La población indígena migrante en Estados Unidos es cada vez más numerosa y, aunque muchas veces los indígenas en este país son etiquetados bajo la generalización de «latinos», su presencia en zonas como el sur y el centro de California hace evidente que los integrantes de esta comunidad son particularmente vulnerables a la violación de derechos humanos, particularmente en las áreas agrícolas.
El corazón de Oxaca en la calle Ocho de Los Ángeles
Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que recorrí las calles de Koreatown, el barrio coreano de la ciudad de Los Ángeles. Era un mediodía entre semana y conducía por la calle Ocho buscando una dirección. Mientras me adentraba en la zona empezaron a aparecer los letreros en coreano, hasta que de pronto uno brincó de la acera a mis ojos y de ahí a mi memoria gustativa: «Se vende mole de Oaxaca».
Aún no sé cuál es la razón por la cual la comunidad oaxaqueña se asentó en el corazón del barrio coreano, cerca del centro de la ciudad, y lo fue haciendo suyo. Ocho años después me sigue sorprendiendo ver la combinación de negocios y restaurantes de uno y otro origen, de «barbecues» coreanos y de tlayudas con chapulines, y a la pujante, alegre y cada vez más numerosa comunidad inmigrante oaxaqueña haciendo suyo un espacio al cual da vida, corazón y cultura con su presencia y su esfuerzo.
Justamente sobre la calle Ocho, el pasado domingo el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB), la organización de oaxaqueños con mayor presencia en California y que recientemente celebró su vigésimo aniversario, inauguró sus nuevas oficinas para atender a la comunidad oaxaqueña y a los inmigrantes indígenas provenientes de otros estados, e incluso de otros países: los voluntarios e intérpretes de FIOB hacen, entre otras cosas, trabajo de defensa de derechos humanos y de interpretación en cortes y hospitales para inmigrantes mexicanos y guatemaltecos que hablan en lengua indígena y no dominan el inglés ni el español.
Este es un asunto cuya importancia no es menor. La población indígena migrante en Estados Unidos es cada vez más numerosa y, aunque muchas veces los indígenas en este país son etiquetados bajo la generalización de «latinos», su presencia en zonas como el sur y el centro de California hace evidente que los integrantes de esta comunidad son particularmente vulnerables a la violación de derechos humanos, particularmente en las áreas agrícolas.
La comunidad migrante hermanada desde la cultura
Cifras del propio FIOB estiman que de los 4.2 millones de mexicanos inmigrantes en California, aproximadamente 420 mil son de origen indígena. En el área metropolitana de mayor concentración de mexicanos en el estado, es decir, Los Ángeles, Long Beach y Santa Ana, se calcula que hay alrededor de 1.8 millones de migrantes nacidos en México, de los cuales 180 mil son de origen indígena, procedentes principalmente de los estados de Oaxaca, Guerrero, Puebla, Hidalgo, Veracruz, Chiapas y Yucatán. Esto significa que uno de cada diez mexicanos llegado a este estado tiene que luchar con una doble, y en ocasiones tiple barrera para sobrevivir: ser migrante, ser indígena, y ser indocumentado.
Entre los pueblos indígenas presentes en la entidad predominan los zapotecos y los mixtecos, pero hay también una intensa presencia de mixes, triquis y chatinos de Oaxaca -hace unos años tuve la oportunidad de visitar la población de Greenfield, en los valles centrales de California, en donde 70% de la población es de origen triqui y una gran parte no habla inglés ni español-. También se encuentran aquí mixtecos de Guerrero; mayas de Yucatán y Chiapas, así como ñahñús de Hidalgo y nahuas de Puebla y Guerrero.
A todos estos grupos atiende FIOB en conjunto con su organización hermana, el Centro Binacional para el Desarrollo Indígena Oaxaqueño (CBDIO), principalmente en el trabajo de interpretación, pero también con programas extraordinarios, como el proyecto Mujeres Indígenas en Liderazgo (MIEL) que incluye talleres sobre historia indígena, derechos reproductivos y relaciones sanas, o el proyecto de microcréditos para quienes desean iniciar un negocio. FIOB también imparte talleres de sensibilización cultural para autoridades como el Departamento de Policía de Los Ángeles, con el fin de reducir en la medida de lo posible la barrera entre la autoridad y la comunidad indígena inmigrante.
Esta mañana nuevamente pasé por la calle Ocho y mientras veía pegada en los cristales de un negocio la invitación a la celebración anual de la Guelaguetza de Los Ángeles -que por cierto se celebrará este 12 de agosto- pensaba en una propuesta que escuché hace unos días, y que al parecer pronto será presentada formalmente al cabildo de la ciudad: que a esta sector del barrio se le otorgue el nombre oficial de Oaxacatown. Entre sonrisas, pensé que pocos nombres serían más merecidos que éste.
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De la serie Si Muero Lejos de Tí, 2013. Originalmente publicados en el Huffington Post.