Investigación: milicias armadas en busca de una guerra civil

por Gisela Pérez de Acha, Kathryn Hurd y Ellie Lightfoot, Berkeley Journalism’s Investigative Reporting Program

Eran las 2:20 p.m. del 6 de junio de 2020. Steven Carrillo, de 32 años, sargento de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y miembro del movimiento antigubernamental de los Boogaloo Bois, se había dado a la fuga en el pequeño pueblo montañoso de Ben Lomond, California.

Cuando los alguaciles se le acercaban, Carrillo envió un mensaje de texto a su hermano Evan, pidiéndole que les dijera a sus hijos que los quería, y con instrucciones de darle $50,000 dólares a su prometida. “Te quiero hermano”, fue su mensaje de despedida. Evan Carrillo pensó que el mensaje de texto era una nota de suicidio, sobre todo dado el historial de problemas de salud mental de su hermano, y enseguida le respondió: “Piensa en tus seres queridos”.

De hecho, Steven Carrillo tenía un objetivo distinto, el cual había escrito en Facebook, comentado con otros Boogaloo Bois e incluso garabateado con su propia sangre mientras se escondía de la policía ese día. Quería incitar una segunda guerra civil en Estados Unidos matando a agentes de policía que consideraba ejecutores de un orden político corrupto y tiránico; agentes que describía como “enemigos internos” de la Constitución que profesaba venerar.

Mientras le escribía a su hermano y veía que los oficiales se acercaban lo suficiente como para poder escuchar sus conversaciones, Carrillo envió un llamado urgente a sus compañeros de los Boogaloo Bois. “Prepárense y vengan”, escribió en un mensaje de WhatsApp que, según los fiscales, envió a los miembros de una facción fuertemente armada de la milicia de los Boogaloo Bois a la que se había unido recientemente. En su texto mencionó que la policía venía tras él.

El mensaje de texto decía: “Elimínelos cuando vayan entrando”, según los documentos judiciales.

Los fiscales alegan que, minutos después, Carrillo tendió una emboscada a tres alguaciles. Les abrió fuego con un rifle automático con silenciador y lanzó una bomba casera desde una posición oculta en un empinado terraplén a unos 12 metros de los oficiales. Uno murió de un disparo y otro resultó gravemente herido por la metralla de la bomba que le dio en la cara y el cuello. La policía indicó que cuando llegaron dos agentes de la Patrulla de Carreteras de California, Carrillo también abrió fuego contra ellos e hirió a uno.

“La policía son los perros guardianes, listos para atacar cuando el dueño se los ordene”, dijo Carrillo en la entrevista que resultó ser la primera vez que habló públicamente desde que lo acusaron de asesinar tanto al alguacil del sheriff en Ben Lomond, como a un oficial de seguridad de protección del edificio federal Ronald V. Dellums y el tribunal de justicia de Estados Unidos en Oakland, una semana antes.

Cuando las autoridades finalmente aprehendieron a Carrillo el 6 de junio, las imágenes de un teléfono móvil lo captaron gritando a los agentes mientras se lo llevaban: “Esto es lo que he venido a combatir: estoy harto de esta maldita policía”.

Steven Carrillo
Steven Carrillo / Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Norte de California

Para Carrillo, esa última y frenética expresión de rabia marcó la culminación de una larga caída hacia el extremismo, una trayectoria que había comenzado una década antes al adoptar el movimiento del Tea Party, así como el libertarismo y los derechos de portar armas de la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense, antes de evolucionar hacia una participación cada vez más intensa con elementos paramilitares de los Boogaloo Bois. El grupo militante se conoce por las distintivas camisas hawaianas que sus miembros visten en las protestas, a menudo mientras blanden rifles AR-15 y agitan el “Boog”, la abreviatura del grupo para la guerra civil.

La detención de Carrillo fue también un presagio de algo más grande y ominoso: el surgimiento de un movimiento de insurrección violenta en todo Estados Unidos, dirigido por milicias cada vez más extremas y agresivas que buscan oportunidades para enfrentarse e incluso atacar al gobierno. Los ejemplos de esta insurrección más amplia abundan, desde el complot frustrado de octubre para secuestrar a la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, hasta el papel principal que desempeñaron grupos de milicianos como los Proud Boys y los Oathkeepers en la toma violenta del Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero.

