Estar juntos por Octubre
Cada año por octubre se ponen a prueba los lazos atlánticos. El lenguaje empleado para festejar las conmemoraciones resulta en ocasiones tan tedioso que se arruina la espontaneidad. Los que viajan y experimentan de primera mano la vida en ambas orillas –en comparación– no se lo piensan tanto: saben deslindar lo de aquí y lo de allí por simple observación.
España y nuestros lazos
Hoy es difícil caminar por España sin cruzarse con un latinoamericano. Por lengua y cultura, España es destino natural para el latinoamericano. Estados Unidos es otro anclaje. Los desplazamientos humanos no son caprichosos: tienen un porqué. La llegada de Europa a América, también. No hay casualidades.
No es lo mismo ser latinoamericano que nativo-americano. Los segundos, contrario a lo que se piensa, no son homogéneos. No ha dado igual ser tlaxcalteca que azteca. Prueba de ello es que les tocó batallar en bandos contrarios. ¿Deberíamos clasificar como malinchistas a todas las naciones indígenas que tejieron alianzas con España?
El asunto de las alianzas con España, recuerden, fue motivo de gran frustración para Carlos Fuentes. Vean también, por semejanza histórica, que hubo naciones indígenas que optaron por apoyar la independencia de las colonias británicas: hoy Estados Unidos, mientras hubo otras que hicieron lo contrario. ¿Comprensible?
Nuestro compromiso con la fidelidad
Así llegamos a la “moda” actual de desmantelar la América euro-hispana. Algunos proponen, con cierta aquiescencia del poder establecido, el borrado general de todo vestigio de personajes “no anglosajones”.
Suponemos que la primera ciudad de Estados Unidos ya no será San Agustín, ni la primera catedral, la de Santa Fe. Otro componente perturbador durante estas fechas conmemorativas se caracteriza por cómo preguntas habitualmente inocentes se trastocan en excusas para hablar de genocidios. Ocurrió con Greg Popovich, el entrenador NBA.
Y ¿cómo no solidarizarse con que los habitantes ancestrales del continente se queden en el olvido de su propia historia? Para desatascar el entuerto, y por si sirve de bálsamo, apuntamos el dato histórico de que la Hispania peninsular fue invadida hace unos dos mil años por el Imperio romano.
Pasados los años, la tierra hispana dio tres grandes emperadores: Trajano, Adriano y Teodosio. Salvando las distancias, podríamos aventurar que, con los datos de la emigración en la mano, y basándonos en la baja tasa de natalidad de Europa, antes o después a España le corresponderá tener un presidente de origen latinoamericano. Unos dos millones de latinos censados: el treinta por ciento del total, dan apoyo a esta conjetura. Lo mismo se podría decir de Estados Unidos con las matizaciones correspondientes.
Volvamos al comienzo: no se trata de estar juntos porque sí, sino de vivir la historia desde quién menos la desvirtúa: aquí no hay perdón que valga.