La clasificación de terrorismo aplicada a las acciones de Hamás en suelo israelí parece bien justificada. El terror ha sido un componente explícito. La violencia terrorista ha sido y es vieja compañera de los avances de nuestra civilización.
Por empezar por un lugar bien desconocido: los Piratas del Caribe. Detrás de estas películas de entretenimiento se esconde a personajes desalmados dispuestos a causar terror en todo mar conocido. Incluso los encontramos comisionados por gobiernos, como es el caso de Francis Drake. Los privateers eran piratas por encargo.
Su misión: pillaje, muerte y terror. El personaje principal de la cinta Piratas del Caribe toma como referente al capitán Jack Ward “Jack Sparrow”: un pirata “terrorista” más.
Su misión: infligir terror profesional. Tanto piratas, corsarios, o bucaneros se dedicaban exactamente a lo mismo. Pobre Barbarroja, o The Crimson Pirate (con Burt Lancaster, 1952). Hasta un ladrón como Robin Hood podría aumentar la lista de terroristas (Ivanhoe, 1952). ¡Con lo simpático que era Tyrone Power!
Puestos a buscar terroristas, un oportunista podría señalar a los más insospechados. En las películas del Oeste “de vaqueros”, los “indios” pasarían a engrosar la antipática lista. Los insurrectos españoles que pelearon contra Napoleón por la independencia nacional en 1808 no serían ya guerrilleros, sino ejemplo de nefasto terrorismo.
Los guerrilleros, nombre que se ha universalizado para nombrar la resistencia civil armada contra la opresión, perderían su honorable nombre. Incluiría al Che Guevara. El presidente Aznar de España llamaba en 1998 Movimiento Vasco de Liberación a los que posteriormente calificaría como terroristas de ETA.
Durante el mandato colonial británico de Palestina, el grupo Leji (Lojamei Jerut Israel, ‘Luchadores por la libertad de Israel’) actuó entre 1940 y 1948 como una organización clandestina con las características de un grupo terrorista, llegando en 1948 a asesinar al conde Folke Bernadotte, el mediador de la ONU.
Adonde queremos ir a parar sin darle más vueltas es a que el vocablo terrorismo parece medir la realidad con gran flexibilidad.
Los políticos occidentales que hablan de la guerra entre Israel y Gaza se sienten obligados a decir: “el grupo terrorista Hamás”, incluso a igualarlo con ISIS (Islamic State of Iraq and Syria).
El presidente de Turquía y los países árabes, al mismo tiempo, dirán lo contrario.
El reciente conflicto Israel-Hamás se inició un sábado 7 de octubre con una algarada en territorio israelí que terminó con 1,200 muertos y más de 200 secuestrados. Esto es terror.
Hasta el 23 de noviembre, de acuerdo con The Economist, en Gaza han muerto 14,532 gazatíes y desaparecido 7,000. Hoy en día pasan ya de 19,500 los muertos.
Dos tercios de los muertos son niños y mujeres indefensos. ¿Esto qué es?
Si es “ojo por ojo, diente por diente”, el terror se cotiza a la baja en según qué mercados.