Aunque las milicias han estado activas durante mucho tiempo en el país, los grupos que monitorean la violencia extremista informan de un notable aumento de la actividad paramilitar en el último año; y, el FBI, el Departamento de Seguridad Nacional y el Director de Inteligencia Nacional han advertido contundentemente en los últimos meses de la elevada amenaza de violencia de los grupos extremistas nacionales.

ProPublica, FRONTLINE y el Programa de Periodismo de Investigación de Berkeley también descubrieron nuevas pruebas de que algunos miembros del servicio militar han acogido la ideología extremista. Las organizaciones de noticias identificaron a 15 miembros activos de la Fuerza Aérea que, al igual que Carrillo, promovieron abiertamente memes y mensajes sobre el movimiento Boogaloo en Facebook. El viernes 9 de abril, el Pentágono anunció nuevas medidas para combatir el extremismo dentro de las fuerzas armadas. Por su parte, el gobierno de Biden está aumentando la financiación para prevenir los ataques de las milicias, los supremacistas blancos y otros grupos antigubernamentales, según informó The New York Times este mes.

“Estos grupos quieren ser instigadores, la primera línea de la guerra civil que va a ocurrir en este país”, dijo John Bennett, que era el agente especial a cargo de la División de San Francisco del FBI cuando detuvieron a Carrillo.

“Lo que da miedo”, añadió, “es que muchas personas de estos grupos que estamos viendo ahora son sus vecinos”.

Al revisar la vida de Carrillo y su camino hacia la radicalización, a través de extensas entrevistas con él, su familia, sus amigos y su prometida, además de cientos de páginas de expedientes judiciales, mensajes de texto no divulgados anteriormente y documentos internos de la milicia, se revelan nuevos y sorprendentes detalles sobre la amenaza que representan los Boogaloo Bois.

[bctt tweet=»Una investigación de ProPublica sobre Steven Carrillo y los Boogaloo Bois revela su alto grado de coordinación y violencia y su deseo de incitar a una guerra civil » username=»»]

Los expertos en grupos de milicias extremistas consideran desde hace tiempo que los Boogaloo Bois no tienen una verdadera jerarquía ni estructura de liderazgo. Sin embargo, al reconstruir las actividades de Carrillo y sus contactos en la milicia, los agentes de la ley se quedaron atónitos cuando descubrieron el grado de coordinación, planificación y comunicación del grupo.

No sólo estaba Carrillo en contacto regular con una amplia gama de figuras prominentes de los Boogaloo Bois de todo el país, según muestran los archivos y las entrevistas, sino que dos meses antes de su detención se había unido a un grupo fuertemente armado, altamente organizado y extremadamente secreto de la milicia de los Boogaloo Bois en California autodenominado los “Grizzly Scouts”.

“Ese grupo era diferente”, dijo en una entrevista Jim Hart, el sheriff del condado de Santa Cruz donde se encuentra Ben Lomond. “Tenía una cadena de mando definida y una línea de liderazgo”.

En una acusación federal desvelada el viernes, los fiscales dijeron que Carrillo y cuatro miembros de los Grizzly Scouts, incluido su líder, “hablaron de tácticas que implicaban el asesinato de agentes de la policía y otras fuerzas del orden”. La acusación también alega que esos mismos cuatro miembros de los Grizzly Scouts intentaron frustrar una investigación penal relacionada con sus actividades al destruir pruebas de sus comunicaciones con Carrillo y entre ellos.

Durante casi dos horas de entrevistas en español e inglés, así como en una carta dictada a su prometida desde la cárcel de Santa Rita, al este de Oakland, Carrillo habló de cómo fue evolucionando su ideología antigubernamental.

A pesar de que no quiso comentar acerca de ninguno de los cargos penales que se le imputan, Carrillo habló largo y tendido sobre su lealtad continua para los Boogaloo Bois y explicó pacientemente cómo el “pensamiento revolucionario” del movimiento podía ofrecer una justificación para los ataques contra los agentes de la ley que él o cualquier otro Boogaloo Boi pensara que violaran la Constitución. “Yo juré defender la Constitución en contra de todo enemigo, extranjero o nacional”, comentó.

