A los 91 años falleció Mijaíl Gorbachov, el expresidente de la Unión Soviética entre 1988 y 1991. Como se sabe, obtuvo la admiración de la comunidad internacional al impulsar la “perestroika” (reforma) y la “glasnost” (apertura) que intentaba mostrar un socialismo de «rostro humano» ante un sistema político soviético caracterizado por la rigidez del Partido Comunista.
El fin de la URSS
Las reformas de Gorbachov permitieron la desintegración de la ex Unión Soviética.
Gorbachov inició una era de apertura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos y Europa a pesar de ser consciente de que ello garantizaría su final político. Fue clave en la disolución del coloso comunista y jugó un papel activo en la reunificación de Alemania y el final de la Guerra Fría con Estados Unidos. Su labor de estadista fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1990.
A mediados de la década de los 80, Gorbachov decidió abrir la economía soviética e iniciar un intercambio comercial con Europa, sin renunciar totalmente al socialismo, en el sentido de que, aunque mantuvo el control económico por parte del estado, sin embargo, inició la transición hacia una economía de mercado.
Paralelamente, China también había iniciado reformas económicas similares bajo el liderazgo del presidente Deng Xiaoping, de tal forma que muchos analistas consideraron que Gorbachov simplemente estaba imitando las políticas de reforma del gran gigante asiático. Sin embargo, Gorbachov fue más allá que su homólogo Xiaoping y su “perestroika” política fue acompañada de una apertura cultural, social y económica que se conoció como la “glasnost”.
Como parte de esa apertura, se liberaron cientos de presos políticos, se permitió la circulación de libros antes proscritos, incluso de algunos que criticaban al gobierno comunista. Se permitió el cuestionamiento de la narrativa marxista-leninista oficial, se abrió un debate plural ideológico y se estimuló la investigación intelectual.
Algunos de los cambios
El partido comunista soviético con más de 20 millones de miembros, encabezado por el grupo jerárquico “politburó”, controlaba al comité central del partido comunista con disciplina militar rígida y muy intolerante a las críticas. Pero el partido se dividió en diferentes corrientes que dieron paso a plataformas políticas más plurales que participaron en las elecciones de 1989, 1990 y 1991 donde concurrieron distintos partidos políticos que antes estaban proscritos.
Como parte de sus reformas políticas a nivel internacional renunció a la «doctrina Brezhnev». Otorgó soberanía política a todas las naciones que formaban el bloque comunista de Europa del Este, y les dejó decidir su propia forma de gobierno, es decir que podrían decidir seguir siendo comunistas o escoger otro sistema político.
Gorbachov permitió que los ciudadanos soviéticos viajasen a Europa y Estados Unidos y que los medios de comunicación internacionales operaran con más libertad en territorio soviético. Autorizó la publicación de informes antes secretos de lo ocurrido durante la época estalinista.
En el tema militar, Gorbachov en 1989 ordenó el retiro de las tropas soviéticas que invadieron Afganistán y que habían permanecido en aquel país por una década. Logró establecer excelentes relaciones con jefes de gobierno del mundo occidental que permitieron llegar a acuerdos diplomáticos para reducir la cantidad de arsenales nucleares y de misiles de largo alcance.
Aunque la iglesia ortodoxa siguió siendo la iglesia oficial, se puso fin a la persecución religiosa especialmente de las iglesias protestantes reformadas y de las evangélicas pentecostales.
De Rusia a los evangélicos latinos
¿Qué tiene que ver Gorbachov con los evangélicos Latinos?
Al enterarme de la muerte del expresidente Gorbachov no pude evitar trasladarme a la Venezuela de la década de 1980 y al contexto evangélico latinoamericano, incluyendo los que viven en EE.UU., fuertemente influenciado por el evangelicalismo conservador estadounidense. Aquí, la dicotomía del bien (sistema capitalista) casi igualado a Dios y del mal (sistema comunista) casi igualado a Satanás, era la forma socio-política de entender el mundo.
