La locura me enseñó que cualquiera puede caer en ella durante momentos de vulnerabilidad.
La locura me enseñó que la tristeza muy profunda, sin fin aparente, también conocida como depresión, puede ser considerada como una forma de locura, ya que es irracional pensar que un estado psíquico y emocional se va a prolongar de forma indefinida.
La locura me enseñó que un cigarrillo puede ser un gran aliado para combatir la ansiedad que produce enfrentarse al abismo de sí mismo sin la coraza protectora de la elaboración delirante.
Reseña de una crónica personal
La locura enseña. Es más fácil verla venir después de haber pasado por ella, como es mi caso. Toda la vida, o por lo menos desde la adolescencia, tuve miedo de enloquecer. Finalmente lo hice. Cumplí con la propia profecía de mi temor púber. Lo trabajaba en mi espacio terapéutico como uno de mis miedos troncales. Hoy ya no temo a volverme loco, tengo anticuerpos y acompañamiento profesional, amistoso, laboral, amoroso y familiar.
La locura enseña que nuestra sociedad no está completamente preparada para alojar las crisis de Salud Mental. Aunque poseemos buenos hospitales públicos y clínicas privadas.
Así como se reaccionó ante la pandemia de Covid-19, es necesario actuar frente a la epidemia en salud mental que vivimos y que vamos a ver incrementada en los próximos años. No se encontrará una vacuna para la locura, pero sí se puede innovar en políticas de contención para afrontar la salud mental como un problema social y también subjetivo. Una tarea pendiente para los próximos gobiernos municipales, provinciales y nacional.
A cada cual se le puede disparar la chaveta por donde su imaginación o sus obsesiones manden. Cada loco con su tema, dice el refrán, a lo que debemos responder: que los locos compartan sus temas, sus locuras. Los locos que somos todos. Porque necesitar de espacios de salud mental es lo común, lo raro es no hacerlo.
Durante mi internación en el Hospital Psiquiátrico Agudo Ávila fueron clave los profesionales, pero también los otros pacientes con quienes comencé a elaborar mi padecer. Aunque en ese momento no podía ver que me había vuelto loco. Tardaría más o menos un mes en darme cuenta.
Estoy contando esto desde la comodidad de mi taller, en la relativa, valiosa y frágil libertad que el sistema democrático otorga. Porque tuve una locura tierna. Si hubiera tenido una locura peligrosa o violenta, estaría encerrado en una cárcel o manicomio. Pero mi locura creaba historias maravillosas. Historias que espero ir transformando en novelas o contenido audiovisual.
La locura fue un puente que me permitía creer que estaba salvando a la Argentina y al mundo entero de la catástrofe social, climática y económica que a todas luces nos amenaza.
El hecho de haber sabido con varios meses de antelación que iba a ganar Milei la elección, o que al menos tenía muchas chances de ganar las PASO y de triunfar en el balotaje, no se debe en lo más mínimo a una hipotética habilidad profética, sino más bien a que leo y leí las encuestas, entre ellas la de CELAG, por ser una referencia para Cristina, quien también anticipó este resultado. Sabiendo estos números, eligió a Massa.¿Será que Sergio Tomás es un buen adversario para un ballotage contra Milei?
La fascinación por la locura mística
El hecho de que Milei esté loco hace que crezca la fascinación por su figura. Independientemente de si triunfa o no en las elecciones de noviembre, creo que va a terminar viviendo en alguna especie de encierro. Sus últimas declaraciones en torno a China me hacen dudar de que pueda ser presidente o sostenerse en el cargo. Él, concretamente, lo que declaró fue que iba a cortar relaciones comerciales con el gigante asiático porque es un país comunista.
Me sorprendería que el gobierno de la República Popular China no favorezca en los meses sucesivos a la candidatura del actual ministro de Economía, para evitar futuros conflictos con un importante proveedor y destinatario para el comercio chino como es la Argentina. Al punto que la integraron recientemente al BRICS.
Milei está loco y es posible darse cuenta por varios síntomas, como dice el libro El Loco,de Juan Luis González: “¿Qué pasa en un país inestable si aparece un líder inestable? Un líder que tuvo una infancia de agresiones de parte de su padre, y se mantuvo sin amigos, y sin pareja, en una relación un tanto enfermiza con su hermana”… Javier Milei tiene una médium que entrenó a su hermana Karina para comunicarse con Conan, su perro muerto, de quien hizo seis clones en 2017 (dos de ellos se murieron) que le costaron 50.000 dólares. Pero parece que al país pueden costarle algo más, ya que se comunica con esos clones -buscando comunicarse con el difunto Conan- y parece que uno le dijo que se meta en la política, que va a ser presidente.
(Nota de color que me aporta el editor de esta revista: Norman Bates, el protagonista de Psicosis de Hitchcock, se comunicaba con los animales embalsamados, rasgo de su locura que se desarrolla con más profundidad en la serie moderna Bates Motel). Es curioso también que el efervescente difusor de la anticasta promueva una casta canina en su vida doméstica.
Cuenta el libro El Loco que Milei, antes de ser diputado, vivía en un departamento que le había comprado su padre y andaba en un auto que le había regalado su padre. Cada vez que le compraba algo, le decía:
—Ves que sos un inútil.