Carrillo nunca expresó piedad o remordimiento por las muertes del sargento Damon Gutzwiller, el alguacil de Ben Lomond, cuya esposa estaba embarazada de su segundo hijo, o de David Patrick Underwood, el agente de seguridad del edificio federal de Oakland, que tenía la costumbre de hacer donaciones a organizaciones locales de jóvenes de béisbol.

Convertirse en un Boog

Nacido en Los Ángeles en 1988, Carrillo tuvo una infancia marcada por episodios de violencia doméstica. De acuerdo con algunos familiares, su padre, un inmigrante mexicano indocumentado que trabajaba podando árboles, agredió repetidamente a su madre, quien era de Burbank, California.

Abandonados por sus padres cuando eran niños pequeños, Carrillo y su hermano mayor Evan fueron acogidos por otros miembros de su familia, y a los 5 años fueron enviados a un pequeño pueblo rural de Jalisco, México, donde vivieron en la granja de sus abuelos. Un par de años más tarde, los hermanos Carrillo regresaron a California para vivir con su padre, y acabaron por instalarse en Ben Lomond, un remoto pueblo de solo dos semáforos en las montañas de Santa Cruz.

Tras graduarse de la secundaria de San Lorenzo Valley, Carrillo dijo que se alistó en la Fuerza Aérea en 2009, el mismo año en que se casó con su novia de la infancia. En entrevista, el padre de Carrillo negó las acusaciones que hizo la familia acerca de la violencia doméstica, pero por lo demás no quiso comentar. La madre de Carrillo no quiso hablar oficialmente para este artículo.

Según Carillo, las ideas que tiene sobre la política y el papel del gobierno empezaron a formarse en la Fuerza Aérea. “Antes, estaba confinado en una pequeña burbuja”, dijo en entrevista refiriéndose al haberse criado en Ben Lomond con una población de 7,000  habitantes. Después de alistarse y conocer a otras personas de todo el mundo, “hablar con la gente cambió todo mi panorama”, dijo Carrillo. Siguió un camino trillado que comenzó con un feroz apego a los derechos de portar armas, que a su vez lo llevó al libertarismo, y luego a un acogimiento entusiasta del movimiento del Tea Party.

En 2012, Carrillo estaba registrado en el partido Republicano y apoyaba a Gary Johnson, el candidato presidencial del Partido Libertario, y a Ron Paul. Acudía a mítines relacionados con la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense y defendió la ampliación de los derechos sobre las armas en una página de Facebook creada para un grupo de autodenominados “patriotas” cristianos.

En 2015, cuando estuvo en la Base de la Fuerza Aérea Hill, de Ogden, Utah, Carrillo sufrió un accidente automovilístico que lo dejó hospitalizado con una conmoción cerebral y laceraciones en la cabeza. Su familia y amigos dijeron que el accidente afectó su salud mental. “No era el mismo”, dijo Evan Carrillo en una entrevista. “Usualmente hablada mucho y era muy sociable. Yo era el callado. Ahora era como si le habláramos a la pared”.

En ese entonces Carrillo era oficial de las fuerzas de seguridad de la Fuerza Aérea. De acuerdo con sus hermanos, sus problemas de salud mental fueron lo suficientemente graves como para que la Fuerza Aérea le quitara su arma durante varios meses. (La Fuerza Aérea informó que fue imposible localizar de inmediato los expedientes que necesitaba para comentar acerca del incidente).

Para sus familiares, Carrillo se volvió aún más retraído cuando su esposa se suicidó en 2018, poco después de que él confesara haberla engañado otra vez. Habló de querer suicidarse y empezó a vivir en una camioneta, dejando a sus hijos pequeños al cuidado de sus suegros. “Estaba completamente desconectado de cómo la gente debía vivir y de quién era”, dijo su hermana, Ruby.