Se suma ello a las interpretaciones escatológicas de las profecías bíblicas del libro de Daniel, algunos pasajes de los evangelios, y principalmente el libro del Apocalipsis.
La literatura apocalíptica es una de las que más se venden a nivel mundial. La fascinación y la curiosidad de personas alrededor del mundo acerca del futuro y del fin del mundo han hecho de esta literatura un negocio millonario para algunos. Temas como el Armagedón, el anticristo, el falso profeta, son muy recurrentes en muchas iglesias evangélicas.
Durante las décadas de los 80 y 90, cientos de predicadores itinerantes en América Latina profetizaban que Gorbachov era el anticristo, o el falso profeta. Todo esto basado en interpretaciones escatológicas y sensacionalistas, influenciadas por el movimiento nacionalista estadounidense y la doctrina Monroe, una declaración elaborada en 1823 durante la presidencia de James Monroe. Sintetizada en la famosa frase “América para los americanos”, estableció que cualquier intervención de los europeos en el continente americano sería considerada como un acto de agresión contra Estados Unidos.
Muchos predicadores evangélicos anglosajones proclamaron por la televisión y radio que EE.UU. era la nación preferida de Dios por sobre todas las demás naciones. Este mensaje conectaba con el destino manifiesto de los primeros colonizadores europeos que llegaron a las costas del noreste. Los colonos establecieron una filosofía nacional que explica la forma en que Estados Unidos entiende su lugar en el mundo y cómo se relaciona con otras naciones.
La marca de la bestia
En Venezuela conocí y escuché varias veces a un evangelista muy popular en la década de los 80 y 90 que se aventuró a predicar en iglesias y campañas al aire libre que el gran lunar que Gorbachov tenía en la frente era la marca de la bestia.
“Y hacía que, a todos, a pequeños y a grandes, a ricos y a pobres, a libres y a esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviera la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.”
(Apocalipsis 13:16-17. Biblia Reina Valera 1960).
También pregonaba este predicador que la confrontación que la Unión Soviética tenía con los Estados Unidos no era mas que el cumplimiento de la profecía bíblica del oso y el águila.
“La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre. Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne.”
(Daniel 7:4-5. Biblia Reina Valera 1960).
La muerte de Gorbachov sin que se cumplan durante su vida todas estas “profecías” debe ser un gran llamado de atención a los Evangélicos Latinos en Estados Unidos y en toda América Latina.
Hay que tomar conciencia de que muchas interpretaciones bíblicas de sectores fundamentalistas no son inocentes, sino que explícita o implícitamente están cargadas de mensajes políticos elaborados por los sectores más conservadores y nacionalistas de Norte América y Europa.
Una interpretación literal
Hay que saber notar las diferencias entre los fundamentalistas religiosos y los evangélicos, aunque estas sean un poco sutiles, y a menudo difíciles de entender desde afuera. La más importante de estas diferencias es que la mayoría de los evangélicos tanto como los fundamentalistas están de acuerdo en que la Biblia es la palabra de Dios, pero solo los fundamentalistas tienden a interpretar la Biblia literalmente.
Muchos evangélicos están dispuestos a entender que hay metáfora, alegoría, símbolos, símiles y poesía en la Biblia, y que la verdad expresada en esa metáfora, alegoría, símil, y poesía contiene el mensaje de Dios. Mientras, los fundamentalistas tienden a leer incluso la metáfora, la alegoría, los símbolos, el símil y la poesía literalmente.
Al leer las escrituras e interpretar el contexto en que fueron dadas, especialmente los profetas y los evangelios, nos damos cuenta de que Dios no es ni capitalista ni socialista, ni prefiere a Estados Unidos o a Rusia por sobre las demás naciones.
Un mensaje evangélico más equilibrado debe utilizar las herramientas que nos proveen las ciencias políticas y los estudios internacionales para analizar la geopolítica mundial y evitar dar lugar a interpretaciones bíblicas basadas en el emocionalismo y el fundamentalismo de algunos sectores cristianos.