La vuelta de los libros prohibidos
Donald Trump abrió el abanico de sus enemigos, ya no es una cuestión solamente partidaria sino que incluye las diversidades sexuales, mujeres, latinos y afroamericanos
En Estados Unidos, durante el último año, se prohibieron 10,046 libros. PEN America’s Freedom to Read señala que la censura se centra contra temáticas relacionadas con el sexo, las diversidades y los afroamericanos.
El libro: una herramienta temida por el fascismo
Estados Unidos es el país de la libertad. O por lo menos eso dice la retórica que se impuso en todo Occidente, principalmente en América Latina. El sueño americano, el país de la libertad, el paladín de la democracia… Pero hay un tema clave que pone en cuestión todos los estereotipos, y es el aumento exponencial en los últimos años de los libros prohibidos en Estados Unidos.
Desde siempre, y hoy más que nunca, el conocimiento es poder, y si el conocimiento se restringe, son cada vez menos quienes detentan el poder. En la Edad Media europea, el conocimiento y los libros fueron potestad casi exclusiva de los monasterios, alejados del pueblo. La imprenta cambió esa ecuación en el siglo XV y más gente tuvo acceso a los libros. Luego la Ilustración fue otro hito en esto de democratizar el conocimiento, y dentro de la ilustración, la enciclopedia de Diderot se basaba especialmente en esta idea de hacer más accesible a más gente el conocimiento humano.
Hoy, en plena época de lo digital, el libro de papel sigue siendo esencial para el conocimiento, porque estructura de manera distinta los pensamientos y hace funcionar de otra manera las terminales neuronales. Según Miguel Benasayag, médico, psicólogo, filósofo y epistemólogo argentino radicado en Francia, “los estudios más recientes demuestran que leer sobre papel genera memoria sobre lo que se lee, cosa que no ocurre cuando se lee en pantallas, y eso se debe a los procesos neuronales, que son totalmente distintos”.
Y si el conocimiento es poder, y dentro de la producción del conocimiento, el libro es poder, esto lo sabe el poder real. Por eso, en los regímenes autoritarios siempre hubo ensañamiento con los libros. Principalmente podemos recordar a los nazis, pero también las quemas de libros de la dictadura argentina, una en Córdoba el 29 de abril de 1976 y otra en el Gran Buenos Aires el 30 de agosto de 1980. Además, la dictadura argentina prohibió libros de Osvaldo Bayer, Rodolfo Walsh, Julio Cortázar, Ricardo Piglia, Manuel Puig, y hasta El Principito de Antoine de Saint Exupéry, por ser “promotor de ilimitada fantasía”.
En Estados Unidos, durante la Guerra de Secesión, en los estados confederados del sur se prohibió La cabaña del tío Tom, y ya en pleno siglo XX, en California se prohibió Las uvas de la ira, de John Steinbeck, por contar cómo se despojó a las primeras naciones de sus tierras, en todo el oeste. Pero también fueron prohibidos libros como Pedagogía del oprimido, de Paulo Freire, en los años ’60 y ’70 y hasta El diario de Ana Frank a fines de los ’90, principalmente en estados como Texas y Florida.
Hoy, la situación se ha agravado, producto del avance de la extrema derecha y del neofascismo, en Estados Unidos y en gran parte del mundo occidental. La violencia simbólica, el odio político, ya ni siquiera se disimulan, y los líderes de estas tendencias, como por ejemplo el presidente argentino Javier Milei, no dudan en reconocer que están inmersos en una “batalla cultural” contra “los zurdos”, considerando de izquierda o comunistas a cualquiera que piense un poco distinto. El gobierno argentino está inmerso en una cruzada con el libro Cometierra, de la escritora Dolores Reyes, tildándolo de “pornográfico”. Ya no queman libros en los cuarteles militares, ahora lo hacen en las hogueras virtuales de Facebook, Instagram o en esa cloaca social llamada X (antes twitter).
Donald Trump también abre el abanico de sus enemigos y ahí incluye a diversidades sexuales, mujeres, latinos y afroamericanos. Ya no es solo una cuestión de política partidaria, esto va mucho más allá de eso. Hay un reverdecer de la vieja idea de un país WASP (white, anglosaxon and protestant), y deberíamos sumarle hombre, rico y heterosexual.
Así es que en el último año se han prohibido más de 10 mil libros, principalmente vinculados a temáticas de educación sexual, diversidades y afroamericanos. Esto surge del informe de PEN America’s Freedom to Read, una organización no gubernamental fundada en 1922 y que se dedica a la defensa de los Derechos Humanos en relación a la lectura, los lectores y los autores.
Qué y dónde se prohíbe
Según un reciente informe de PEN America, “Estos títulos incluyen en gran medida representaciones de sexo, o presentan a personas y personajes LGBTQ+, o de personas y personajes de color y suelen incluirse en listas que circulan en línea por personas y grupos que piden mayores restricciones y censura de libros en las escuelas”.
Según el reporte, los casos de prohibición de material de lectura pasaron de 3,362 a más de 10,000, y desde julio de 2021 registraron 15,940 casos de prohibiciones de libros en 43 estados y 415 distritos escolares públicos.
“En todas estas instituciones, hemos visto una serie de cambios de políticas y nuevas leyes estatales, diseñadas para suprimir la educación sobre ciertos puntos de vista, identidades e historias vinculadas a la raza, la sexualidad y la identidad de género”, afirma el estudio.
El lista de los censurados
En cuanto a los libros más prohibidos, Pen America detalló: “Durante el año escolar 2023-2024, se prohibieron 19 títulos en 50 o más distritos escolares de todo el país. El título prohibido con mayor frecuencia fue Nineteen Minutes de Jodi Picoult”.