Sin embargo, meses después del suicidio de su esposa, los expedientes de la Fuerza Aérea muestran que Carrillo sirvió como aprendiz para capacitarse como “Phoenix Raven” y hacerse parte de una unidad élite de seguridad cuyo trabajo es proteger aeronaves y tripulaciones aéreas en zonas de conflicto alrededor del mundo. En ese entonces, Carrillo estaba estacionado en la Base Aérea Travis, del norte de California, pero su aprendizaje con los Ravens también le proporcionó una formación especial en técnicas de combate, explosivos y dominio avanzado de armas de fuego en la Base Conjunta McGuire-Dix-Lakehurst, cerca de Trenton, Nueva Jersey.

De acuerdo con la Fuerza Aérea, Carrillo completó ese curso de calificación de 24 días para convertirse en Phoenix Raven a finales de 2018, y luego regresó a la Base de Travis para “calificarse totalmente para la misión como Raven”. La Fuerza Aérea informó que, de julio a noviembre de 2019, Carrillo sirvió como líder del equipo de Phoenix Ravens en Kuwait y en otros países de la región.

En una entrevista, Carrillo indicó que su ideología política se formó cuando estuvo en la Fuerza Aérea. Los 15 aviadores en servicio activo que las organizaciones de noticias identificaron como promotores abiertos del contenido de los Boogaloo Bois en Facebook, servían en bases de todo el mundo, entre ellos ocho que, como Carrillo, servían en la rama de seguridad de la Fuerza Aérea.

Cuando se le preguntó a ese organismo acerca de esos aviadores en rangos, informó en un comunicado que todo el personal que participe en grupos extremistas “viola directamente” las normas del Departamento de Defensa. “Apoyar ideología extremista, especialmente la que llama a la violencia o a la privación de las libertades civiles de ciertos miembros de la sociedad, viola el juramento de apoyar y defender la Constitución de los Estados Unidos que todo miembro hace”.

El viernes 9 de abril, el Secretario de Defensa, Lloyd Austin, ordenó que el Pentágono tomara una serie de medidas para contrarrestar el extremismo dentro de las fuerzas armadas.

No está claro precisamente cuándo fue que Carrillo empezó a asociarse con los Boogaloo Bois, pero, de acuerdo con una declaración jurada de un agente del FBI, ya estaba en contacto directo con figuras destacadas del grupo en diciembre de 2019.

Los fiscales alegan que un mes después Carrillo compró un dispositivo de 15 dólares que convierte rifles semiautomáticos AR-15 en ametralladoras totalmente automáticas. También se le acusó de haber hecho la compra a través de un sitio web que se anunciaba en los grupos pro Boogaloo de Facebook, y que prometía donar parte de sus beneficios a la familia de Duncan Lemp, quien se convirtió en un mártir del grupo después de morir en una redada policial.

Carrillo también había empezado a compartir memes e imágenes populares de la milicia en su muro de Facebook, y estaba en contacto en línea con un círculo creciente de Boogaloo Bois. “Mucha gente del movimiento sabía quién era Steven”, dijo en entrevista Mike Dunn, líder de una facción de los Boogaloo Bois en Virginia que se autodenomina los Last Sons of Liberty (Últimos Hijos de la Libertad).

La novia de Carrillo, Silvia Amaya, dijo en una entrevista que durante ese tiempo notó un claro cambio en el comportamiento de Carrillo, comentando que sufría de insomnio y “se encerraba en su mundo” cada vez más. Con frecuencia Carrillo decía que “pronto empezaría una guerra”, haciendo eco de la creencia principal de los seguidores de los Boogaloo.

Los Grizzly Scouts

En los expedientes judiciales, los fiscales alegan que el 14 de marzo de 2020 Carrillo recibió un mensaje de texto de Ivan Hunter, un líder de los Boogaloo Bois de Texas. El mensaje parece una instrucción para prepararse para la acción. “Empieza a redactar esa operación”, escribió Hunter a Carrillo. “La que platicamos en diciembre. Voy a dar luz verde a algunas cosas”. En respuesta, Carrillo escribió: “¡Suena bien, hermano!”. Poco después, Carrillo trató de unirse a los Grizzly Scouts, un grupo de milicia californiano recién formado y que proclamaba su “afinidad por las camisas hawaianas” (el símbolo más conocido de los Boogaloo Bois) en su página de perfil de mymilitia.com.

