Mientras toda la atención pública se centra en el debate de ayer entre Donald Trump y Kamala Harris, la campaña electoral que culminará el 5 de noviembre y en la que Estados Unidos elegirá a un nuevo presidente, continúa con toda intensidad.
A medida que se acerca la fecha las líneas políticas se vuelven, por naturaleza, más claras. Es decir: cada partido lucha para conservar y estimular el voto de los ciudadanos ya convencidos. En el caso del partido republicano, los fanáticos de Trump y afines al movimiento extremista MAGA, se podría esperar que aún en esta coyuntura, mantengan un mínimo de decoro y honestidad. Que no mientan, que no exageren, que no busquen chivos expiatorios, que no alimenten el odio contra los otros.
Mentiras y xenofobia: herramientas de campaña de MAGA
Lo contrario de ello ha demostrado el mismo Trump, cuando al menos en dos ocasiones diferentes durante el debate repitió con desfachatez la vil mentira contra los inmigrantes haitianos y la comunidad migrante en general. Los haitianos, dijo, comen gatos y perros. «Lo ví por la tele», explicó después, revelando que después de tantas calumnias contra los medios, quizás piense que lo que se ve por la tele son verdades.
Pero lo recogió del candidato a vicepresidente y hoy senador J.D. Vance, quien a su vez recogió un rumor en Facebook originario del grupo de usuarios de extrema derecha “End Wokeness” y difundió una vil mentira contra los inmigrantes haitianos, como parte de la red de calumnias contra los inmigrantes en general. Afirma que los haitianos de Springfield, Ohio, roban mascotas – específicamente, gatos y patos – de sus vecinos para comérselos.
Y cuando surgió un clamor criticando su desfachatez, “he doubled down” – insistió.
“Esas personas no deberían estar en este país. ¿Dónde está nuestro zar fronterizo?”, escribió Vance en X, refiriéndose a Kamala Harris, a la que responsabiliza por la crisis en la frontera.
El senador por Texas Ted Cruz, por su parte, publicó una imagen de dos gatitos con la leyenda: ““Por favor voten por Trump para que los inmigrantes haitianos no nos coman”. También repitió la calumnia el dueño de X, Elon Musk, hoy convertido en uno de los líderes de MAGA. “¡Vota por Kamala si quieres que esto le pase a tu vecindario!”, escribió Musk.
A partir de un rumor acusaron del crimen a toda la comunidad haitiana.
En su mayoría y contrariamente a las acusaciones en los medios sociales, los 20,000 haitianos que emigraron a Springfield no son indocumentados. Tienen permiso de trabajo y número de Seguro Social.
Algunos aún solicitan un estatus de protección temporal y esperan una resolución. Los republicanos oficialmente se oponen a darles asilo y proponen un lema hecho popular durante su reciente Convención Nacional: “depórtenlos ya”.
Un ataque inaudito a la comunidad migrante
Las autoridades de Springfield y su departamento de Policía negaron la veracidad del alegato. Pero incluso si fuese verdad, que se convierta en un tema de ataque electoral republicano es inaudito.
La campaña presidencial de Trump hizo suyo el tema y difundió más mentiras, amenazando que “el presidente Trump deportará a los inmigrantes que se coman mascotas”. Inexplicablemente, los fanáticos de MAGA se aferran a esta horrible historia como si fuese una tabla de salvación para las aspiraciones presidenciales de su héroe.
Son reprobables las acusaciones contra los inmigrantes en general por los republicanos. Trump los encabeza diciendo que “envenenan la sangre” de la nación. Tucker Carlson, hoy ideólogo del partido, dice que nuestro país es “más pobre, más sucio y más dividido” a causa de ellos. El partido convirtió una supuesta “ola de delincuencia migratoria” en un tema central de las elecciones.
Pero son aún más reprochables cuando integran mensajes racistas contra uno de los grupos más vulnerables de nuestra sociedad, que precisamente llegaron a nuestras fronteras huyendo de la inanición y la violencia. Y cuando quienes llevan la delantera en esta carrera racista son individuos como Cruz, hijo de inmigrantes cubanos, y Vance, casado con una inmigrante hindú. Ni qué hablar del infeliz de Trump, vapuleado por Harris en el debate y que ni siquiera tiene el consuelo de su esposa inmigrante. Lástima. Da lástima.