«Haypocaeducación y hay muchos cartuchos
cuando se lee poco se dispara mucho (…)
el diálogo destruye cualquier situación macabra
antes de usar balas disparo con palabras».
-La Bala, Calle 13
Las luces del Teatro Nokia se apagan y del techo del escenario salen haces de luz como telaraña. Es la señal para que todos sepan que inicia el concierto. La gente grita, se emociona, espera la salida de René Pérez Joglar para pasear por la Calle 13. Los primeros acordes se escuchan y los asistentes brincan y bailan como en la mejor de las fiestas. Tienen razón. Esta noche se clausura la fiesta de las letras de Los Ángeles, la Feria del Libro en Español (LéaLA) que duró tres días y que en su segunda edición duplicó los niveles de asistencia con respecto al año anterior.
Defendiendo la lectura en español
No hacía falta recibir el comunicado oficial con la cifra de 67,000 asistentes para saber que la feria nuevamente fue un éxito. Bastaba con ver los pasillos del lugar durante la tarde del sábado, o la mañana del domingo, para darse cuenta de la sed de letras que tiene la comunidad de habla hispana de Estados Unidos. Familias enteras, hileras de niños, personas que saliendo de trabajar decidieron consentirse y acudir a buscar un libro. «Qué bueno que vienen a lo de los libros, porque hay muchísimos, y de los mejores», nos dijo una mujer que cobraba en el estacionamiento cuando llegamos al lugar. «Yo trabajo sábado y domingo, pero en cuanto termine subo y me quedo ahí un rato». Porque cuando se tienen libros en español durante sólo tres días al año, el tiempo se debe aprovechar.
«Estamos aquí defendiendo la lectura en español», decía René Pérez entre canción y canción. «Es muy importante hablar en español. Hablar dos idiomas nos hace más inteligentes y va a ser más difícil que nos quiten nuestro trabajo». Entre quienes lo escuchaban en el Teatro Nokia había mucha gente venida de México, visitantes que de Guadalajara viajaron para constatar el éxito de la versión migrante de su Feria Internacional del Libro (FIL). Pero también estaban los otros, los residentes de este lado que desde hace dos, o diez, o veinte años, viven en español en un país que se nutre de nuestras palabras, de la lengua viva en español. Un español que es migrante, como nosotros.
Suenan los acordes de «Me voy pa’l norte» y a todos nos llega hasta el alma un pedacito de canción. «Cargo con un par de paisajes en mi mochila, cargo con vitaminas de clorofila, cargo con un rosario que me vigila (…) abuela no se preocupe, que en mi cuello cuelga la virgen de la Guadalupe…».
Carlos Fuentes y la fuerza mexicana
Con la ironía que la vida suele lanzar a borbotones, justo dos días después nos llega la noticia de la partida del escritor Carlos Fuentes. Irónico es también que la última vez que charlé con él -tuve la fortuna de hacerlo en tres ocasiones-, haya sido justamente durante una visita suya a Los Ángeles programada por los organizadores de la feria del libro. Ese día Fuentes no habló conmigo de política y literatura, ni siquiera de migración. Charlamos de temas tan humanos como su afición por la ópera y su amor por el mariachi -«mi gran frustración es que no fui Jorge Negrete», me dijo-; de su plato favorito, los chilaquiles verdes; de su amor por los placeres sencillos -«ver el atardecer, una nube que pasa, el pájaro que trina»-, y de su personal gusto por leer el Quijote una vez al año. El más internacional de los mexicanos, como se le ha descrito en muchas ocasiones, en su faceta más íntima y más mexicana.
Al escuchar la noticia no pude evitar recordar un momento del fin de semana que me hizo sonreír. En uno de los stands más grandes de la feria del libro, entre decenas y decenas de títulos, novedades, textos de actualidad, de autoayuda, de política y de farándula, una mujer preguntaba por La Región más Transparente, precisamente de Carlos Fuentes. «Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México, D.F. Esto no es grave», repasé mentalmente la primera línea de la primera novela del autor, un homenaje a mi cuidad natal. La sonrisa me la produjo el saber que cincuenta años después, Fuentes y su mexicanidad siguen vivos, cruzando la frontera.
Periodista mexicana con más de 25 años de trayectoria. Inició su carrera en México y en 2004 se mudó a Estados Unidos, donde durante 18 años se especializó en la cobertura de migración y política. Su trabajo se ha publicado en medios como The Washington Post, Vice, El Universal (México), Proceso, El Faro, Gatopardo y 5W, entre otros. Ha cubierto cuatro elecciones presidenciales en Estados Unidos y ha publicado tres libros periodísticos con ediciones en inglés y español: Dreamers, la lucha de una generación por su sueño americano; _Mexicanos al grito de Trump. Historias de triunfo y resistencia en Estados Unidos; y El muro que ya existe. Las puertas cerradas de Estados Unidos. Sus textos se han incluido en otros ocho libros colectivos, y es editora de Una Lucha Compartida, un texto biográfico sobre la activista feminista Lucha Castro.
Eileen es directora de contenido del Congreso Internacional de Periodismo de Migraciones, que se celebra anualmente en España. Ha impartido talleres y conferencias en más de 30 universidades en América Latina, Estados Unidos y España, y para entidades como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), DW Akademie, Thomson Foundation y European Press Prize. Es fellow del programa Knight-Wallace for Journalists de la Universidad de Michigan (2019-20), y miembro vitalicio de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos de Estados Unidos (NAHJ). Actualmente vive en Barcelona, donde imparte clases en el Máster de Periodismo Literario y en el programa StudyAbroad de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)./