Hace menos de 20 dias expuse en estas columnas las razones por las cuales Estados Unidos de America no debía integrar la coalición que atacara Libia, por supuesto no pretendo que el Presidente Barack Obama siga mis consejos, pero lo menos que le puedo exigir al Presidente Obama es coherencia…
En el articulo del 3 de marzo pasado, titulado “Barack Obama, Libia y los musulmanes moderados” escribí:
“… y desde Washington, el Presidente de los Estados Unidos, continua dando señales erradas al mundo occidental, enviando la flota a combatir en un país que casi no comercia ni tiene relación con Estados Unidos, en lugar de dejar que los rusos, los europeos o los chinos jueguen el papel de malos de la película… El mensaje es evidente, existe la posibilidad de una intervención militar de Estados Unidos en Libia, oficialmente para detener el derramamiento de sangre, pero como vimos las verdaderas razones son obvias (el petróleo)… Barack Obama (Premio Nobel de la Paz 2009), es el presidente americano con la menor experiencia internacional en ocupar la Casa Blanca, y presionado por las ambiciones de Hillary Clinton, está llevando al país a una nueva guerra, poniendo en peligro a los soldados, no para responder a un ataque terrorista, no para buscar armas de destrucción masiva, no para perseguir un enemigo extremista y peligroso, sino en defensa de las multinacionales europeas, chinas y rusas, con el dinero de las empobrecidas arcas americanas, utilizando las reservas que le niega a las educación y a los desocupados”.
Hillary Clinton, durmiendo con el enemigo
Hace unos dias el periódico The New York Times, publicó:
“El domingo 13 de marzo, Hillary Clinton y el presidente Obama se habían mostrado escépticos acerca de una intervención militar de Estados Unidos en Libia, pero esa misma noche Hillary Clinton cambió de opinión y formó una impensada alianza con un puñado de altos colaboradores del gobierno que apoyaban desde antes la idea de una intervención. En pocas horas, Clinton y su grupo habían convencido a Obama de que Estados Unidos debía actuar, y el presidente ordenó que se planeara el operativo militar. El jueves 17 de marzo Barack Obama firmó la autorización para que los pilotos estadounidenses se unieran a los europeos en ataques militares contra el gobierno libio”.
El Daily Express definió al mandatario norteamericano como «el presidente más débil de la historia», criticando la falta de claridad, resolución y determinación del Presidente Obama, perdiendo totalmente credibilidad y liderazgo, incluso allegados a Hillary Clinton, señalaron que no tiene intenciones de afrontar una segunda legislatura como Secretaria de Estado, afirmando que está harta de «la indecisión de Obama».
Barack Obama, débil y sin rumbo
Los congresistas de ambas cámaras pidieron una sesión especial para que el presidente explique «hasta dónde pretende ir» con el ataque, reclamando que la Casa Blanca y el Pentágono informen sobre la estrategia, porque empiezan a dudar de que ésta exista.
Los principales medios locales preguntan “¿cuál es el objetivo de la acción militar?, ¿proteger a los civiles o derrocar a Kadafi?» En su discurso el Presidente Obama fue claro: «el objetivo final es el derrocamiento del líder libio Kadafi”. Entonces, el periodismo pregunta “¿cualquier logro por debajo de eso significaría una derrota?”
La idea potenció la preocupación de los demócratas en el Capitolio, no quieren ni pensar en un futuro en el que haya que movilizar tropas ni en el costo que la intervención puede tener para un país que ya enfrenta dos escenarios de guerra. Incluso, las palabras del Presidente Obama desautorizaron al Senador John Reed, Demócrata por Rhode Island, que había dicho: «No estamos ante un nuevo intento de Estados Unidos de forzar un cambio político en un país árabe por medio de la fuerza”. La indignación entre los mismos partidarios de Obama es tan grande, que el congresista demócrata por California, Michael Honda, afirmo: “Parece que vamos tras el petróleo», y agrego, «Exijo un debate serio en el Congreso antes de que sean invadidos otros países», creando dudas sobre los objetivos finales de Barak Obama.
Incluso el senador por Connecticut, ex demócrata y actualmente independiente, Joe Lieberman, reprochó a Obama su exigencia de que se vaya Kadafi, «Si ahora no podemos asegurar que esto ocurra, la credibilidad de Estados Unidos quedará dañada ante el mundo».
Barak Obama, ¿No a Kadafi, Si a Chávez?
Mientras los aviones de Estados Unidos, por orden de Barack Obama, bombardeaban y mataban a 68 civiles en Libia (civiles que prometió defender), el Presidente recorría tres países de Latinoamérica, sin decir nada sobre el dictador venezolano Hugo Chávez, sin protestar cuando Chávez envía a prisión con acusaciones falsas a los principales lideres de la oposición, sin decir nada cuando estudiantes venezolanos se dejan morir de hambre para llamar la atención del mundo, sin preocuparle que Hugo Chávez gaste 5.000 millones de dólares en armas rusas, mientras el pueblo venezolano vive por debajo los limites de pobreza, sin importarle que esas armas terminen en manos de las FARC o el narcotráfico protegido por Hugo Chávez.
Barack Obama lucha contra tribus
El líder libio Muammar Kadafi ha explicado en varias ocasiones, antes y después del bombardeo, que la revuelta es una guerra tribal entre Libia del este y Libia del oeste, que concluirá con su victoria o con un largo período de caos. Por esa razón el ataque de la OTAN lo único que lograría es unificar a las tropas de Kadafi y a los rebeldes en contra del atacante externo.
Por otro lado si analizamos a los líderes rebeldes, apoyados por Obama y sus seguidores, nos encontramos que no difieren mucho de Kadafi, ya que han aplicado la despiadada justicia tribal contra los supuestos espías de Kadafi, y al igual que el gobierno de éste, el consejo rebelde está plagado de lazos familiares y no manifiesta ningún apego a la verdad a la hora de hacer propaganda, adjudicándose inexistentes victorias en el campo de batalla, asegurando que seguían luchando en ciertas ciudades muchos días después de que hubiesen caído en manos de Kadafi y exagerando la barbarie del líder libio.
Quienes mal asesoraron a Barack Obama, llevándolo a una guerra innecesaria, debían mirar la historia de Libia antes de 1969, cuando triunfó la revolución encabezada por Kadafi. En ese momento Libia difícilmente podía ser considerada una nación, dividida como estaba bajo el antiguo rey Idriss I en tres provincias separadas, cada una con sus tribus de pastores rurales seminómadas.
La región oriental siempre fue contraria a Kadafi, en parte porque las tribus de ese lugar habían disfrutado del favoritismo del rey a quien Khadafy derrocó, privilegiando a las tribus de la costa central y occidental.
Lograr la democratización de Libia será tan complejo como las democracias de Irak o Afganistán. Es difícil, para quienes nos educamos en occidente, comprender las civilizaciones orientales. Barack Obama debería aprender de la experiencia en Irak, donde la intervención de EE.UU. destapó una guerra entre Shiitas y Sunitas que luego de diez años no logran controlar. Por supuesto que al igual que Saddam Hussein, Muamar Kadafi es un dictador corrupto que asesina a sus adversarios, pero tambien bajo su ala se cobijan jefes tribales, que sin su liderazgo desencadenarán una guerra civil sin precedentes, en donde el extremismo islámico será el vencedor.