¿A quién le va a intimidar tener sarpullidos (acné) en la cara si ya se le pasó la edad? Lo que pretendemos retratar es la discriminación por edad. La vejez es inevitable, salvo en la ficción: El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde, 1890).
La alegría de haber llegado a la liberación
La edad hace aflorar peculiaridades cognitivas. Es perceptible su efecto tanto a una edad avanzada como desde la tierna adolescencia. Lo demuestra la inusual inmadurez que percibimos en algunos jóvenes.
En la vejez se prueba si lo practicado durante la vida tiene continuidad o es puro final. La vejez provoca rechazo. Apoya lo dicho el que nadie presuma de una despoblada cabeza, o de carne flácida. Debería poder oírse con cierta frecuencia, y sin vergüenza: “Cómo me alegro de haber podido llegar a esta edad”.
Lo que se presupone habitualmente de la vejez abunda en viejos prejuicios. Los jóvenes, así como los de mediana edad, tienen la indelicadeza de referirse a los de mayor edad como si fueran seres desvalidos.
La jubilación y la vida profesional activa comparten una fina línea mal definida y cruel. Se piensa a menudo que todo lo que han hecho los de mayor edad quedó atrás y es una experiencia inútil o amortizada de la cual solo queda el eco de batallitas del llamado en algunos lares “abuelo cebolleta”, porque repite una y mil veces la misma historia.
El viejo verde no es el que está esperando a florecer, sino el pervertido. La menopausia se entiende como el momento en que la mujer deja de ser útil a la especie. Nadie lo ve como la liberación de tener que procrear al último ser humano que salve al mundo.
La edad equivale a sabiduría
El “Senado” se llamaba así en Roma por acoger a longevos magistrados que, con su experiencia, garantizaban el mejor criterio a la hora de resolver los asuntos de estado. En nuestro país, es una cámara de representación que confedera las fuerzas parlamentarias por territorios, y no por población.
Leo comentarios sobre un video con dos “viejitos” salpicándose agua a la orilla del mar. Son casi unánimes: “La edad no ha deteriorado su amorosa relación”. A la mayoría le cuesta todavía concebir que puedan haberse conocido por una página de búsqueda de parejas. Puros prejuicios.
“Mayores de edad, dignidad y gobierno”: así era como se distinguía en el mundo el trato social y se distribuía el respeto no hace tanto.
La fragilidad de la memoria es clave en el manejo del deterioro cognitivo. La solución: sencilla. Todas las personas de edad debieran poseer y saber usar un teléfono inteligente. Aquello de escribir en un cuaderno la lista de familiares, lugares o hechos significativos de las familias quedó atrás. Que no te acuerdas del nombre de un animal, de una actriz de cine, o de un artista, pues tomas tu herramienta y “consultas”.
La mayoría de los problemas se puede solucionar así. Mejor que una subida de pensión es proporcionar un –llamémosle– “teléfono de compañía inteligente”: que se acabe aquello de “¡qué buena memoria tiene!”. Languidecer no es una opción.
Hoy vivimos muchos años y la música nos deja arrumbados sin concedernos la oportunidad de protestar. Se supone que si tenías veinte años en 1980 solo te gustará la música de los ochenta. Así vemos que se promociona en los canales digitales de radio y televisión. No se concibe que en el 2023 se haya evolucionado y que se considere la música de los ochenta un brumoso “recuerdo nostálgico”. La edad no fosiliza los gustos. Tampoco la artrosis. La música que hace hoy la gente joven no es sustitución de la música con que se vivía ayer, aunque se pretenda. El tiempo madura las ideas, no las petrifica. La “mente musical” está activa siempre para el que la tenga y sepa usarla.
‘Viejo inútil’ es un crimen de odio
Algunos lo llaman “edadismo” (feo calco del inglés “ageism”), otros “gerontofobia”. Se ha inventado “viejuno”, “carcamal”, “tarra”, “vejestorio”. Antes había “viejales”, “carrozas”. Y específicos para mujeres: “cacatúa”, “vieja corrupia”, “chocha”, “vieja pelleja”. Yo prefiero llamarlo “aedadismo” o, mejor, “aedatismo”, por razones largo de explicar. Pero es de rigor que el término escogido sea herencia patrimonial de AETATEM ‘edad’.
La abuela es personaje simpático. Se recrea en la expresión “remedios de la abuela”, que quiere decir que son los de la tradición. No los personales de ella. Ella es la depositaria activa. Igual con “cocina de la abuela”. No existe, sin embargo, “música de la abuela”, porque significaría ‘fuera de onda’, i.e., la tradicional, la que debería ser fuente inspiradora de todas las demás.
Curiosamente, se dice mayoría de edad a aquella en la que ya se puede votar, o beber alcohol. Los mayores de edad, en cambio, son otra cosa. Su sabiduría queda siempre en entredicho.
La mujer y la belleza conforman una relación que raya el drama. También lo ralla. La cirugía plástica es en gran medida una apuesta por el freno quirúrgico al paso del tiempo. La congelación de la belleza no existe. Los peluquines, el tupé, el sartenazo, el bótox, y los malos tintes no hacen personas de menor edad, sino de mayor lástima. Las mujeres lo llevan peor, porque a ellas se les exige más. La mujer vieja es casi lo más bajo del escalafón, solo superado por el racismo, las discapacidades, o las preferencias sexuales no tradicionales; considerándose todo ello, en ellas, como agravante.
Barbies que echo en falta para completar la colección: la barbie abuela y la barbie madrastra. Inciso bochornoso: de la barbie “emigrante ilegal”, me dicen que la inventó Points in Case y que causó gran indignación por poseer características propias de repugnantes crímenes de odio. Curiosamente, Barbie es hipocorístico de Bárbara, que significa “extranjera”, como en Barbarian.
La vejez y sus estereotipos
El trabajo se vuelve imposible con la edad. Por más que se insista hasta la saciedad en que no se añadan fotos a los currículos o que no se explicite fecha de nacimiento, en el apartado del “año de graduación” no se puede mentir.El cúmulo de prejuicios que acarrea es exagerado. Por ejemplo, se presupone que con la edad la tecnología te vuelve incompetente o idiota. La película de Robert de Niro The Intern (2015) es muy aleccionadora: un canto a seguir en la brecha.
Los estereotipos sobre la edad dan para mucho. Desde el de la soledad, que impide que se enfrente adecuadamente el problema, hasta el de la ineptitud, que convierte a la tercera edad en decrepitud.
Hay países que ya tienen un ministro encargado de los hogares unipersonales. Más de diez millones en el Reino Unido, 37 millones en Estados Unidos. De 1960 a 2021, hemos saltado en nuestro país de un 4% al 11% de estos hogares (datos del último Censo).
Igual que hay un lenguaje “infantilizante” se ha generado uno similar “para los viejos”. Se llega al extremo de hablarle a los mayores incluso en tercera persona: “¡Qué guapa está ella!” (se dice para referirse a la persona con la que se conversa, no para hablar sobre una tercera persona).
Es la distancia máxima, aunque esté a tu lado mirándote a los ojos.
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.