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Las mentiras hunden al periodismo en México

Hace unos días, la periodista Carmen Aristegui se prestó una vez más para darle un poco de “credibilidad” a un supuesto “reportaje” que lo único que buscaba era dar un golpe blando al actual gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

No había otra intención en la nota que afectar la honestidad del presidente y hacer ver que, aunque él pregona la austeridad en su administración, sus hijos, particularmente Ramón López Beltrán, viven “como reyes”.

La historia se llama “La lujosa vida del hijo de AMLO”.

El trabajo fue realizado por la organización ‘sin fines de lucro’ llamada Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad (MCCI) y el portal LatinUS, este último criticado en el pasado por la misma Aristegui por su falta de ética periodística debido a montajes y declaraciones que había realizado Carlos Loret de Mola, su titular, que lo han llevado a perder toda credibilidad de las audiencias.

Por su parte, la organización Mexicanos contra la Corrupción es financiada por Estados Unidos y fundada por Claudio X. González, hombre de negocios, que una y otra vez ha utilizado todo su poder económico y sus influencias para contrarrestar las políticas del presidente que ya no dejan a sus empresas, como Kimberly Clark, beneficiarse del erario público.

González fue uno de los protagonistas en la iniciativa para unir a los tres partidos (PRI, PAN, PRD) en contra del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).

Si consideramos ambas organizaciones, ni LatinUS ni Mexicanos contra la corrupción tienen la confianza de la mayoría del pueblo mexicano. Es por eso que para difundir su pseudoinvestigación necesitaban una voz como el espacio de Aristegui, que aunque ya está muy lejos de ser la representación periodística que un día fue, sí es un sitio más serio y con más penetración entre la ciudadanía.

Por ello, en los siguientes días el presidente López Obrador exhibió en una de sus conferencias matutinas a ambas personalidades, pero principalmente a Aristegui. El principal objetivo de esa reacción presidencial fue decirle al pueblo de México que no se vale mentir, que se puede criticar, pero no engañar a los mexicanos.

Desafortunadamente, con base en algunos trabajos que ha presentado Aristegui en los últimos tiempos, y dado el número de voces antilopezobradoristas a las que les da espacio en su programa “Aristegui Noticias”, la periodista ha demostrado que ya no está comprometida con la verdad, situación que ha generado que un gran número de mexicanos ya no la escuchen.

Esas críticas de López Obrador calaron hondo en Aristegui, quien contestó que no se vale utilizar el poder del púlpito presidencial y el dinero del erario público para “atacar” la libertad de expresión y a ella misma, considerando que la credibilidad y la reputación del periodista es el activo más grande que puede tener un comunicador.

Aquí podemos mencionar que el presidente López Obrador está utilizando los recursos y la presidencia para combatir la infodemia que tanto ha afectado al pueblo mexicano, y eso es plausible y un deber del primer mandatario.

AMLO no ha girado órdenes para que se despida a un solo periodista como sí hicieron antes  los expresidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. Podríamos decir que en estos momentos se vive más libertad de expresión en México que en ningún otro momento; pero, otra vez, son los mismos detractores del primer mandatario los que insisten en que las críticas del presidente “incrementan” la violencia contra los periodistas.

La realidad es que la mayoría de los periodistas que gritan que “no hay” libertad de expresión son los que nunca salen de sus oficinas y se la pasan criticando, con un gran número de mentiras, medias verdades y noticias fuera de contexto.

Pero nadie les dice nada.

Sin embargo, por no hablar con la verdad, su reto más grande es la réplica del Presidente en “La mañanera”. En ese caso, no es el primer mandatario, sino los mismos reporteros o presentadores de noticias los que se colocan en esa situación al faltar al compromiso con su profesión: difundir la verdad.

Aristegui no puede presentarse como víctima cuando ya en varias ocasiones, lejos de criticar con bases sólidas a la actual administración, simplemente se une al coro de los comunicadores desacreditados y que tienen intereses turbios para golpear, sin bases, al presidente. Incluso, ella trata de lavarles la cara en su presentación de un engendro informativo que no alcanza la categoría de reportaje y dice que no hay que desestimar el “trabajo periodístico”, a pesar de reconocer en ese mismo video las intenciones de Claudio X. González sobre el actual gobierno.

Es por eso que el presidente subraya que es tiempo de definiciones. Que hace más daño a una sociedad un medio de comunicación que se dice “independiente”, como el de Aristegui, cuando en realidad no lo es, que un medio como LatinUS, creado para golpear al presidente López Obrador, pero al que la población ya tiene identificado como mentiroso. Y ahora la mayoría del pueblo no les cree ni a Aristegui ni a Loret.

Si queremos avanzar en una democracia más justa para todos los mexicanos, el periodismo es fundamental. Pero tiene que ser el periodismo honesto, sin intereses fácticos. No ese que lo único que busca es desinformar y que la población pierda la confianza en el presidente López Obrador, y hacerlo ver como un corrupto más, a fin de facilitar el camino a la oposición en  2024.

Agustín Durán es editor de la sección de Metro de La Opinión, en Los Ángeles.

Autor

  • Agustin Duran

    Agustín Durán es un inmigrante que ha ejercido el periodismo en diferentes medios de Los Ángeles por 23 años y actualmente es editor de Metro de La Opinión. Es graduado de Ciencias de Comunicación en Ciudad de México y tiene una maestría en Comunicación Masiva de la universidad de Northridge. Es padre, esposo y es tan escéptico que no le cree ni a su madre cuando le dice ´te quiero´, se lo tiene que probar.

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