Las fórmulas jurídicas tienen su porqué. Su interpretabilidad no puede dejar resquicios que puedan dar lugar a fraudes de ley.
La toma de posesión en España del cargo de ministra de Igualdad de Irene Montero cae en el terreno de lo discutible. Lo traemos a colación porque el asunto pudiera darse en el ámbito hispano general. El acceso al cargo de ministro en España está regulado por una ley publicada en el BOE-A-1979-9453.
La ley en su artículo segundo obliga «[…] a mantener (el) secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros». La candidata a ministra y otra candidata más decidieron cambiar la fórmula y decir «deliberaciones del Consejo de Ministras».
En España no hay ningún Consejo de Ministras.
Sería inconstitucional que la vida pública de un país en su más alta administración se restringiera a solo mujeres, u hombres. No dudamos de la buena fe de la candidata, pero si alguien pronunciara las mismas palabras con el propósito malicioso de desvelar los secretos del Consejo no habría forma de distinguirlo; invalidando, por insustancial, el Artículo 2 de la ley.
Cuando lengua y legalidad se entrelazan hay que dejar aparte creencias y devociones personalistas. La candidata, por ello, debió evitar entrar en colisión con la ley. La lengua y la legalidad no pueden llevar bandera pirata. Ni hay justicia en tomarse la justicia por su mano, ni legalidad en las palabras de la candidata.
Por mucho menos Barak Hussein Obama tuvo que repetir su juramento presidencial. El presidente de la Suprema Corte de Justicia John Roberts desplazó en el texto protocolario el adverbio faithfully, y faithfully execute se convirtió en execute faithfully. Antepuesto el adverbio, era «desempeñar (el cargo) sin engaño»; pospuesto, se acercaba a hacerlo «con dedicación, esmero».
Por si acaso se repitió el juramento al día siguiente.
Lo que se ha realizado en España permitiría a un desaprensivo burlar impunemente la ley. La RAE ha contribuido a embarrar más el acto protocolario. En respuesta a una consulta sobre este asunto, comenta que «es incorrecto decir ‘Consejo de Ministras’ si hay hombres». Es absurdo. En España no existen los «Consejos de Ministras», escrito con mayúsculas, ni con hombres ni sin hombres.
Otra cosa es que en una reunión de ministros haya solo mujeres y se diga «reunión de ministras».
Lo dicho no tiene nada que ver con feminismo, sino con igualdad y legalidad. Si la candidata cree que en español un Consejo de Ladies puede incluir Gentlemen, que lo demuestre, pero no en la ceremonia protocolaria para que esta no se convierta en una «tomadura de cargo”».
Nada de lo dicho se aplica a los candidatos que dijeron «Consejo de Ministras y Ministros». Esto es pura cortesía.
Luis Silva-Villar es profesor de Lengua y Lingüística
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