Milei, en su búsqueda de una figura paterna más amena, se refugió en el judaísmo, aunque después, cuando dijo lo de comprar niños y vender órganos, el judaísmo en general se distanció del candidato libertario. Sin embargo siguió en contacto con el rabino Axel Wahnish, con quien todos los días se comunica por WhatsApp y, cada dos semanas, sostiene una reunión profunda donde siempre hay un lugar para el condimento político en el guiso de lo espiritual. “Sus compañeros de primaria y secundaria del Cardenal Copello lo apodaron El Loco. Tenía el pelo largo, así que perfectamente le podrían haber dicho Peluca. Sin embargo le decían El Loco.”
Milei entra a un camino místico asesorado por la médium Celia Melamed, quien entrena a Karina Milei en esto de la telepatía con animales mientras convence a Javier que los animales no mueren, sino que reencarnan, y que uno de los clones es el mismo Conan. También esta médium lo convence de que es posible comunicarse con el más allá, y a través de ella comienza a hablar con los perros muertos. Este es un camino que se va profundizando. Arranca en 2017 y para 2020, que es un año clave en la vida de Milei, empieza a hablar con economistas y filósofos también muertos: son diálogos de ida y vuelta y él está convencido de que estos economistas lo empujan a meterse en política. Hasta empieza a tener conversaciones con el propio Dios; Dios también lo incita a meterse en política, dice él que para derrotar al maligno número uno. Dios le dijo que en 2023 estaba destinado a ser el presidente de Argentina.
A Milei le preocupa que se revele su historia clínica: de hecho él y su candidata a vicepresidente, Victoria Villaruel, fueron los únicos diputados que votaron en contra de la digitalización de las historias clínicas. Lo apodaron también “El Loco” en Chacarita Juniors, cuando atajaba. Le decía así también su padre: lo golpeaba porque decía que estaba loco y que había que enderezarlo. “Loco” es la palabra que más lo atemoriza. Cada vez que él cuenta estos delirios místicos, dice: “Te prohíbo contarlo porque van a decir que estoy loco”.
¿Qué pasa en un mundo donde ganó Trump?
¿En un mundo donde ganó Bolsonaro, casi gana Katz en Chile y ganó Milei las PASO en nuestro país? ¿El mundo tiene tanta bronca, el mundo está loco? ¿O es algo más? Milei es la expresión de un capitalismo que cambió y le dio paso a una economía tercerizada a quienes la mano del Estado no les llega. Pero también Milei es una reacción contra el Feminismo. Milei también es, por supuesto, la reacción ante el descalabro económico y dos partidos que fracasaron en el ejecutivo. Entonces muchos compran un discurso que dice que el Estado es el Mal. Además de todo esto, Milei, como todo loco, tiene mística, grita, tiene un look rockero, te habla de quemar el Banco Central y vende soluciones mágicas que conectan con la desazón de la crisis que está atravesando la Argentina y el mundo. Se propone como Salvador y como Mesías, con soluciones mágicas que enraízan en el inconsciente colectivo de un pueblo que sufre. Sobre esto se puede ver también la denuncia realizada por la ex militante, Mila Zurbriggen, de La Libertad Avanza acerca de “mesianismo” y “favores sexuales” dentro del Partido de Milei.
Estamos de acuerdo en que la crisis que vivimos es desesperante. La realidad parece estar para enloquecer o deprimirse. La sociedad optó en las PASO por las soluciones mágicas, o al menos siete millones de personas votaron por un candidato que dice que va a dolarizar y que quiere transformar la Educación Pública en un sistema privado de vouchers, pero no sabe explicar cómo funcionaría y cómo lograría la sanción de las leyes en el Congreso.
Cuando estaba loco yo también quise ser presidente de la Argentina, pero no tuve un gran empresario como Eurnekian que me apoyara económicamente ni grandes medios que difundieran mi mensaje de paz y prosperidad. Tampoco, es justo decirlo, soy economista ni tengo un discurso envolvente e irreverente como el de Javier Milei. Yo solo fui otro loco que quiso ser rey. Fijate vos dónde vengo a coincidir con el candidato libertario: la gran diferencia es que yo recibí y recibo tratamiento psiquiátrico y psicoanalítico y pude reconocer que estaba loco.
¿Qué pasará cuando indefectiblemente ocurra que Milei se de cuenta que no hablaba con Dios o con Conan sino que era víctima de su propio delirio de grandeza?
Yo tuve la suerte de las amistades y la familia, que me acompañan y me acompañaron como una auténtica red de contención que me atajó varias veces mientras caía en mis abismos y precipicios. Hablé al principio de momentos de vulnerabilidad que pueden llevarnos a la locura. Momentos que pueden ser los de un duelo, en mi caso el de la muerte de mi padre, el de la muerte de mi maestro, de mi abuela y el suicidio de mi tío, todo en menos de dos años. Por otro lado, sin contar con una estabilidad laboral y sin una casa, tenía el combo perfecto de vulnerabilidad para caer en una u otra forma de locura.
Yo creía que era El Salvador de la Argentina. Pero la gran diferencia con Javier Milei es que nadie, además de yo mismo, confiaba en mi destino mesiánico. Con el candidato libertario, aunque más justo sería decir, neofascista, es bien distinto, porque mucha gente lo sigue, lo aclama y lo vota. ¿Hasta dónde le seguirán el viaje de su locura? ¿Cuándo se dejará ver la verdad de este baile de máscaras?
Esta nota fue publicada originalmente en https://riobelbo.com/2023/08/24/otro-loco-que-quiere-ser-rey/