Mi Familia
Cristina Pirir-Juan
Mi familia es originaria de Guatemala. Mi madre es una inmigrante de Santa Eulalia, Guatemala, quien creció en la pobreza. Como la mayor de ocho hermanos, tuvo que asumir el papel adulto desde muy temprana edad. Su familia no quería que ella fuera a la escuela, sino que trabajara. Sin embargo, a ella le apasionaba educarse e hizo todo lo posible para ser una de las mejores estudiantes, equilibrando el trabajo y la escuela para seguir estudiando. Si no hubiera tenido que priorizar el trabajo, y en su lugar hubiera tenido una vida como la de cualquier ciudadano estadounidense, con las increíbles oportunidades que brinda el sistema educativo, habría sido una estudiante talentosa.
Mi padre es de San Juan Sacatepéquez, Guatemala. Es el segundo hijo de cinco hermanos y creció en una familia no muy unida. Todos en su familia asumieron roles individuales. Nadie dependía de nadie ni compartía sus problemas o vidas. Sus padres tomaban decisiones independientemente de cómo sus hijos se sintieran. Para él la escuela fue aún más difícil, el diario bullying sumado a horribles apodos, eran su diaria batalla. Sus compañeros eran peores que sus enemigos. Estudió hasta octavo grado y poco después decidió abandonar la escuela. Las malas compañías y la falta de apoyo de sus padres, quienes querían que trabajara, influyeron en su decision. Comenzó a trabajar a los 16 años, pero todo el dinero que ganaba se lo entregaba a su padre.
Las razones de cada uno de mis padres para migrar a los Estados Unidos fueron diferentes, pero significativas. Mi mamá decidió que quería hacer una diferencia en su vida cuando, a los 16 años, se vio obligada a abandonar sus estudios para ir a trabajar. Aunque la mayoría de las niñas en Guatemala se casaban y comenzaban a tener hijos a los 15 o 16 años, mi madre sabía que ella era capaz de algo más que quedarse en casa cuidando niños. Por eso decidió seguir el sueño americano y emigrar a Estados Unidos. Su viaje no fue fácil, viajó por el desierto durante tres días sin descanso, caminando de noche y escondiéndose del ICE durante el día bajo un sol abrasador. Durante el viaje, con el agua limitada, sin alimentos, y sin dormir, era poca su energía, pero aun así pudo cruzar vallas con cables eléctricos.
La razón de mi padre para venir a Estados Unidos fue completamente diferente, pero igualmente importante. La violencia era común en su zona, y a los 17 años tuvo conexiones con gente de pandillas, ganándose enemigos que querían vengarse de él. Decidió dejar su hogar y mudarse a Estados Unidos para garantizar la seguridad de su familia y de él mismo. Su viaje también fue duro, tomó autobuses hasta llegar a La Bestia a la cual abordó. Se mantuvo en ella durante cuatro días sin parar. Después, caminó por el desierto durante cinco días hasta la frontera con Estados Unidos, con descansos y agua limitados, y sin comida.
Según las experiencias que me han contado mis padres desde que llegaron a Estados Unidos, la vida ha sido dura. Lo más difícil para ellos ha sido la barrera del idioma. Mudarse a otro país siempre es difícil, especialmente cuando no se habla el idioma. Mis padres han experimentado esto toda su vida. Desde que emigraron, sólo hablaban español, lo que los obligó a conformarse con trabajos mal remunerados y a perder oportunidades. Esto no sólo ha afectado su vida laboral, sino su vida en general, desde hacer arreglos de viaje hasta pedir comida. Aunque llevan más de 20 años aquí, no han podido aprender inglés debido a la falta de tiempo por sus responsabilidades laborales y familiares. Este ha sido su mayor desafío.
El viaje de mis padres ha moldeado en gran medida mis sueños. Soy la primera generación de mi familia nacida en Estados Unidos con acceso a recursos educativos, lo que me ha inspirado a demostrarles a mis padres que todo su arduo trabajo no ha sido en vano. Por eso me esfuerzo por sobresalir en la educación y aprovechar las oportunidades que me brindaron al venir aquí. Mi sueño es ser la primera persona de mi familia en graduarme de la universidad y ser un académico destacado. Estos sueños se deben a que me han enseñado que la educación y la pasión son claves del éxito. Otro de mis sueños es explorar el mundo y encontrar nuevas oportunidades, vivir la vida al máximo. Espero que al lograr todo esto, pueda inspirar a otros niños, demostrando que independientemente de su origen, cualquier persona puede marcar la diferencia y alcanzar sus metas.
Muchos factores pueden impedirme hacerlos realidad, pero hay dos que son cruciales, la economía y el entorno. La economía es importante porque, aunque hay recursos ilimitados, la mayoría de los niños hispanos de familias inmigrantes no tienen fácil acceso a los mismos. El dinero puede abrir o cerrar puertas. Otro factor es el entorno, específicamente las personas que nos rodean. El entorno es clave porque las personas pueden desanimarte o animarte. He vivido esto en mi escuela, conformada por niños hispanos de entornos similares, donde la mayoría no están motivados por alcanzar el éxito. Esto ha hecho mi jornada más difícil, pero me di cuenta de que, a pesar de las dificultades, vale la pena continuar para marcar la diferencia, enorgullecer a mis padres e inspirar a otros.
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Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.