El movimiento «Woke» y sus repercusiones en la actual polarización política
Designa la actitud de “despierto” ante condiciones de discriminación, injusticia e inequidad social
La corriente “woke” especialmente en países más desarrollados, está jugando un papel importante en la polarización de diferentes sociedades. Se trata de una de las “importaciones culturales” de reciente cuño en las sociedades latinoamericanas y es un movimiento que tiene influencia en los ámbitos sociales en general y políticos en particular. Esta dinámica y contexto social se ubica en la perspectiva de “Crisis de Legitimidad” como ya lo hacía ver en una obra del mismo título, publicada inicialmente en 1973, Jürgen Habermas (1929 -) desde la Escuela de Fráncfort.
La definición de término «woke»
Se reconoce que el término “woke” ha evolucionado desde sus orígenes y su significado no ha dejado de estar exento de disputas y polémicas. Es comúnmente aceptado que este término proviene del inglés vernáculo y sus primeras manifestaciones como categoría lingüística de uso masivo se popularizó en los años cuarenta.
En general, el significado ha sido designar la actitud de “despierto” ante lo que se estima son condiciones de discriminación, injusticia e inequidad social, con especial énfasis en el racismo. Al respecto y sólo para citar dos autores, véanse las obras: “El Género en Disputa” (1990) de James Butler; y “Claves Filosóficas de la Cultura Woke” (2023) de Carlos Alonso.
Con mayor referencia respecto a tiempos de historia inmediata, el término resurgió en 2010 con motivo del movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos. Esta perspectiva se amplió hasta abarcar la denominada toma de conciencia respecto a otras formas de discriminación como el sexismo, la transfobia, la homofobia, aporofobia (contra la pobreza), xenofobia (contra los extranjeros).
A esto debe sumarse un rasgo sobre el cual se enfatiza mucho en el movimiento que estamos analizando: la llamada “interseccionalidad”, es decir que varias formas de discriminación se retroalimentan, o refuerzan entre ellas, como parte de las actitudes, valores de diferentes grupos sociales e imaginarios colectivos.
Estas perspectivas y actitudes de varios factores conjuntos darían lugar a las respuestas contra lo “woke”, como por ejemplo el “supremacismo blanco” con evidentes y hondas raíces en los grupos conservadores, tanto moderados como extremos.
La perspectiva «woke» y su difusión
En Estados Unidos tanto el planteamiento “woke” como sus respuestas colectivas o de diferentes grupos que se oponen a este movimiento, han llegado a perfilarse en las preferencias políticas en las elecciones presidenciales de 2016, 2020 y 2024. El Tea Party, como integrante del Partido Republicano ilustra este componente de polarización política que tiene una notable incidencia en las posiciones desde Washington.
La corriente “woke” se ha extendido a otros países occidentales, como Canadá, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Austria. Cada país responde con matices culturales valorativas en un entramado cuyos resultados pueden desembocar en oposición o favorabilidad a tratados de integración regional, por ejemplo. Allí es donde se enraízan las actitudes y elementos valorativos respecto a migración, apoyo a países del Cuarto Mundo y referencias a las instituciones europeístas de Bruselas.
En especial mediante las redes sociales, el término y el movimiento han cobrado vida en países latinoamericanos tales como México, Perú, Brasil, Argentina, Colombia. Se estima que, en los países latinoamericanos, el movimiento “woke” influye en una matriz donde también operan elementos de creencia religiosa.
Esta corriente ha tratado de promover cambios en algunas instancias del lenguaje, representaciones de los medios y normas sociales; todo ello en nombre de la inclusión social y la sensibilidad hacia las perspectivas “del otro”.
En este sentido operarían los conceptos relacionados con la teoría de la “otredad” y de la “deconstrucción”, elementos estudiados desde mediados del Siglo XX, hasta principios de este siglo, por el filósofo francés del post-modernismo Jacques Dérrida (1930-2004), véase, por ejemplo, como parte de las obras de este autor: “La Voz y el Fenómeno” (1967), “Los Márgenes de la Filosofía” (1972), y “Monolingüismo del Otro” (1996).
Un cuestionamiento a las desigualdades
Las acciones, los partidos y colectividades políticas, influidas por el “woke” se asocian a la búsqueda de reformas sociales y económicas en función de abordar las desigualdades. En términos económicos y del desarrollo de las sociedades esta influencia ambiciosamente abarcaría desde mecanismos de ingreso y de apalancamiento social, hasta la estabilidad monetaria relacionada con el comportamiento de la cuenta corriente, cuenta de capitales y balanzas comerciales de los países.
En otros ámbitos, la cobertura se relacionaría con existencias de demanda efectiva y real en los mercados internos, acceso, cobertura y calidad de servicios vitales, tales como educación, salud, infraestructura física básica y económica. La presencia y desarrollo del movimiento “woke” indiscutiblemente es parte de la gran polarización que presentan políticamente muchos países en la actualidad. Desde sus planteamientos más pro-equidad, hasta las respuestas propias de la reacción de grupos más conservadores.
Es posible demostrar que las preocupaciones de la corriente “woke” han llevado a extremos el abordaje de temáticas como la “corrección política”. Esto conllevaría a que tanto ideas como acciones y manifestaciones idiomáticas se regularían en exceso.
Desde luego, más que la “corrección” cotidiana, en muchos países emergentes las necesidades son más fundamentales: educación, estabilidad política, seguridad, salud, empleo y mejoras en la competitividad y transparencia de las diferentes sociedades