2020 VCDL Lobby Day, Richmond, Virginia / Anthony Crider, Flicker / Wikimedia

Los Grizzly Scouts, también conocidos como el 1er Destacamento del 1o de Scouts de California, tienen su base en Turlock, una pequeña ciudad a unos 160 kilómetros al sureste de San Francisco. De acuerdo con los fiscales federales, los Grizzly Scouts tenían un grupo de Facebook llamado “/K/alifornia Kommando” que proclamaba su deseo de “reunir a californianos con ideas afines que pudieran crear redes y establecer escuadrones de matones locales”. (Entre los Boogaloo Bois, la palabra matón (goon, en inglés) se refiere a un solo miembro).

De acuerdo con la información que obtuvieron las organizaciones de noticias, el 10 de abril de 2020 un miembro de los Grizzly Scouts que se hace llamar BoojerBro1776 envió por correo electrónico a Carrillo un extenso paquete de 31 páginas de materiales para solicitar su admisión al grupo. (El título del mensaje decía “Incorporación”). Los documentos, nunca antes revelados públicamente, son una extraña mezcla entre manual de instrucciones corporativas y escalofriante libro de jugadas para la acción militar armada.

A los nuevos reclutas se les pedía que cumplieran una política de redes sociales y que firmaran tanto un acuerdo de confidencialidad, como una exención de responsabilidad. La propia solicitud incluía este fragmento de la jerga corporativa: “si esta solicitud conduce a un empleo, entiendo que la información falsa o engañosa en mi solicitud o entrevista puede resultar en mi descargo”.

Al mismo tiempo, los documentos dejan claro que los Grizzly Scouts pretendían hacer algo más que reunirse en el bosque para practicar tiro al blanco de vez en cuando. El código de vestimenta de los Grizzly Scouts comienza así: “Desde que la humanidad se dio cuenta de que podíamos matarnos unos a otros para lograr algo, los hombres se han puesto uniformes y han ido a la batalla”. Los documentos, que describen a los Grizzly Scouts como una “milicia constitucional armada”, continúan con el decreto de que había que vestirse de negro “al llevar a cabo operaciones encubiertas o clandestinas”, y subrayan la importancia de llevar uniformes aprobados de los Grizzly Scouts “para mitigar cualquier posible confusión en el campo de batalla”.

“Nuestras áreas de operaciones pueden llevarnos del lodo al centro de la ciudad en un abrir y cerrar de ojos”, afirma el documento.

Los documentos también dejan claro que los antecedentes militares de Carrillo, en particular su entrenamiento avanzado en combate y armamento, proporcionaban exactamente las cualidades que los Grizzly Scouts querían en sus reclutas. Los miembros de los Grizzly Scouts —las fuerzas del orden dicen que el grupo había atraído a 27 reclutas— recibían rangos y funciones militares de acuerdo con su nivel de formación militar y de su experiencia previa en combate.

Algunos Grizzly Scouts fueron designados como “francotiradores”, otros fueron asignados a “operaciones clandestinas” y algunos fueron personal médico o conductores. Cualquiera que fuera su función, todos debían mantener botiquines que incluyeran “gasas de combate”, un arma “primaria” y otra “secundaria”.

Dos semanas después de recibir los materiales de solicitud, Carrillo se unió a los Grizzly Scouts para un fin de semana de entrenamiento, o “iglesia”, en la jerga del grupo. Para respetar el deseo de los Grizzly Scouts de mantenerse secretos, Carrillo fue impreciso con Amaya, su novia, acerca de dónde había estado y con quién estaba. Amaya sabía bien que Carrillo había engañado a su previa esposa por lo que imaginó lo peor e insistió en que la llevara consigo la próxima vez que planeara reunirse con sus misteriosos amigos nuevos. “Yo estaba muy enojada y muy celosa”, dijo ella.

