Gorbachov: legado y perestroika

Este 30 de agosto se ha dado la noticia de la muerte de quien llegara a ser el último líder de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov, a los 91 años de edad (1931-2022). Como era de esperarse, la noticia saltó a los grandes titulares de la prensa internacional, dando cuenta del acontecimiento y una revisión de lo que fue su legado.

Gorbachov y su herencia histórica

La herencia histórica de este dirigente se relaciona con temas relacionados con el final de la Guerra Fría. La formulación e implementación del proceso de perestroika y glasnot -reestructuración y transparencia-, la caída del muro de Berlín, los drásticos cambios políticos en los países de Europa del Este, y por supuesto, con la desintegración de lo que una vez fuera la Unión Soviética.

Se reconocieron sus esfuerzos por una convivencia pacífica entre las dos naciones prominentes en los años 80, Estados Unidos y la Unión Soviética, su perspectiva concretada en la disminución y eliminación del arsenal nuclear. De esa cuenta se le otorgó el Premio Nobel de la Paz en 1990.

Su papel como dirigente de fines de los años noventa –“los años decisivos”, como sería el título de un libro de memorias que posteriormente publicaría- es parte del proceso que lleva a Rusia a la dinámica propia de la tercera década del Siglo XXI. Es parte de la historia contemporánea de los ahora países independientes que una vez formaron parte de la extensa nación soviética.

Gorbachov fue Ministro de Agricultura. Se trataba de un puesto homicida, dadas las complicaciones de la producción y en especial de la comercialización de ese importante sector de la economía. Tómese en cuenta la dependencia de lo agropecuario respecto a los factores climáticos -llueve mucho o poco y no se produce. Inciden también las dificultades del manejo de cosechas, las diferentes elasticidades de oferta y demanda, además de la perecibilidad propia de los productos.

Sin embargo, sobrevivió a la prueba de ese ministerio y logró llegar, años después, a ser el máximo líder soviético en marzo de 1985, a la muerte de Konstantín Cherchenko (1911-1985). Hasta ese entonces, los dirigentes de ese país, luego de la muerte de Leoniv Brézhnev, se habían considerado de transición dada la avanzada edad que tenían cuando asumían su mandato. Ese no fue el caso de Gorbachov y de allí el papel determinante en los históricos procesos en los que participó.

El legado del líder hoy fallecido incluye en general su intento por establecer transformaciones en la Unión Soviética. Aspiraba a corregir rasgos de anquilosamiento en la sociedad. A su llegada al poder, con mucho, se trataba de un sistema político que centralizaba la dirección plena de la producción, distribución y consumo. Eso permitió mecanismos de acumulación de excedentes que posibilitaron financiamiento de armamentismo y desarrollo espacial, entre otros aspectos, pero estancaron la competitividad y la sostenibilidad del modelo.

Perestroika y glasnot

Las transformaciones condensadas en la política de perestroika y glasnot, buscaban generar mecanismos a fin de que las instituciones tuviesen una actualización, en función del desarrollo industrial y tecnológico que se vivía en el mundo.

Mijail Gorbachov
Inauguración de la exposición dedicada al 80 aniversario de M. S. Gorbachev
perestroika
Manége, 2011
Por «La Voz de Rusia».

Gorbachov en cierta forma tiene un paralelo con la turbulencia que tuvo que vivir el Papa Paulo VI. Ante las reformas -en un caso de la estructura funcional del Estado, en el otro del Concilio Vaticano II- unos grupos trataban de conservar lo “clásico”, lo tradicional, el inmovilismo de las instituciones. En el otro extremo otros colectivos, convencidos de la necesidad del cambio, deseaban que las transformaciones fuesen cada vez más aceleradas.

La confrontación de posiciones dejó al líder soviético en la parte media de la dinámica política. Esto se concreto el día 19 de agosto de 1991, cuando los grupos más conservadores establecieron un efímero golpe de Estado en el país. Los resultados del hecho fueron por demás provisionales. Duró 48 horas. Para el 21 de agosto de 1991, Gorbachov era reinstalado en el poder político, pero con severas restricciones por parte del grupo que lo devolvía al Ejecutivo. Esta aglutinación de poderes era liderada por Boris Yeltzin (1931-2007) quien encabezó la desintegración de la ex -Unión Soviética.

La política de glasnot enfatizaba la necesidad de transparencia en el manejo de la cosa pública. El sistema que se evidenciaba como altamente burocratizado de la era soviética también estaba plagado de corrupción incluyendo apropiación indebida de fondos. Muchos aspectos de la organización y funcionamiento estatal favorecían la extrema jerarquización y la carencia de incentivos para la mayor eficiencia y eficacia.

Fue evidente que Gorbachov buscaba, no abandonar totalmente el sistema de planificación productiva, pero sí flexibilizarlo. Trataba, al parecer, de implementar mecanismos de contrapesos en lo político y de ciertos controles que impulsaran la calidad y la innovación técnica de empresas. El libro “Perestroika” (1987) fue todo un acontecimiento. Por primera vez, desde la fundación de la Unión Soviética en 1922, un líder reconocía los fallos del sistema.

En su propio país Gorbachov enfrentaba la constante crítica de haber dejado morir el país de los soviets. Sin embargo, en medio de todo, el líder desaparecido, tiene una voz que aún resuena.

Mijail Gorbachov
Mijail Gorbachov (izquierda), la canciller alemana Angela Merkel (centro) y el ex líder sindical polaco Lech Walesa (derecha), en imagen de 2009. Foto Ap

Su legado se sintetiza en sus propias palabras: «A pesar de todos los males y miserias actuales, los rusos, y en general la gran mayoría de los ciudadanos de los países de la ex órbita soviética, prefieren vivir en una sociedad libre y democrática, como la que hoy disfrutan, a la situación que vivían bajo el comunismo. Ese es el marco en el que puedo encuadrar mi responsabilidad en la etapa que viví como mandatario de la Unión Soviética»

Autor

  • Giovanni E. Reyes

    Giovanni Efrain Reyes Ortiz, Ph.D. en Economía para el Desarrollo y Relaciones Internacionales, de la Universidad de Pittsburgh, con post-grados de la Escuela de Altos Estudios Comerciales -HEC- en París, Francia, y de la Universidad de Harvard. Ha sido Director de Integración Latinoamericana y del Caribe en el Sistema Económico Latinoamericano y Director de Informe en Naciones Unidas.

    Ver todas las entradas

Mostrar más
Botón volver arriba