Poemas apócrifos 9/10: La gente que me gusta, atribuido falsamente a Mario Benedetti
Noveno de la serie de diez poemas apócrifos, con sus verdaderos autores, los atribuidos, los falsos y las excusas de quienes los difunden
La característica principal de la poesía apócrifa es que se atribuye a quien en realidad no la escribió. Pero, ¿es mala o buena?
¿Cuál poema es “mejor”? ¿El que mejor suena si lo leo en voz alta? ¿El que me conmueve, me enamora o entristece? ¿El que cumple con las reglas de métrica, rima? ¿Qué contiene metáfora, sinécdoque, hipérbaton? ¿O no?
Quizás sea, para solaz de Google, el más popular por el día de hoy.
La verdad es que nos gustan algunos poemas porque los autores, o quienes pensamos que son los autores, son famosos; porque otros piensan que el autor es tan pero tan bueno que sus poemas, o lo que la gente piensa que son sus poemas, son también tan buenos como para difundirlos a como dé lugar. «Esto es indudablemente de García Márquez. Tiene que serlo», nos decimos.
En estos días de noticias falsas, en que la verdad absoluta es lo que uno absolutamente cree que lo es, una vez que ese bastardo poético ve la luz en internet ya no es posible desmentirlo, y no hay Fundación Internacional Borges o Fundación Benedetti que valga.
Esos “trozos falsamente atribuidos al libro original” escribe Jaime Rubio Hancock, comentarista de El País, a veces son variaciones del original, o escritos a la manera del autor original. El astuto autor a menudo aprovecha que las obras ya son de dominio público en muchos países. Es decir que, explica Rubio, «se han cumplido más de cincuenta años desde la muerte de su autor”.
Como dice Cristian Vásquez en Letras Libres: «Muchas personas se empeñan en creer en las citas erróneas por una sencilla razón: es una forma de lograr que los escritores más prestigiosos digan cosas que nunca dijeron, pero que suenan bien”.
Un agradecimiento especial a la chilena Vilma Vidal que mantiene un blog donde anda desfaziendo entuertos y descubriendo verdades sobre la literatura apócrifa.
Sobre el poema 9 de la lista
Dice Vilma Vidal: «Pueden darse el placer de revisar los libros de Mario Benedetti para encontrar que este texto no se encuentra en ninguno de ellos, simplemente porque no pertenece a dicho autor. Pueden consultar con la propia Fundación si aún hay dudas y piensan que se trata al menos de una recopilación de frases atribuídas a Benedetti o algo similar. El asunto es que este escrito es un apócrifo más de los que se le atribuyen a don Mario».
Lo que más no me gusta de La gente que me gusta es que los que vuelven y vuelven a reproducir en sus blogs, sitios, revistas e incluso en un libro antológico, y no solo insisten en que lo escribió Mario Benedetti, sino que justifican seguir reforzando el plagio porque, dicen:
- Aunque no es de él, Benedetti (o García Márquez, o Borges) lo hubiera aprobado como suyo si lo hubiese leído.
- Aunque no es de él, nos identificamos con el contenido, que es noble, profundo, auténtico, bla bla bla.
Al menos eso. Otros lo suben a la web como si fuera propio, obviando la necesidad de especificar quién es el autor y al menos, que no es uno. Por ejemplo.
Y finalmente, una lectura muy bonita del poema en lo que se dice ser «la voz de Mario Benedetti».
La gente que me gusta, de autor anónimo
Primero que todo me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, que sabe lo que hay que hacer y lo hace en menos tiempo del esperado.
Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus actuaciones. La que no deja las soluciones al azar.
Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma, que no pierde de vista que somos humanos y que podemos equivocarnos.Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonados a las decisiones de su jefe.
Me gusta la gente de criterio. La que no traga entero. La que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó. Y la que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente: a estos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente fiel y persistente que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideales se trata.
Me gusta la gente de garra, que entiende los obstáculos como un reto.
Me gusta la gente que trabaja por resultados. Con gente como esta me comprometo a lo que sea, así no reciba retribución económica alguna. Con haber tenido esa gente a mi lado, me doy por recompensado.
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