El 9 de mayo, la pareja cargó el coche con armas y chalecos antibalas para dirigirse a un rancho del condado Mariposa, no lejos del Parque Nacional de Yosemite, y reunirse con los Grizzly Scouts para otra sesión de entrenamiento. Por el camino se encontraron con Jessie Rush, el “comandante del destacamento” de los Grizzly Scouts, cuyo perfil de LinkedIn dice que es un veterano del ejército estadounidense que ahora trabaja en una empresa de seguridad privada. Rush, también conocido como “Grizzly Actual”, les recordó que no tomaran fotos, pero por lo demás no puso ninguna objeción a que Amaya estuviera presente mientras los Grizzly Scouts hacían varios ejercicios de tiro.

Rush, uno de los cuatro Grizzly Scouts con cargos penales de esconder evidencia de sus comunicaciones con Carrillo, no quiso comentar para esta pieza.

Cuando peguntamos a Carrillo acerca de su participación en los Grizzly Scouts, él respondió con evasivas. “¿Cómo se dieron cuenta de eso?”, dijo en español cuando se le presionó por primera vez acerca de sus vínculos con el grupo. Más tarde, Carrillo declaró no conocer ni los objetivos ni las actividades de los Grizzly Scouts. “Solo nos estábamos conociendo”, agregó.

Sin embargo, los fiscales indicaron que Carrillo tenía el rango de “sargento mayor” en los Grizzly Scouts y, al igual que otros miembros del grupo, había adoptado un nombre de guerra de un animal: “Armadillo”.

La muerte de George Floyd en Minneapolis el 25 de mayo, 15 días después del último entrenamiento de Carrillo con los Grizzly Scouts, galvanizó a los fieles de los Boogaloo. En publicaciones en línea, hablaron de la muerte de Floyd no sólo como un ejemplo de conducta policial atroz, sino como una oportunidad para avivar el caos que podría atribuirse al movimiento Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan). Esperaban que la agitación racial resultante acelerara el tan esperado “Boogaloo”, el conflicto final, una segunda Guerra Civil.

Dos días después de la muerte de Floyd, Ivan Hunter, el amigo de Carrillo, manejó de Texas a Minneapolis. Según la acusación de los fiscales, Hunter se armó con un rifle semiautomático tipo AK-47 y disparó 13 veces contra una comisaría de policía abandonada de esa ciudad donde había cientos de manifestantes. Los fiscales alegan que Hunter gritó “¡Justicia para Floyd!” antes de esfumarse en la oscuridad de la noche con otros Boogaloo Bois que habían llegado a Minneapolis para provocar un enfrentamiento civil. Hunter, arrestado finalmente en San Antonio, fue acusado de participar en un motín y está detenido sin fianza. Su abogado defensor no quiso hacer ningún comentario.

Para Carrillo, la muerte de Floyd confirmó su visión de la policía como poco más que instrumentos voluntarios de un orden político corrupto y tiránico empeñado en destruir la Constitución. “Sentí más odio que nada”, dijo en una entrevista cuando se le preguntó acerca del asesinato de Floyd.

“La revolución Boogaloo es en contra del gobierno”, explicó, “pero la policía es básicamente un perro que el gobierno sujeta con una correa”.

Amaya dijo que el asesinato de Floyd “desató todo lo peor” en Carrillo, quien, en los días siguientes, se comportó como un hombre que se preparaba para la batalla, según recuerda. “Es una gran oportunidad para apuntar a los specialty soup bois (Boogaloo Bois con especialidades), escribió Carrillo en su página de Facebook el 28 de mayo utilizando la jerga de los Boogaloo para referirse a las fuerzas de seguridad federales. Esa noche sorprendió a Amaya proponiéndole matrimonio, regalándole un anillo de silicona azul turquesa de 25 dólares y prometiendo sustituirlo por un anillo de diamantes más adelante.

Carrillo salió de la casa de Amaya el día siguiente. Según los fiscales, recogió a otro Boogaloo Boi, Robert Justus Jr., y condujo hasta el centro de Oakland. Eran las 9:15 p.m., y la multitud se había acumulado en las calles de esa ciudad para protestar y lamentar la muerte de Floyd. Mientras tanto, a unas manzanas de distancia, los dos hombres que viajaban en una camioneta Ford blanca, rodearon varias veces el juzgado federal de Oakland donde David Patrick Underwood, agente federal de seguridad, atendía una caseta de vigilancia de dos personas. Los fiscales dicen que Carrillo iba en el asiento trasero, cerca de la puerta corrediza, y llevaba un rifle de cañón corto, un “arma fantasma” sin número de serie, lo que hace casi imposible rastrearla. De acuerdo con el FBI, se trataba de una ametralladora ilegal optimizada para disparar automáticamente en ráfagas con un silenciador añadido.

