Uno escribe en Google los primeros dos versos: «No te rindas, aún estás a tiempo / De alcanzar y comenzar de nuevo», y la primera respuesta repite la falacia.
Atribuyen falsamente “No te rindas” a Mario Benedetti. Quizás porque el ilustre uruguayo escribió algo un poco parecido: “No te salves”, un poema que se publica en “Poemas de otros” (1983) (sic) y luego aparece en “Inventario uno” (1985). Aquí están ambos.
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Hasta el entonces presidente uruguayo Tabaré Vásquez lo leyó, emocionado en un mitín:
Esto es lo que, erróneamente, recitan:
No te rindas
Atribuido falsamente a: Mario Benedetti
Autor real: anónimo
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
El verdadero: No te salves, por Mario Benedetti
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Sobre esta serie:
Los 10 más famosos poemas apócrifos. Una serie que quizás ni se detenga en 10. Un título que reclama una explicación.
La característica principal de la poesía apócrifa es que se atribuye a quien en realidad no la escribió. Pero, ¿es mala o buena?
¿Cuál poema es “mejor”? ¿El que mejor suena si lo leo en voz alta? ¿El que me conmueve, me enamora o entristece? ¿El que cumple con las reglas de métrica, rima? ¿Qué contiene metáfora, sinécdoque, hipérbaton? ¿O no?
Quizás sea, para solaz de Google, el más popular por el día de hoy.
La verdad es que nos gustan algunos poemas porque los autores, o quienes pensamos que son los autores, son famosos; porque otros piensan que el autor es tan pero tan bueno que sus poemas, o lo que la gente piensa que son sus poemas, son también tan buenos como para difundirlos a como dé lugar. «Esto es indudablemente de García Márquez. Tiene que serlo», nos decimos.
En estos días de noticias falsas, en que la verdad absoluta es lo que uno absolutamente cree que lo es, una vez que ese bastardo poético ve la luz en internet ya no es posible desmentirlo, y no hay Fundación Internacional Borges o Fundación Benedetti que valga.
Esos “trozos falsamente atribuidos al libro original” escribe Jaime Rubio Hancock, comentarista de El País, a veces son variaciones del original, o escritos a la manera del autor original. El astuto autor a menudo aprovecha que las obras ya son de dominio público en muchos países. Es decir que, explica Rubio, «se han cumplido más de cincuenta años desde la muerte de su autor”.
Como dice Cristian Vásquez en Letras Libres: «Muchas personas se empeñan en creer en las citas erróneas por una sencilla razón: es una forma de lograr que los escritores más prestigiosos digan cosas que nunca dijeron, pero que suenan bien”.
Un agradecimiento especial a la chilena Vilma Vidal que mantiene un blog donde anda desfaziendo entuertos y descubriendo verdades sobre la literatura apócrifa.