después de la muerte, una tumba-monumento al estilo de los más grandes faraones que pudo dar la civilización egipcia.
Pero como todas las cosas de este mundo, ya vistas tras el desmoronamiento de la Unión Soviética, de ese mausoleo si se construye, algún día no quedarán ni las ruinas, porque después que sea destruido a mazazos, el único honor que les quedará a los fragmentos de piedra de su cripta será el de ser vendidos o subastados en eBay, o en cualquier otra tienda o sistema de venta conocido… En fin, ha sido “mucho [demasiado, añadiría] para un solo corazón”, según un dicho popular cubano… Supongo, quiero pensar que será así, que en Cuba ya no podrán realizarse más caudillos, porque la gente se hartó, está hasta el copete, como diría un español; y las nuevas generaciones recibirían, de alguna manera, esa memoria colectiva; al menos, es de creer que tres o cuatro generaciones venideras, de manera radical, no aceptarán el carisma de alguien que quiera hacerse el “líder”; mucho menos, el que por las armas nuevamente intente hacerse del poder. Si todo esto que digo ahora no llegara a suceder así, entonces Cuba estaría perdida irremisiblemente.
Considero que la Isla, cuando se extinga esta generación que está en el poder y venga ¡al fin! un nuevo tiempo, ese nuevo tiempo implique también la última oportunidad para que el cubano empiece definitivamente a tomar la cultura de una democracia, de una sociedad libre, que vaya aprendiendo el arte de la diversidad en la unidad; una sociedad que permita los espacios más nobles y justos para el ser humano. Para ello servirá no sólo el no querer volver a sentir el sufrimiento que se ha padecido dentro y fuera de la Isla, sino además la experiencia de lo que han sido años y años de un país totalitario; y lo igualmente importante, el conocimiento universal que miles y miles de cubanos han obtenido de las diferentes odiseas como exiliados, emigrantes que por fuerza han aprendido lo mejor que se han encontrado en el mundo. De esto último puede venir un mayor y más progresista sentido universal para una mejor y enriquecida convivencia social.
El cubano sabe entonces cómo se vive en los países más desarrollados, y cuáles son en realidad las leyes y métodos de valores generales que podrán acoplar con nuestra idiosincrasia histórica y nuestra nueva manera de ver el mundo… Pero esto será para las próximas generaciones, en las que volverán a surgir mujeres como las Damas de Blanco y como Yoani Sánchez con su estela de jóvenes contestatarios —por naturaleza y derecho propios— podrían tener un papel muy significativo a la hora de articular y componer la sociedad futura.
Quizás al leérseme se pueda creer que estoy pensando a la usanza de los viejos conceptos de utopía; pero yo mismo me respondo que no es así porque ya he definido mi concepto de utopía. La mujer, en una sociedad que se precie de avanzada o que aspire a tener un alto respeto por la dignidad humana, no es otra cosa que el extremo armónico de su género opuesto, con los mismos y exactos derechos, y siempre con la comprensión de la diferencia con el hombre, por el carácter de receptáculo y reproductora de la vida y por la delicadeza femenina como sentido de belleza natural y espiritual. Y si se lograra un acercamiento a esta idea de la compenetración armónica entre el hombre y la mujer, tendremos la posibilidad para que cada vez más se rectifiquen errores, para que se reconozcan las contradicciones, para que siempre exista un escalón más al cual subir. Esta es la utopía a la que contribuiría la próxima mujer: la búsqueda dialéctica del progreso constante; el asociarse con el hombre en el reconocimiento de lo imperfecto que somos.
Si este fuera el rumbo que tomara la sociedad cubana —con la presencia de otras Damas de Blanco y otras Yoani Sánchez— en un futuro mediato, diría que será muy difícil que regrese un nuevo caudillo, aun cuando no descuento que ello también impone una lucha en contra de poder extirpar ese deseo de convertir en lacra al diablito-caudillito que siempre se esconde en la naturaleza del hombre, a lo cual el cubano por historia de su misma naturaleza ha estado expuesto siempre, pero que ya debido a esta ultrajante experiencia, probablemente, esté revistiéndolo con la posibilidad de la democracia. Sencillamente, si la memoria colectiva y después histórica del cubano no falla —y se crean incluso los recursos institucionales para recordárselo: museos, libros, textos educacionales y arte en general— en consecuencia podrá decirse con propiedad que Fidel Castro (en el que también se cuenta su prole) ha sido el último caudillo.