Horas antes, Carrillo había publicado en Facebook que si las cosas “no están arrancando en tu barrio, empiézalas tú”. Entonces, dijeron los fiscales, Justus condujo hacia la caseta de vigilancia y Carrillo abrió la puerta de la camioneta y disparó múltiples ráfagas, matando a Underwood e hiriendo gravemente a un segundo guardia. “¿Viste cómo chingados cayeron?” dijo Carrillo mientras se alejaba la camioneta, según el recuento de Justus ante los investigadores después de entregarse.

“En su mente, Steven estaba en una misión, como en la Fuerza Aérea, pero para él en ese momento el enemigo eran los policías”, dijo Amaya.

Un abogado de Justus, quien fue acusado de complicidad en el asesinato de Underwood, se negó a hablar de la supuesta implicación de su cliente con los Boogaloo Bois. En cambio, señaló los archivos judiciales que describen lo que Justus dijo a los investigadores. Según los expedientes, Justus les insistió que sintió que tenía que participar porque estaba “atrapado en la camioneta”. También afirmó que le dijo a Carrillo: “Esto no me parece”, e intentó pensar en formas de “disuadirlo de su plan”. Agregó que Carrillo le respondió apuntándole con un rifle y preguntándole si era “ policía o rata”.

El tiroteo contra los dos guardias se alineó perfectamente con la ideología de los Boogaloo Bois. “Usen su ira para alimentar nuestro fuego”, había escrito Carrillo en Facebook esa mañana. “Tenemos multitudes de gente enojada que podemos utilizar para nuestro beneficio”. Como era de suponerse, varios comentaristas conservadores se apresuraron a culpar a manifestantes antifa y de Black Lives Matter del asesinato de Underwood.

Cuatro horas después de la muerte de Underwood, Carrillo recibió un mensaje de texto de Hunter en el que le instaba a atacar los edificios de la policía, según muestran los expedientes judiciales.

Carrillo contestó: “Hice algo mejor, ‘lol’ (risa)”.

Ese fin de semana, cuando Carrillo volvió a casa de Amaya, ella recordó que parecía estar “al límite y distraído”. Carrillo pidió una semana de licencia de la base Travis y envió $200 dólares a Hunter, felicitándolo por “hacer buena mierda ahí afuera”. La mayor parte del tiempo, dijo Amaya, Carrillo estaba pegado a Facebook, siguiendo las noticias y comentando vídeos virales de enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. “¿Quién necesita a los antifa para iniciar disturbios cuando la policía lo hace por ti?”, decía uno de sus comentarios.

En los días posteriores al tiroteo de Oakland, Carrillo se comunicó regularmente con Rush y otros miembros de los Grizzly Scouts en un grupo de WhatsApp que llamaban “209 Goon HQ”, dicen los fiscales. (El código de área del condado de Mariposa, territorio de los Grizzly Scouts, es el 209). A través de WhatsApp, hicieron repetidas referencias al “Boog” y “hablaron de cometer actos de violencia contra las fuerzas del orden”, alegan los fiscales.

El sábado 6 de junio, Carrillo se dirigió a la casa de su padre en Ben Lomond. Eran alrededor de las 2 de la tarde cuando Gutzwiller, un sargento de la Oficina del Sheriff del Condado de Santa Cruz, y dos alguaciles más llegaron a la propiedad que estaba custodiada por un perro con chaleco antibalas y vigilada por cámaras de seguridad. Respondían a la llamada de un transeúnte que había visto una camioneta Ford blanca sospechosa cargada con lo que parecían armas de fuego y material para fabricar bombas. Cuando los agentes se enteraron de que la camioneta estaba registrada a nombre del padre de Carrillo, pararon en su casa para interrogarlo.