El ranking completo es el siguiente:
Diecinueve minutos, de Jodi Picoult
En busca de Alaska, de John Green
Las ventajas de ser invisible, de Stephen Chbosky
Vendido, por Patricia McCormick
Por trece razones, de Jay Asher
Crank, de Ellen Hopkins
Idéntico, por Ellen Hopkins
El Corredor de Cometas, de Khaled Hosseini
El cuento de la criada, de Margaret Atwood
Agua para elefantes, de Sara Gruen
Trucos, de Ellen Hopkins
Una corte de rosas y espinas, de Sarah J. Maas
El imperio de las tormentas, de Sarah J. Maas
Una corte de niebla y furia, de Sarah J. Maas
Una corte de alas y ruina, de Sarah J. Maas
El diario absolutamente verdadero de un indio a tiempo parcial, de Sherman Alexie
El ojo más azul, de Toni Morrison
El color púrpura, de Alice Walker
Una corte de hielo y luz, de estrellas de Sarah J. Maas
En cuanto a los estados que más prohíben libros en el país, Pen America detalla lo siguiente: “Durante el año escolar 2023-2024, se produjeron 4,561 prohibiciones de libros en Florida y 3,671 prohibiciones en Iowa. El aumento de la prohibición de libros en estos dos estados se debe a una legislación recientemente promulgada, junto con campañas de presión sobre los distritos locales.
La HB 1069 de Florida, que entró en vigor en julio de 2023, creó un proceso legal para la prohibición de libros. La ley exige que cualquier libro cuestionado por conducta sexual debe ser eliminado durante un proceso de revisión. Las prohibiciones de libros en Iowa también están vinculadas a la legislación estatal. La ley SF 496, de Iowa, que entró en vigor en julio de 2023, exige que todos los materiales sean apropiados para la edad; sin embargo, la definición estatal de apropiado para la edad prohíbe que los materiales tengan cualquier descripción o representación de un acto sexual. La ley también contiene disposiciones que prohíben las discusiones sobre identidades LGBTQ+ en el aula. Además de Florida e Iowa, varios estados registraron 100 prohibiciones de libros o más: 538 en Texas, 408 en Wisconsin, 121 en Virginia y 100 casos de prohibiciones de libros en Kentucky”.
Suzanne Trimel habla con Hispanic L.A.
Hispanic L.A. se contactó con con Sabrina Baeta, investigadora del equipo de PEN America’s Freedom to Read quien respondió por email las preguntas sobre el incremento de las prohibiciones de los últimos años y lo que se viene con el gobierno de Donald Tump.
-Pen America’s Freedom to Read es una organización no gubernamental que trabaja en Derechos Humanos y libros. ¿Cómo están vinculados los dos temas y cuál es el trabajo específico que ha estado haciendo durante tantos años?
-PEN America ha estado rastreando las prohibiciones de libros en escuelas públicas desde 2021. Los derechos de los autores y los estudiantes, así como los innumerables educadores y bibliotecarios que los rodean, están fuertemente afectados por el aumento de la censura en nuestras instituciones públicas.
-¿Cuántos libros se prohibieron durante el 2024?
-Hubo constatados 10,046 casos de prohibición de libros ocurrieron durante el año escolar 2023-2024.
-¿Cuáles son los temas más repetidos de libros prohibidos, diversidad sexual, minorías étnicas?
-Las áreas de contenido más prohibidas del año escolar 2023-2024 son: un 57 por ciento de los casos de censura incluyen sexo o temas relacionados con el sexo o educación sexual, un 44 por ciento incluyen personajes o personas afroamericanas y un 39 por ciento incluyen a personajes o personas LGBTQ+.
-¿Son las prohibiciones responsabilidad del gobierno federal o de los gobiernos estatales?
-Las prohibiciones de los libros escolares han sido impulsadas en gran medida por grupos que abogan por la censura en sus comunidades, y por las legislaciones estatales.
-¿Ha crecido este fenómeno, característico de las dictaduras y los gobiernos autoritarios, en los últimos años con el avance de la extrema derecha y del neofascismo?
-El movimiento de prohibición del libro moderno está impulsado por un aumento en grupos de individuos que defienden puntos de vista estrechos, ideologías a menudo arraigadas en el nacionalismo cristiano, en el conservadurismo extremo, o en la retórica de los movimientos de derechos parentales sobre lo que es apropiado y permitido en las escuelas.
-¿Cómo ve la evolución de este tema con el gobierno de Donald Trump?
-En este momento, no estamos especulando sobre cómo la administración afectará al tema. Pero dado el aumento actual y constante de las prohibiciones de libros, esperamos que la censura en las escuelas públicas siga siendo un problema creciente y matizado. Más allá de la labor de Pen America.
-¿Qué otras acciones para resistir las prohibiciones y defender los libros, escritores y lectores se están llevando a cabo en Estados Unidos?
-Los estudiantes, en particular, han estado a la vanguardia de la cuestión. Los estudiantes de distritos de todo el país han sido fundamentales en los esfuerzos por revocar las prohibiciones de libros. La resistencia de los estudiantes ejemplifica una tendencia más amplia, también observada en la legislación y en los tribunales, a luchar contra las injerencias en la libertad de leer y aprender.
-¿Cree que éste es otro síntoma del declive cultural y moral del país?
-La cuestión de la censura en nuestras instituciones públicas debería ser muy importante para todos los estadounidenses que creen que la libertad de expresión es un requisito para nuestra democracia.
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