El presente texto es un capítulo de su libro inédito 1959. Cuba: el ser diverso y la isla imaginada, que trata sobre la identidad del cubano y el espejismo de una revolución por más de cincuenta añosNOTAS:
30 Hay una ponencia muy ilustrativa de T. Avellaneda: “La igualdad de la mujer en Cuba: entre el mito y la realidad de un paradigma”, en Cuba Nuestra Digital [buscar por Google, o poner el link: http://www.cubanuestra.nu/web/article.asp?artID=2633], que define la situación de la mujer cubana, en todos los tiempos y en específico en estos años de Revolución:
A más de cuatro décadas del inicio de un proceso “emancipador”, la mujer cubana sólo ha logrado multiplicar su condición de esclava doméstica al erigirse en sujeto social activo desde el punto de vista laboral: a las tradicionales obligaciones del hogar y de atención a la familia (que siguen siendo fundamentalmente suyas) se han sumado las obligaciones laborales y las ideológicas (reuniones después del horario de trabajo, guardias, trabajos voluntarios, misiones internacionalistas, etc.). El discurso oficial nos enaltece: somos las “Marianas”, las compañeras de los héroes, las siempre dispuestas al sacrificio, “ayer en la manigua mambisa, hoy en la Batalla de Ideas”. Las mujeres no elegimos nuestro papel: este está predeterminado desde el poder patriarcal; somos, como en todos los siglos anteriores, los corderos del sacrificio que —además— debemos estar felices y orgullosas de nuestro destino.
31 Cito un nuevo párrafo del mismo trabajo referido, y lo comento a modo de énfasis:
No faltan los premios a la obediencia femenina, tal como quedó demostrado con la simbólica (y vergonzosa) entrega de ollas arroceras durante el acto celebrado con motivo del Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo [2005]. El mensaje fue tan directo que transparenta una torpeza pocas veces manifiesta en la historia de los movimientos de liberación femeninos: he aquí que un connotado patriarca obsequia generosamente a las mujeres de la nación ollas arroceras y ollas de presión (la cocina es asunto de ellas) en acto solemne por el día en que se homenajea a todas en memoria de la célebre luchadora Clara Zetkin. Lo más deprimente no fue el hecho en sí, sino la ovación entusiasta de todas las presentes que, ese día, olvidaron que debían cocinar y permanecieron hasta altas horas de la noche en el rito del culto al varón benévolo.
32 Buscar por Google: Laura García Freyre: “En Cuba no puedes mantenerte al margen de la política. Generación Y, la fuerza de lo pequeño”, entrevista a Yoani Sánchez, en Encuentro en la Red: http://www.cubaencuentro.com/es/entrevistas/destacado-portada/en-cuba-no-puedes-mantenerte-al-margen-de-la política-81324/(page)/3:
Ya pasé la etapa del miedo. Miedo uno siempre tiene, porque siempre hay algo que perder. Ya no puedo perder mi trabajo, porque no lo tengo; no puedo perder el permiso a salir de Cuba, porque no quiero salir de Cuba. No quiero un televisor, ni un mejor empleo. Ya he renunciado a todo eso. Lo que me queda es mi libertad, y miedo a perderla, uno siempre tiene. Normalmente, logro controlar el miedo. Eso lo controlo bien, diciéndome a mí misma que hay mucha gente que está haciendo cosas quizás interesantes, más frontales. Hay gente que está haciendo cosas mucho más osadas, como partidos de oposición. Y la marcha que hicieron en diciembre por los derechos humanos.
Pienso que cada uno debe hacer lo que le corresponde en su campo de acción.
Soy filóloga, una persona de los medios, conozco la informática y este es mi campo de acción. Si cada cubano hiciera algo en su campo de acción, empujaríamos el muro. Lo que pasa es que hay algunos que no se han dado cuenta de que pueden hacer algo.