Los alguaciles no se dieron cuenta, pero Carrillo estaba encaramado tan solo 12 metros de distancia, escondido y bien disimulado en un terraplén empinado y apuntando con la misma arma “fantasma” que los fiscales dicen que había usado en Oakland.

Según los mensajes de texto de WhatsApp que los fiscales lo acusan de enviar, Carrillo parecía estar tratando de guiar a sus compañeros de los Grizzly Scouts acerca de cómo podrían unir fuerzas con él en un ataque coordinado contra los agentes de la ley que llegaban a buscarlo.

En su mensaje de texto dijo, “están esperando refuerzos”, añadiendo que “Este es el único camino para entrar y salir. Elimínenlos cuando vayan entrando”.

La policía informó que Carrillo “franqueó” a Gutzwiller, matándolo de un solo disparo en el pecho. Otro alguacil también recibió un disparo en el pecho, pero se salvó gracias a su chaleco antibalas.

Durante el caos y el derramamiento de sangre que siguieron, Carrillo se enzarzó en un tiroteo con los agentes de la ley, lanzando bombas caseras y secuestrando vehículos. Con su propia sangre, garabateó “BOOG” y “Me volví irrazonable” y “Detengan el duopolio” (todos lemas comunes de los Boogaloo), sobre el cofre de un coche que se había robado. En algún punto, también envió un otro mensaje de WhatsApp a sus compañeros de los Grizzlies diciendo: “Amigos, me eché a un federal”.

A pesar de todas las peticiones urgentes que hiciera Carrillo para obtener refuerzos, no hay indicación de que algún Grizzly Scout intentara acudir a su ayuda. La interrogación de Henry Montes, el investigador de la Fiscalía del Condado de Santa Cruz, de la prometida de Carrillo en agosto, ofrece una posible explicación. Algunos miembros de los Grizzly Scouts, señaló, habían dicho a los investigadores que Carrillo era demasiado extremista para ellos. “Las cosas que decía los hacían pensar que quería matar policías”, dijo Montes a Amaya, de acuerdo con una grabación de la entrevista que obtuvieron las organizaciones de noticias.

“Hablamos con algunas personas que ya no eran parte de ese grupo porque tenían miedo de Steven”, dijo Montes.

Una boda en la cárcel

En las entrevistas, los hermanos de Carrillo describen a su hermano como alguien que durante años sufrió graves problemas de salud mental y que no recibió el apoyo y el tratamiento médico que necesitaba por parte de la Fuerza Aérea. “Yo podía ver su dolor”, dijo Ruby, su hermana.

En las dos horas de entrevistas, el propio Carrillo no atribuyó ninguno de sus actos a una enfermedad mental. En cambio, proclamó abiertamente su apoyo a los Boogaloo Bois y desafió en repetidas ocasiones lo que considera ideas erróneas acerca del grupo.

“Sólo quiero decir que el movimiento Boogaloo, ya saben, hay muchas cosas en el periódico que siento que la gente no entiende”, dijo Carrillo. “Quiero decir que el movimiento Boogaloo es totalmente inclusivo. Incluye a todos. No es cosa de raza. Se trata de gente que ama la libertad, y está descontenta con el nivel de control que el gobierno ejerce sobre nuestras vidas. Es solo un movimiento, es una idea acerca de la libertad. Es simplemente un amor total por la libertad”.

Mientras tanto, en lo que Carrillo se encuentra en la cárcel a la espera del juicio, su evolución política continúa. En una carta que escribió a los periodistas en octubre, se refirió a Joe Biden como un hombre que “olfatea a los niños”, haciendo eco de QAnon, una teoría conspirativa pro-Trump que acusa falsamente al Partido Demócrata de dirigir una red de tráfico sexual de niños organizada por adoradores de Satán.

Los abogados defensores de Carrillo se negaron a dar comentarios.

Amaya lo sigue apoyando. “Yo lo conozco, y sí creo que puede cambiar”.

El día de Navidad, la pareja intercambió sus votos a través de una videollamada desde la cárcel de Santa Rita. “Me encantan tus labios, baby”, le dijo Carrillo.

Ella le prometió que lo amaría “por siempre y para siempre”.

Publicado bajo licencia de ProPublica.

 

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